CULTURA › DESPUES DE UN LARGO TIEMPO DE ZOZOBRA, LA INDUSTRIA DISCOGRAFICA VE UN CAMBIO DE AIRE

Llega la era del DVD y la música en estado virtual

La piratería de discos y el download de archivos ilegales siguen siendo un enorme dolor de cabeza, pero los últimos informes especializados traslucen un ánimo optimista: las ventas de CD’s caen, pero los sitios web de música legal encuentran su ritmo, las acciones judiciales tipo “Gran Hermano” dan su fruto y el DVD no para de crecer. La industria argentina, por su parte, enfría el champagne por un 2004 feliz.

 Por Eduardo Fabregat

Aproximándose a la mitad de la primera década del siglo, y después de un largo período en el que las nuevas tecnologías hicieron tambalear el negocio de la música en su formato clásico, los representantes de la industria discográfica se pueden permitir una sonrisa, una sensación generalizada de que están doblando el codo. No es que los piratas o el intercambio de archivos en Internet hayan desaparecido de la noche a la mañana: de hecho, la piratería goza de excelente salud y las compañías no pueden dejar de observar con ojos desorbitados la magnitud de las cifras. Pero los informes anuales de IFPI (International Federation of the Phonographic Industry), la entidad que nuclea a los sellos multinacionales, exhiben este año un humor diferente, renovadas tomas de posición, advertencias de toda clase y cifras que dan cuenta del estado de las cosas en la madre de todas las batallas musicales. Así, el ya clásico trío de reportes de mitad de año (Commercial Piracy, World Sales y Online Music) pinta un panorama menos sombrío... siempre desde la perspectiva de aquel lado del escritorio, ya que los músicos, esos a los que la industria dice defender “para que no les roben sus derechos”, siguen cobrando los mismos ínfimos porcentajes de siempre, llevándose las migas del negocio.
En una discusión no exenta de hipocresías varias, los argumentos no han variado: atendiendo a los números (que se irán viendo más adelante), las compañías afirman que los piratas y el intercambio de MP3 –o el archivo que sea– matan a la música. Y aunque la afirmación tiene su validez, en el análisis del panorama 2004 hay mucho más que una simple batalla contra el delito del robo de derechos. Hay señales que indican la lenta muerte del compact disc (o su transformación, ave fénix style, en nuevas formas de consumo musical), la consolidación de nuevos modos de llevar el negocio y, tal como se anticipó en estas mismas páginas en los últimos meses, una clase de persecuta jurídico-tecnológica que haría sonreír a George Orwell. Y hay, también, un capítulo argentino que reserva otras cifras para el asombro. Entonces, ¿cuál es el diagnóstico actual de la industria discográfica, un negocio que mueve la friolera de 32 mil millones de dólares al año?
Música de registradora
El informe final de ventas globales 2003 de IFPI arranca con malas noticias. Según los datos recabados en todo el mundo, el negocio de la música decayó el año pasado un 6,5%: en total, se vendieron 2700 millones de “unidades”, entendiendo por esto un muestrario completo de CD’s, CD singles, vinilos, casetes, Super Audio CD y Minidisc en lo que hace al audio, y las versiones audiovisuales de VHS, DVD y Video CD. En el reparto de la torta, en tanto, las cosas no cambiaron demasiado. Como en tantas otras cosas, Estados Unidos se lleva la parte más sustanciosa, con un 37% del mercado global, seguido por Japón (15%), el Reino Unido (10%), Francia (7%) y Alemania (6%). De todos ellos, los únicos que tuvieron reales motivos para brindar fueron los ingleses, cuyas ventas arrojaron un crecimiento del 3,3%. Para los demás mercados líderes hubo cifras rojas, las mismas que se exhiben a la hora de remarcar los efectos nefastos de la música ilegal.
Pero atender sólo esos datos conduce a una visión muy parcial. En 2003, la venta de CD’s cayó un 9,1%, la de singles un 18,7% (y esa sí es una indiscutible obra del download) y la de casetes un 24,7%, pero el bajón encuentra una explicación más completa en el irresistible ascenso del DVD, que está protagonizando una explosión comparable a la del CD en 1983: el año pasado, el formato estrella vendió 106 millones de unidades, que podrán parecer muy poco frente a los 2 mil millones de CD’s vendidos, pero representan un 67% más que en 2002. Y eso en términos globales, porque región por región aparecen cifras como las de Europa (que vendió un 126%más) o Australasia, con un 118%. En 2002, el DVD representaba un 4% del negocio total; a fines del año pasado llegó al 6,3%, y los preinformes de lo sucedido en el primer semestre de 2004 indican que la tendencia está tomando aún más velocidad. Tomando debida nota de los índices de consumo, las cinco grandes (EMI, Universal, Sony, BMG y Warner) diseñan sus planes de marketing incluyendo siempre el correspondiente DVD, hoy por hoy pensado como una extensión de las giras: de todas las cajitas vendidas en 2003, el 60% correspondió a performances en vivo. Si se tiene en cuenta que los precios de CD’s no sufrieron modificaciones bruscas (salvo en lugares como Argentina, donde tras el fin del uno al uno se dispararon hasta los $25 promedio), mientras que el costo de máquinas reproductoras y DVD’s se desplomó drásticamente, queda claro que si los discos de audio languidecen no es exclusiva culpa de los piratas o el MP3.
Somos los piratas
Más allá de la excelente salud del Digital Video Disc, los capitanes de la industria saben que es un soporte audiovisual, lo que excluye cosas como los reproductores portátiles, la música para boliches, la radio y otras ramas igualmente valiosas. Por ello, la guerra contra la piratería de CD’s (sin empezar a contar los dolores de cabeza que ya produce el pirateo de DVD’s) sigue siendo un tema central. En 2003, el mercado pirata totalizó 1700 millones de unidades (alrededor de 4500 millones de dólares), un 4% más que en 2002 y un 35% del negocio total. Dicho como en una campaña: de cada tres discos vendidos, uno es pirata. Pero el año pasado IFPI pudo anotarse un par de porotos, con un 10% más de secuestros de mercadería trucha (56 millones de unidades, más maquinaria de toda clase para la producción) y una campaña de concientización que llevó a que Brasil, considerado “país prioritario”, formara una Comisión Parlamentaria Antipiratería. En ese listado de países en rojo aparece Paraguay, record mundial con un 99% de su mercado tomado por las copias ilegales: gracias al mayor número de acciones policiales, el mercado ilegal paraguayo cayó un 25%... pero las ventas legales se desplomaron un 52%.
Además de instar una y otra vez a que los gobiernos sancionen legislaciones más duras, la industria apunta a las fábricas de discos grabables: los informes apuntan la existencia de 1040 plantas productoras conocidas, muchas de las cuales tienen una producción que sobrepasa ampliamente la demanda interna (el caso más contundente es Taiwan, donde se fabrican anualmente 7900 millones de CD’s en blanco, con una demanda interna de 270 millones). Con lógica irrefutable, IFPI se pregunta adónde van a parar tantos disquitos listos para el quemado en serie.
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¿Y qué pasa con Internet? La pesadilla de la industria tiene un rostro elusivo, y se convirtió en un monstruo difícil de domar. Sin embargo, en 2003 quedó claro que las discográficas aprendieron un par de lecciones, desplegando acciones efectivas. Lo primero fue atacar a las fuentes, persiguiendo judicial y tecnológicamente a todo sitio web o FTP (por File Transfer Protocol) que ofreciera archivos que infringieran las leyes de copyright. Lo siguiente fue ir detrás de los servidores peer to peer (o P2P), plataformas que permiten a los usuarios subir y bajar archivos de audio o video sin un servidor centralizado. Como esa misma dispersión dificultaba la tarea, la RIAA (Recording Industry Association of America) salió con los tanques y comenzó a demandar judicialmente a quien cometiera el pecado de traficar MP3. Para ello no tuvo reparos en hacer uso de métodos de Gran Hermano, desde enviarles mensajes instantáneos a los usuarios (“Usted está intercambiando archivos, lo cual constituye un delito. Los dueños del copyright están al tanto de sus acciones y obrarán en consecuencia”) hasta intervenir en los servidores de Internet para identificar a los infractores y llevarlos ante el juez. La medida llevó a que una chica de 12 años y una abuela de más de 60 se enfrentaran a un proceso, pero la visión oficial sostiene que en esta guerra no hay inocentes. Y para que quede claro, en algunos discos recientes aparece otra severa advertencia: un escudo del FBI que informa que el copiado es un delito federal.
En Internet, la industria legal logró ganar algún terreno. El informe Online Music señala que la cantidad de MP3 ofrecidos a través de programas P2P, que en 2002 alcanzaban los 500 millones y en abril 2003 llegaban a mil millones, cayeron a 800 millones en enero de este año. El año pasado se dieron de baja 41 mil sitios, 1050 servicios peer to peer y 1600 millones de archivos en 101 países, pero otro dato muestra que las campañas de concientización (y amedrentamiento) no están dando el resultado deseado: en enero de 2004, los usuarios de P2P totalizaban 6,2 millones, contra los 5 millones de abril de 2003. Por eso, IFPI es muy clara en cuanto a su plan de acción: “1) Protección tecnológica de música bajo copyright; 2) Programas de información pública que den cuenta del daño que produce el intercambio de archivos, combinado con la promoción de servicios legales; 3) Cooperación con los servicios proveedores de Internet; 4) Litigios judiciales contra proveedores de servicios de intercambio y contra individuos que ofrezcan y distribuyan cantidades sustanciales de archivos”.
El punto 3 da otra clave sobre hasta qué punto los días del CD tal como se lo conoció están contados. 2003 fue el año del gran despegue de los servicios legales de venta de música convertida en file, demostrando que otra forma del negocio es posible y rentable. La estrella fue Apple, que a través del sitio Itunes y el reproductor I-Pod totalizó 25 millones de descargas. MusicNet, PressPlay y Rhapsody son la avanzada de un sistema que entusiasma a la industria, sobre todo porque se duplicó la cantidad de compradores. En Europa existen más de 30 servicios legales, y a fines de 2003 se contabilizaban 450 mil usuarios registrados para un archivo de 275 mil canciones, con un promedio mensual de 300 mil descargas. Sumando los temores que provocan las amenazas de juicios y logos del FBI, la creciente penetración de la banda ancha y la explosión de un nuevo mercado en la música para descargar a teléfonos celulares, la industria concluye que todo está volviendo lentamente a sus carriles. Los hackers deben tener su propia opinión, pero el mostrador virtual ya está dando sus dividendos.
Argentina potencia
Argentina tiene su lugarcito en el mundo musical. Tercero en el ranking latinoamericano (debajo de Brasil y México), el mercado local cuenta con una ventaja: peor que en 2002 (5.817.700 unidades vendidas) no se puede estar. 2003 arrojó un total de 11,2 millones de unidades, y las cifras de lo que va del año disparan sonrisas a diestra y siniestra. Según la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif), el primer semestre 2004 fue el mejor en los últimos cinco años, con 5.854.067 unidades (es decir, más que en todo 2002, y un 25% más que el mismo período de 2003), y en julio se vendió un millón más. Nada mal para un mercado que tiene un 54% oficial de piratería (fuentes que prefieren el off the record afirman que llega a un 65%), y mejor aún si esas cifras se analizan a fondo: de los 5.440.514 CD’s vendidos, un 47% corresponde a repertorio argentino.
Pero si de buena salud se trata, los números argentinos encuentran a su mejor alumno también en el DVD. Entre enero y julio se vendieron 180.592 cajitas, lo que representa nada menos que un 241% más que en 2003. Y aunque los CD’s aún representan el soporte mayoritario (con el 93% del total), la decantación de precios va a ir provocando cada vez más usuarios de DVD. Basta observar que hasta una conocida cadena de farmacias vendereproductoras de DVD a 300 pesos (un resabio menemista: electrodomésticos en una farmacia), y basta con darse una vuelta por Yenny o Musimundo: un disco de audio cotiza 25 o 27 pesos y uno doble está entre 35 y 40, mientras que los DVD de música fluctúan entre los 40 y 60. Para los afortunados argentinos que aún mantienen un gasto en música, la diferencia es lo suficientemente débil como para “pasarse” al mundo de los discos con música, imagen y muchos extras. En el formato que sea, 2004 será el mejor año de los últimos tiempos. Pero la gran deuda pendiente seguirá siendo la política de precios: mientras los discos de audio se sigan manteniendo tan cerca de los 30 pesos, ninguna campaña de concientización hará que el común de la gente repita convencida “una copia más, un músico menos”, y pase mansamente por caja a pagar un precio abusivo por productos que a veces ni cumplen el mínimo estándar de presentación gráfica. Parafraseando el slogan oficial: un aumento más, un comprador menos.

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Los “manteros” son sólo una de las causas de la caída del CD: el ascenso meteórico del DVD y la venta de MP3 legales hacen lo suyo.
 
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