El vóleibol argentino intentará resurgir una vez más en este 2009, luego de la ausencia del seleccionado masculino en los eventos más trascendentales del año pasado: los Juegos Olímpicos de Beijing y la Liga Mundial. Y para ello, la Federación buscó dar un golpe de efecto con la llegada de Javier Weber a la conducción del plantel. El ex armador asumirá luego de obtener el tercer título consecutivo con Bolívar en la Liga Nacional y de los logros en las ligas de Brasil y Grecia. Pero la intención de los directivos de darle lugar a Weber, quien estará acompañado por un grupo con alto nivel de profesionalismo para la actualidad local, es provocar que este deporte se reposicione a nivel mundial.

El significado de que el nombre de Weber vuelva a encadenarse con la camiseta argentina sirve también para comprender que se pretende recuperar la identidad, luego de algunos períodos fallidos con Fabián Armoa y Claudio Cuello al frente del plantel. Tener un apellido de peso afuera de la cancha servirá para absorber todas las responsabilidades, y eso será de utilidad para los jugadores más jóvenes.

En ese aspecto, Weber tendrá la misión de construir un equipo mientras se desarrolla un gran recambio generacional. Seguramente eligió a la base de Bolívar en la primera convocatoria, para que a partir de ellos el resto pueda ir interpretando su idea. La ventaja que tendrá será que los conjuntos de menores, encabezados por el técnico Juan Cichello, vienen de obtener resultados sorprendentes a nivel sudamericano, donde se consiguió derrotar a Brasil, que mantenía la hegemonía en esas categorías.

La elección de Weber, respaldada por el empresario Marcelo Tinelli, busca consolidar los aspectos anteriores. Pero al mismo tiempo, que el conjunto nacional también vuelva a tener un impacto marketinero como el que causó aquel grupo comandado por Daniel Castellani en los ’90.