DEPORTES › EL HUMOR SOCIAL EN BRASIL A UNA SEMANA DE LA COPA DEL MUNDO

Se habla más de corrupción que de goles

Las palizas de la policía a los Trabajadores Sin Techo de San Pablo o a los maestros de Río son objeto de discusiones más encendidas que el equipo de Luiz Felipe Scolari. El papel de Ronaldo, el ex goleador de la selección local.

 Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Cuando resta una semana para el inicio del Mundial, no se respira un clima de algarabía como era dable esperar en un país de 200 millones de “torcedores” en busca de su sexta Copa. En los “botecos” (bares al paso) se habla menos del golazo y las asistencias de Neymar en la goleada 4-0 ante Panamá, que de los gastos para construir estadios exuberantes y las palizas de la policía a los Trabajadores Sin Techo de San Pablo o los maestros de Río de Janeiro, un día después de que bloquearon el paso del ómnibus del combinado.

Paralelamente, los medios de comunicación escamotean noticias sobre la represión policial y demandan, a través de sus columnistas estelares, la sanción de una ley para equiparar a los manifestantes con terroristas, una línea editorial aliada a otra menos explícita, simpática con la participación permanente de las fuerzas armadas en la seguridad interna, para lo cual debería ser reformada la Constitución.

Son frecuentes las informaciones, mezcladas con presagios, sobre amenazas de una inminente guerra urbana frente al Maracaná de Río o el Itaquerao de San Pablo. El fin de semana pasado sobresalió una noticia, no confirmada por fuentes con nombre y apellido, dando cuenta de una alianza cuando menos psicodélica (aunque nada puede ser descartado) entre los estudiantes anarquistas del grupo Black Bloc y la organización mafiosa Primer Comando de la Capital, conocida y temida por controlar las cárceles de San Pablo, traficar cocaína y contar con “soldados” bien armados diseminados en las favelas.

Más de un millón de personas se manifestaron contra el Mundial en 2013, erosionando transitoriamente la imagen de la presidenta Dilma Rousseff y desde enero pasado hubo numerosas, pero menos concurridas protestas, algunas violentas, como la que costó la vida de un camarógrafo en Río.

Las movilizaciones continuarán durante toda la Copa del Mundo, como lo anticipó Guilherme Boulos, el profesor de filosofía y líder de los Sin Techo asentados en un terreno baldío de 15.000 metros cuadrados cercano al Itaquerao, donde Brasil y Croacia jugarán el partido inaugural. “Nosotros no somos enemigos del gobierno, queremos que la presidenta Dilma cumpla sus promesas de viviendas populares. Esta Copa fue el gran negocio de las constructoras”, prosiguió Boulos, que se diferenció de las acciones violentas de los Black Blocs: “Consideramos legítimo hacer piquetes, la protesta es parte de la democracia, nuestra metodología no es la violencia gratuita, creemos que destruir patrimonio público es una táctica que perjudica nuestra causa”.

Los dichos de Boulos se ajustan a la realidad: esa organización, la de mayor capacidad de convocatoria entre las que se manifestaron este año, echa mano de tácticas espectaculares como invadir empresas constructoras, aunque sin causar destrozos, y cuando hubo choques con la policía éstos fueron promovidos, generalmente, por las fuerzas de seguridad.

Los responsables de los combates callejeros en 2013 y este año no han sido los indignados, salvo algunos escenográficos ataques de los Black Blocs, sino las policías de las 12 subsedes donde se disputará el torneo.

Ante las evidencias recogidas en decenas de protestas, Amnistía Internacional denunció la brutalidad policial, recomendó su desmilitarización, heredada de la dictadura, y aseguró que esa corporación amenaza el derecho de manifestación con la represión directa y la intimidación política. Así ocurre en San Pablo, donde los servicios de inteligencia policial filman a los manifestantes pacíficos y luego invaden sus domicilios o interrogan a sus familiares para intimidarlos, tal como informaron las autoridades de ese estado.

En la hinchada a favor de la criminalización de las protestas se alista el ex crack Ronaldo, quien recomendó neutralizar a “machetazos” a los indignados durante una entrevista en la que manifestó su apoyo al postulante Aecio Neves en las elecciones presidenciales del 5 de octubre, cuando Rousseff buscará su segundo mandato.

El ex goleador y actual dirigente del Comité Organizador de la Copa descubrió el gusto por la rosca política, el lobby dentro del turbio mercado de pases, mientras juega al poker con poderosos como el ex mandatario Fernando Henrique Cardoso, enemigo jurado del gobierno de Rousseff. También mueve sus fichas en la FIFA y en la Confederación Brasileña de Fútbol, gracias a su antigua alianza con Ricardo Teixeira, el ex presidente de la CBF eyectado del cargo en 2012 por corrupción y su enemistad con Dilma.

El “Traidor” Ronaldo, como lo apoda la hinchada de Flamengo, la más popular de Brasil, siempre juega para sí, y arregla acuerdos con quien sea, incluso con los barones de la FIFA como Joseph Blatter y su escudero Jerome Valcke.

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En Brasil quieren equiparar a los manifestantes con terroristas.
Imagen: AFP
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