DEPORTES › EL SUIZO FUE REELECTO POR QUINTA VEZ, PERO NO CONTO AYER CON EL APOYO DE LA AFA

Blatter resiste a cualquier tsunami en la FIFA

En la elección se impuso al jordano Ali bin al Hussein, que renunció a presentarse a la segunda vuelta luego de perder en la primera 133-73. Si completa su mandato, el elegido cumplirá 21 años al frente de la entidad.

 Por Ignacio Naya

Desde Zurich

Ni los escándalos de corrupción ni la poderosa UEFA, ni siquiera una amenaza de bomba en mitad del congreso electoral de Zurich: nada puede derribar al suizo Joseph Blatter de la cima de la FIFA, donde ayer fue reelegido como presidente para un quinto mandato. Blatter, que está en el cargo desde 1998, seguirá al frente del ente rector del fútbol mundial hasta 2019, al imponerse al jordano Ali bin al Hussein, que renunció a presentarse a la segunda vuelta tras perder en la primera 133-73. El suizo de 79 años, que se quedó a sólo siete votos de los dos tercios de 140 que necesitaba para ganar en la primera vuelta, se hubiera impuesto en la siguiente votación con una mayoría simple de las 209 federaciones. Si completa su mandato, el suizo cumplirá 21 años al frente de la entidad, sólo por detrás de su predecesor y mentor, el brasileño João Havelange, que estuvo 24 en la cima del fútbol, y de los 33 del francés Jules Rimet. “Un día negro en Zurich”: así calificó la reelección el portugués Luis Figo. “Que Blatter, que es el responsable de que la FIFA haya llegado al punto al que ha llegado hoy, haya sido reelecto muestra qué tan enferma está la organización”, afirmó el ex futbolista.

Blatter superó quizás el más explosivo de su extensa lista de congresos, después de dos días donde la misma celebración de las elecciones se tambaleó bajo titulares sobre redadas, detenciones policiales y sobornos de altos dirigentes de FIFA.

“Unos 1600 millones de personas participan activamente en el fútbol. Es imposible controlar a todos”, se defendió ayer el suizo: un argumento incontrovertible si no fuera porque los siete detenidos el miércoles en Zurich, en una operación anticorrupción, no eran exactamente unos desconocidos. Dos de ellos eran vicepresidentes de FIFA, el caribeño Jeffrey Webb y el uruguayo Eugenio Figueredo, mientras que el resto ocupaba cargos de alto nivel en federaciones o confederaciones. Después de 40 años trabajando en la FIFA, el suizo no podía negar que conocía a la gente con la que comparte el gobierno de la organización.

La operación de la policía suiza formaba parte de una investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos, en el que 14 personas están acusadas de fraude y lavado de dinero, así como de pago y cobro de sobornos por los derechos de marketing de torneos internacionales. “Por favor, deja la FIFA. Déjala estar”, le dijo a Blatter el francés Michel Platini, jefe de la UEFA (Unión Europea de Fútbol Asociado). Eso fue, según reveló el ex futbolista, el jueves, cuando el escándalo de un día antes había incendiado los titulares y provocado reproches incluso de los patrocinadores de FIFA.

“Es demasiado tarde”, le respondió Blatter, que sabe muy bien que las elecciones en la FIFA no se ganan en la prensa, sino en “petit comité”, tejiendo alianzas y traicionándolas, haciendo promesas e incumpliéndolas. Mucho de eso hubo durante la noche anterior al congreso, en la que los whatsapps estuvieron activos hasta altas horas de la madrugada en los mejores hoteles de la ciudad. Las dos regiones golpeadas por el escándalo, la Concacaf (Confederación del Fútbol del Norte, Centroamericana y del Caribe) y la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol), que habían llegado con la idea de votar en bloque a Blatter, se dividieron en facciones. Unos siguieron fieles al suizo, otros le dieron la espalda.

Pero los votos que Ali pudo arañar en las Américas no fueron suficientes para contrarrestar el apoyo mayoritario a Blatter en Africa, Asia y Oceanía. Ni siquiera Europa votó unida por el jordano, como dejó claro el jueves el presidente ruso, Vladimir Putin, que salió en defensa de Blatter.

No en vano, el suizo ha sostenido contra viento y marea la sede de los mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022, pese a que su polémica elección en 2010 sólo le ha generado problemas. La FIFA exoneró de sospechas de compra de votos a ambos países en una investigación interna, pero la Justicia suiza está haciendo sus propias indagaciones.

Blatter se siente atacado por Inglaterra y Estados Unidos, dos países que también participaron en aquella adjudicación de 2010. “Si otros países hubieran salido del sobre, quizá no tendríamos hoy estos problemas”, señaló el suizo, que insinuó que el momento de lanzar la operación policial tuvo motivaciones políticas. “Está claro que no es muy positivo que todo esto salga a la luz justo antes de las elecciones. No quiero hablar de coincidencia, pero bueno, todo es posible”, dijo Blatter en su discurso ante los delegados. Sin embargo, ni la redada policial ni una amenaza falsa de bomba durante la pausa para comer pudieron frenar el congreso electoral, el quinto que supera con éxito el suizo, que llegó al cargo en 1998 al derrotar al sueco Lennart Johansson.

En 2002 vivió otro de sus momentos más convulsionados, cuando su propio secretario general, Michel Zen-Ruffinen, lo traicionó para apoyar al africano Issa Hayatou. Cinco años después fue reelegido por aclamación, mientras que en 2011 ganó después de que su rival, Mohammed bin Hammam, se retirara entre acusaciones de compra de votos. Blatter superó la prueba de las urnas, pero sus problemas están lejos de haberse solucionado. La imagen y credibilidad de la FIFA sigue por los suelos y no parece fácil que, con el suizo a la cabeza, eso cambie en el corto plazo.

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“Unos 1600 millones de personas participan en el fútbol, es imposible controlar a todos”, dijo Blatter.
Imagen: AFP
 
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