DEPORTES › UNOS 1657 ARGENTINOS ACTúAN EN LIGAS DEL EXTERIOR

Son los trotamundos del fútbol

Messi y las estrellas de la Selección son los más conocidos, pero también son los menos: las historias de argentinos jugando en ligas insólitas, de Vanuatu a Guadalupe, son mayoría, muchas veces sin haber pasado por el fútbol local.

 Por Ariel Greco

Desde Lionel Messi y sus cuatro balones de oro a las andanzas de Gaspar Lezcano y Miguel Magnoni en el Amicale de Vanuatu hay mil historias de futbolistas argentinos dispersos por el planeta: en realidad, 1657 para ser exactos, de acuerdo con un detallado informe presentado por la página web Argentinos por el Mundo (AXEM).

La calidad de los jugadores argentinos está probada, y por eso son codiciados en los mejores equipos y ligas del mundo. Pero no sólo nutren a los clubes de elite. Por su capacidad de adaptación, también aparecen en ligas nada habituales, y muchas veces sin siquiera haber pasado por alguna categoría profesional en su país.

“En este momento no te puedo atender”, responde Lucas Galán ante la requisitoria. “Estamos en Omán para jugar por la Copa de Asia, comunicate mañana que volvemos a Líbano y hablamos tranquilos”, completa este delantero surgido en Godoy Cruz, que ya paseó sus goles por el Coatepeque de Guatemala y el Kallithea de la segunda división griega y que ahora los festeja en el Salam Zgharta libanés.

Pablo Trejo hizo divisiones inferiores en Gimnasia, pero no llegó a debutar en primera división y dejó de jugar durante cuatro años. Trabajó como repartidor de soda, en una fábrica de papel higiénico y en una administradora de archivos. Para sumar ingresos, jugaba por plata en torneos barriales.

A través de un representante, en 2012 fue a jugar a una liga regional y de ahí dio un salto inesperado: la isla Guadalupe, en pleno Mar Caribe. “Un intermediario, amigo mío desde la época de Gimnasia, me convenció y me llevó. Mi idea era conocer el Caribe, era mi única oportunidad de hacerlo”, cuenta entre risas a dpa.

A pesar de sentirse cómodo, Trejo no cree quedarse mucho tiempo en el Bananier de la segunda división guadalupeña. “Nos tratan muy bien, pero es muy amateur. Entrenamos dos veces por semana, con suerte tres, y se complica. Por eso corremos por nuestra cuenta por la playa”, asegura el mediocampista ofensivo. “No se hace una diferencia económica y estar lejos de los amigos y la familia es difícil.”

El plural no es casual y tiene que ver con que comparte equipo con otros cuatro argentinos: Guillermo Agüero, Nicolás Reinaga, Rodrigo Peralta y Lucas Tarabini.

Tarabini es el más experimentado en la isla, atravesando su tercera temporada. “El primer año vine con mi hermano Ezequiel y un amigo, pero me tuve que volver por un problema de papeles. La idea era poder saltar a Francia, porque es una isla francesa”, recuerda el mediocampista que tuvo paso por las divisiones menores de Racing y por el fútbol belga.

Su intención es repetir la experiencia de Tino Costa, el ex jugador del Valencia y actualmente en el Genoa, que también empezó su trayectoria en Guadalupe antes de saltar al fútbol europeo a través del Racing de París. “Tengo que hacerme la ciudadanía, pero siempre por alguna razón no la termino haciendo.”

No resulta sencillo el día a día en una Liga con pocos extranjeros y, mucho menos, con cinco argentinos en un equipo. “Nos pegan mucho y los árbitros no nos defienden. Y si nosotros reaccionamos, enseguida nos amonestan o nos expulsan”, afirma Trejo.

Esas dificultades, a veces, se trasladan afuera de los campos de juego, como rememora Tarabini: “Estábamos con mi hermano y Gustavo, un amigo, tomando mate en la playa. Arena blanca, mar turquesa, un paraíso. Y de pronto viene un guadalupeño, con rastas, que pensó que era marihuana y nos preguntó cómo se fumaba”.

No muy lejos de ahí, pero separados por el Mar Caribe, Puerto Rico y las Islas Vírgenes, se encuentran Ezequiel Listello Sosa y Luciano Copetti, los primeros argentinos en llegar a la flamante liga de República Dominicana.

“Vamos a quedar en la historia del fútbol dominicano como los primeros argentinos en jugar la liga profesional. Me genera una emoción enorme ser de los pioneros”, asegura Listello.

La nueva liga profesional tiene apenas un mes y medio de vida, aunque Listello ya hace ocho meses que llegó desde Córdoba a Santo Domingo con su sueño de ser futbolista. “Se ve muy organizada y con muchas ganas de crecer. Es algo histórico en el país porque es la primera vez que el fútbol llegó a ser avalado por la FIFA”, remarca el arquero de 21 años.

A pesar de la organización, todavía tiene algunos puntos amateurs. “No sólo trabajo como jugador de fútbol, sino que soy profesor en las categorías menores del club y también he dado talleres de tango”, cuenta Listello, que arribó al Bauger FC por gestión de su padre, que le consiguió una prueba gracias a los contactos logrados en sus habituales vacaciones en la isla.

Enseñar a niños y ser futbolista parece ser una práctica más común de lo que se podría suponer. Del otro lado del mundo, en Nueva Zelanda, Santiago Falbo también lo lleva a cabo en el Weiketere FC. “El coaching es una especie de trabajo extra que da el club, incluso a veces vía la federación de fútbol”, le cuenta a dpa.

“Es muy divertido, yo disfruto de hacerlo. Por más que sea un trabajo pago, la satisfacción que genera jugar al fútbol con los chicos y chicas y hacerlos feliz no tiene precio”, añade este volante central con pasado en Irlanda, Bélgica y ligas menores de Italia. “También es un primer paso para continuar ligado al fútbol en un futuro lejano.” Su llegada a Nueva Zelanda no fue casual. Un entrenador irlandés se hizo cargo del Weiketere y lo contactó por su experiencia en aquellas tierras. “La liga tiene buen nivel y hay equipos como el Auckland City que manejan presupuestos grandes. Y con la experiencia del Mundial 2010 mejoraron mucho”, afirma Falbo.

Con 1657 futbolistas argentinos desperdigados por el mundo, hay uno que se distingue del resto: se trata de Fernando Avalos, un defensor con pasado por Corinthians, Boavista, Basel y Duisburgo, entre varios otros equipos.

Podría ser por una solicitada que publicaron dos hinchas de Huracán en el diario Clarín en 1998 a la dupla técnica del equipo en aquel momento, Oscar López y Oscar Cavallero. “At López/Cavallero por favor no pongan más a Avalos (ni en el banco)”, decía el aviso que pagaron los crueles aficionados.

Pero, en realidad, la cualidad que distingue al defensor de 37 años que ahora milita en Bravos do Maquis, en la Liga angoleña, es que se trata del único de los 1657 futbolistas argentinos en el extranjero que juega en el continente africano.

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Santiago Falbo juega en el Weiketere de Nueva Zelanda.
 
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