CULTURA › CULTURA - LOS CARTOONS Y LA AMBIGÜEDAD SEXUAL

La Marcha del Orgullo ya tiene sus dibujitos

Hace unos días, los grupos ultraconservadores de Estados Unidos levantaron el dedo acusador contra Bob Esponja. Al mismo tiempo, varios personajes de la fantasía infantil se convierten en emblema entre los militantes gay. De cómo convertir un dibujito en el centro de polémicas que nunca terminan.

 Por Julián Gorodischer

El grito evangelista estadounidense clama contra Bob Esponja: dicen que promueve “lo gay”, en extrañísima pareja con su amigo íntimo Patricio Estrella, y que suele travestirse y embriagarse con extrañas sustancias submarinas. ¿Tan así? Atenuada la trama de las sitcoms y las series dramáticas del Norte, la nueva embestida conservadora se dirige hacia el dibujo: Bob Esponja, Los Simpson, Ren & Stimpy y hasta Bugs Bunny y los Teletubbies (que no están dibujados... pero parecen), caen en la volteada cada vez que un pastor o un funcionario de la administración Bush levanta el dedo y dice: “¡Peligro para la moral!”. El pobre Bob es el que peor la pasa, ahora que le dicen ambiguo y/u homosexual: quieren retirarlo de las aulas. “Muchos padres desearían que sus hijos no se expongan a los estilos de vida que propone el dibujo”, expresó Margaret Spellings, secretaria de Educación de Bush. Junto con las críticas, crece el boom: sólo en la Argentina Bob Esponja se ve a través de dos canales de aire (el 9 y América), uno de cable (Nickelodeon), una película y un video educativo para escuelas.
Curiosamente, el grito de un detractor y el aval de la militancia homosexual siempre van juntos. Sucedió con los Teletubbies, que fueron condenados por el líder religioso James Dobson, un adalid de la causa antianimada, por “incluir una figura como la de Tinky Winky: andrógino, de color púrpura, de ¿antena triangular? y carterita al hombro”. El evangelista se horroriza de que el “mensaje subliminal” (su concepto favorito) llegue a los chicos de entre 5 meses y 4 años (el target de Teletubbies) y propone su campaña de acción colectiva: boicotear la publicidad. Para compensar, el sitio inglés Gaydar.com hizo liderar a Tinky en su lista Top ten gay carto on characters, seguido de ambiguos célebres como Vilma de Scooby Doo, Peppermint Patty de Charlie Brown, el Oso Yogi, Waylon Smi- thers de Los Simpson y Ren & Stimpy. Mientras, el bebé sigue resistiendo, con su andar delicado y voz suave, compulsionado a repetir sílabas extrañas y a hermanarse en la extraña comunidad que, al caer el sol, regresa a su guarida bajo tierra (lo que genera paranoias acerca de un satanismo para lactantes).

Evidencia

La Marcha del Orgullo animado motiva un análisis apasionado entre los que recolectan apoyos (la militancia) y uno más colérico entre los que sueñan con una caída (los ultraconservadores). A veces, la prueba es liviana como la sentencia de Gay dar.com sobre Vilma: “Sólo mírala una vez y sabrás que no pertenece a ningún hombre”, se lee en esa página web. Otras veces incluye una larga enumeración incriminatoria, que en muchos casos es usada para probar la salida del closet y enrolarlo como “dibujo pro gay”. No ha sucedido con Bob Esponja, a quien ningún grupo querría reivindicar como modelo: asexuado, infantil (hipnóticamente cautivado por el himno “Soy un cacahuate, soy...), algo cobarde, esclavizado por un amo abusador en el local de El Krustáceo Kascarudo, e incapaz de gritar la verdad de su deseo. Hasta su creador elude la acusación de la secretaria de Bush: “Bob es asexual; nunca intentamos que fuera gay, sólo quisimos ser graciosos”, dijo a la agencia inglesa Reuters. Pero la militancia homo sí reclama influencia sobre Bugs Bunny, el “personaje del año” según señala Gay.com de Guatemala.
¿Las razones? “Ese conejo tiene un trasero perfecto. Ah, y siempre anda vestido con ropa de mujer, utiliza maquillaje y le gusta la ópera”, enumera el sitio. Otras observaciones de un fan (apodado Carlos Daniel) en la página El Phineas indican que “Bugs besa regularmente al cazador Elmer Fudd y a Sam Bigotes, dice que los ama, los toca, los provoca sensualmente...”. También se suele reivindicar, en sitios gay, al guerrillero Lancer de Robotech 3ª generación, que de día es un guerrero salvaje y de noche una estrella pop con los pelos volados al viento. Esa dualidad –muy propia del animé– regresa con Ren & Stimpy, discretos durante el día pero con licencia para fantasías, y cada uno con la foto del otro sobre la mesita de luz junto a la cama que comparten. “En el capítulo piloto hay una escena clave en la que Ren sueña que está besando a una mujer pero cuando se despierta está besando a Stimpy y corre a lavarse la boca. Hay que buscarlo como “Onward y Upward” en la web, recomienda un tal Coleóptero en la página El Phineas.

Locales e Incorrectos

Entre los locales, el más provocador ya no está en pantalla. El Mono Mario removió espíritus progres cuando se lo pudo ver en la pantalla de MuchMusic: Mono participó en fiestas mixtas pero, casi siempre, despreció a gays y travestis que se cruzaron en su camino. “Quisimos generar un poquito de polémica, pero no hay una ideología que lo mueva. El personaje puede hacer un chiste contra los gays, pero es sólo por joder. No queremos bajar línea, apenas dejar plasmado un retrato”, dice Gastón Pérez Carossio, productor del dibujo. En el extremo opuesto, el cándido Kito Pizza es lo más parecido que hay en Argentina a la ambigüedad de Bob Esponja, aunque ningún grupo se lo apropió. Kito es un repartidor brincante que se ve por Magic Kids, de mejillas rosadas, tono blancuzco, cuerpo esmirriado y bucles en la cabeza. “Tiene una finalidad educativa: hacer que los chicos ejerciten los reflejos, la habilidad, la coordinación”, dice Lionel Diacovetzky, productor del dibujo. Sobre su etiqueta asexual, su condición de obediente, cumplidor, laborioso –tan parecido a Bob– tampoco nadie (todavía) levantó la voz.
En el mapa de la ambigüedad animada, también figuran los deliberadamente creados para el escándalo, que terminan siendo inocuos. Así es el gay de la flamante serie animada Quads, antítesis de Bob Esponja, hecho para enloquecer al activista: el homosexual dibujado convive con el cuadripléjico en el mismo centro de “recuperación” en imitación directa de la incorrección a lo South Park pero con distinto resultado: el gag no da ninguna risa. Distinto es el caso de Smithers, de Los Simpson, enamorado del amo, obsesivo del trabajo e incapaz de dar “el paso en falso”. El “Informe de Sexualidad de Smithers”, un estudio de los estadounidenses Dave Hall y Dale Abersold, sistematizó la pertenencia de Smithers al Movimiento. “Cuando Burns se emociona, Smithers dice que lo ama”, dice el texto subido a la web. “Durante el Terror por un accidente nuclear, Smithers confiesa su amor a Burns/ Smithers imagina a Burns desnudo sobre su torta de cumpleaños/ en la computadora de Smithers se ve a Burns desnudo con la leyenda Usted me excita”, lista el Informe como en un largo poema de corriente de conciencia que se va embalando hasta el límite del apócrifo. “Smithers llama a Burns desde un bar donde sólo hay hombres bailando con hombres...”, continúa el listado “comprometedor”. ¿Acaso eso pasó alguna vez?

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