CULTURA › JUAN GELMAN EN ESPAÑA

“Muchos escritores son referentes morales aunque no lo sepan”

El poeta viajó a Madrid invitado, como otros máximos exponentes de la poesía, a vivir todo un mes en la famosa Residencia de Estudiantes, la casa que inmortalizaron Federico García Lorca y Pablo Neruda. Desde allí, reflexiona sobre los vínculos entre literatura y política y su propia relación con la poesía.

 Por Miguel Mora

Desde Madrid

Nadie podrá decir que Juan Gelman tuvo una vida facil. Hijo de emigrantes judíos ucranianos, fue camionero y vendedor hasta que empezó a trabajar como periodista en 1956, el año en que publicó su primer libro de poemas. Expulsado del Partido Comunista en 1964 (“Me echaron por haberme ido”), se hizo guevarista en 1970 y montonero en 1973: la dictadura argentina lo condenó a muerte y se libró porque estaba en Europa.
En 1978 rompió con los montoneros: otra condena a muerte, otra vez “sin resultado aparente”. Antes de eso, los milicos le quitaron media vida. Secuestraron a su hijo Marcelo, de 20 años, y a su nuera, María Claudia García, de 19, embarazada de siete meses. Víctimas del Plan Cóndor, Marcelo fue asesinado en octubre de 1976 y su esposa desapareció con su bebé, que había nacido en el cautiverio en Uruguay. Exiliado en Italia, España, Nicaragua y Francia, Gelman vive desde 1989 en México DF, desde donde escribe para Página/12. Tras una larga búsqueda, en 2000 encontró a su nieta robada en Uruguay. “Ahora está tramitando volver a llamarse Gelman”, dice. Ya sabe que su abuelo es poeta desde los nueve años, que ha escrito 29 libros de poemas y que el último se titula: El país que fue será.
En la Residencia de Estudiantes, donde protagoniza el programa Poeta en Residencia, Gelman enseñó cómo la ironía, la memoria y la poesía, “memoria de la sombra de la memoria”, son sus antídotos contra el dolor. Sin rencor, pero con la autoridad del que habla como víctima y en nombre de otros miles de víctimas que aún no han recibido justicia, Gelman sacó a la luz en Madrid un asunto doloroso y polémico: la “tolerancia” con que Ernesto Sabato observó a la dictadura militar en sus inicios.
–Estos días se vuelve a discutir sobre el papel del escritor como referente moral. ¿Usted qué opina?
–Bueno, hay muchos escritores que son referentes morales aunque ellos no lo sepan. Luego me parece que la literatura es el gran referente moral del ciudadano, lo cual no quita para que el ciudadano, o cualquier artista, tenga una posición política determinada. Pero las relaciones entre obra y posición política son muy oscuras. Si no, ¿cómo se explica que Ezra Pound, que hizo propaganda fascista, sea el genial poeta que escribió un poema contra la usura que ningún poeta marxista leninista pudo igualar nunca? La ideología es parte de la subjetividad del creador. Pero no todas sus subjetividades. ¿Cómo entender si no a Borges o a Neruda y Vallejo en el otro lado?
–¿Y qué papel específico juega la poesía?
–La poesía es lenguaje calcinado, palabra calcinada. Es interrogarse a uno mismo, a la realidad y a los lectores. Y eso enriquece mucho, aunque lo que se adquiere no tiene un nombre que se pueda definir. Quizá sea la consecuencia de que la poesía no es una cuestión de voluntad. Uno no escribe poesía cuando quiere, sino cuando quiere ella. Es imposible sentarse a escribir poesía.
–No admite encargos...
–A veces se ha hecho, como en la revolución cubana. Con resultados horribles.
–La predicación.
–¡Claro, eso es peligrosísimo! Cuando Stalin dijo que los escritores son los ingenieros del alma humana nació el realismo socialista: mujeres koljosianas abnegadas, estajanovistas ejemplares, héroes del trabajo... Nada que ver con la vida real. La literatura deliberada tiene ese enorme peligro.
–Ahora edita su libro número treinta. ¿No se gasta la poesía?
–Lo peor no es haber escrito mucho, sino haber publicado más de lo debido. A veces habría que ser más discreto... Pero todo depende de las circunstancias. Hubo años, en mi primer exilio por ejemplo, que no escribía nada.
–¿Cree que Néstor Kirchner logrará hacer justicia a los desaparecidos?
–El gran problema ahora es la herencia de pobreza e indigencia que dejaron Carlos Menem y los demás. Pero Kirchner está empezando a hacer justicia. Emprendió reformas y limpiezas que socavaron la capa de plomo que protegió en los últimos años a la dictadura. Ese clima permite hablar más libremente de tabúes, como la tolerancia con la que Ernesto Sabato trató a la dictadura en sus primeros tiempos. Daniel Moyano, un escritor extraordinario que estuvo preso por error y se exilió en España, contó que Sabato le escribió una carta animándolo a volver, garantizándole trabajo y seguridad... Sabato, que tan buena labor hizo al redactar luego su informe para Raúl Alfonsín...

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