CULTURA › HUGO URQUIJO Y SU VISION DE LAS POLITICAS DE CULTURA

“La tenaza es el presupuesto”

El director teatral y psicoanalista dice que los problemas no se circunscriben a los nombres de los funcionarios, y que ciertas designaciones deberían sobrevivir a los cambios de gobierno.

 Por Hilda Cabrera

Conocidos ya los nombres de los funcionarios que se ocuparán de algunas de las áreas de la secretaría de Cultura de la Nación, y más allá de las controversias que genera cualquier designación directa en el área, surgen dudas sobre qué hará y qué podrá hacer en este contexto de crisis cada uno de los flamantes funcionarios. En diálogo con Página/12, el director y médico psicoanalista Hugo Urquijo –quien está preparando una versión de La Madre, de Máximo Gorki (según aclara de La Madre burguesa y no de la proletaria, una obra “pre estalinista y por lo tanto más interesante”), y cuyas últimas puestas han sido Oleanna, de David Mamet, en el Teatro San Martín, y Comer entre comidas, en Andamio 90– señaló que incluso los designados que reúnen los parámetros requeridos de eficiencia e idoneidad, pueden fracasar por motivos externos. “Los problemas de la cultura no se circunscriben a nombres. Puede haber muy buena gente, pero la tenaza es el presupuesto”, opina.
–Pero esto ya lo sabe el que asume, en muchos casos con alguna relación anterior con quien lo designa. ¿No cree necesaria una democratización de los nombramientos?
–Estoy de acuerdo en que ciertos nombramientos deberían ser más abiertos y sobrevivir a los cambios de gobierno. De todas formas, lo sintomático esta vez han sido los cuarenta días durante los cuales Cultura quedó acéfala. Si uno se pone en malpensado puede imaginar que, estando en discusión el Presupuesto, no interesa que haya alguien que defienda los fondos para Cultura. Y más todavía cuando el FMI sigue exigiéndole al Gobierno más ajustes, que como sucede históricamente se dan sobre los eslabones más débiles: salud, educación y cultura.
–Aun en medio de las políticas de ajuste, ¿por qué no se propone, por ejemplo, que sean los pares quienes elijan a los funcionarios de institutos y entidades oficiales? ¿No cree que garantizaría un mínimo de idoneidad e independencia respecto del Ejecutivo?
–Para eso haría falta que las organizaciones de pares funcionasen. Y si uno cuenta las que se pusieron de pie ante esta nueva crisis, no encuentra demasiadas. Podría nombrar al personal del Teatro Cervantes, que decidió autoconvocarse y hasta resolvió que el teatro podría funcionar a partir de una autogestión. Ahora se designó director a Julio Baccaro, que tiene condiciones para el cargo y puede trabajar bien, si es que lo dejan, porque el presupuesto del Cervantes es mínimo. Creo importante puntualizar que la cultura trasciende incluso las expresiones artísticas del pueblo. Es un patrimonio, y hay que entenderlo así. Es criminal destruirla, como es criminal la devastación que se está produciendo en educación, que lleva todavía más tiempo recomponer.
–¿Por qué los funcionarios, los políticos e incluso gran parte de la sociedad la considera un adorno o un pasatiempo?
–Porque no la ven o no les interesa verla como una herramienta de crecimiento. No entienden que a veces con muy poco se logran resultados maravillosos. Pongo como ejemplo el Instituto Nacional del Teatro, que conozco bien y es clarificador para otras entidades. El Instituto se creó hace cuatro años con fondos legítimos (porcentajes del Comfer y Lotería Nacional), y aunque sufrió recortes gestionó la actividad de grupos y salas independientes de todo el país. El efecto que tuvo esta acción es muy revitalizante.
–¿Cree que hay una mayor organización entre los trabajadores de la cultura?
–En este último tiempo se han nucleado bastante más. Un fenómeno reciente que trascendió fue Teatro X la Identidad. Nosotros acabamos de crear el Centro Argentino de Directores de Escena, al que están convocados más de ochenta directores, y no nos creemos los únicos. Los que estuvieron más activos desde la amenaza de cierre del Cervantes, en octubre del añopasado, son los integrantes de la Multisectorial de la Cultura, que se está reuniendo semanalmente e incluye a muchas agrupaciones. También en el MATe nos reunimos periódicamente. No quiero decir con esto que representemos a todos, sino que intentamos estar mejor organizados. La elección de funcionarios por los pares me parece acertada, pero tendríamos que reglamentar la manera de implementarla. Muchos directores de teatros nacionales europeos, por ejemplo, se mantienen en sus cargos más allá de lo que dura un gobierno, porque para planificar o crear becas de estudio se necesita un mínimo de continuidad, y esto en cualquier disciplina. Cuando no se dan estas condiciones la creación de cultura se convierte en un asunto de supervivencia, de algo posible sólo para unos pocos, o de una tarea de titanes.

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Urquijo prepara una versión de “La Madre”, de Gorki, pero de la burguesa, no de la proletaria.
“Los políticos no ven o no les interesa ver a la cultura como una herramienta de crecimiento”, dice.
 
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