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Pasan los años, pasan los dirigentes, pero Racing recicla sus problemas

Blanquiceleste, que no levantó la quiebra, le ofreció el gerenciamiento a Lalín, que espera que la empresa se caiga sola. De Stéfano pretende volver.

 Por Gustavo Veiga

Hoy ya no se trata de la inminente desaparición del club o de los 35 años sin campeonatos locales, sino de otras calamidades. Los socios e hinchas de Racing –guardianes celosos de su integridad– se encuentran de nuevo en estado de alerta y movilizados. Tienen motivos para preocuparse porque el empresario Fernando Marín, como el faraón ante las siete plagas de Egipto, parece ignorar la ira divina. De otro modo, no se entenderían algunas de sus actitudes: proponerle al ex presidente Daniel Lalín la compra del contrato de gerenciamiento o desentenderse de pagar la quiebra, cuando podría hacerlo. Pero en la Academia pasan más cosas. El juez Enrique Gorostegui –el mismo que le bajó el martillo el 15 de julio de 1998– acaba de ser escrachado (ver aparte), Juan De Stéfano busca armar una lista para volver al gobierno, al líder de un grupo de asociados movilizados le intentaron incendiar la casa y la AFA es cada vez más prescindente en un tema que quema, como ese atentado.
Durante la última semana, Lalín les confesó a dos periodistas que simpatizan con Racing cómo Blanquiceleste SA le había ofrecido hacerse cargo del gerenciamiento. Marín intenta salir mientras pueda del brete en que se metió cuando le otorgaron la administración provisoria del club el 29 de diciembre de 2000. Ya han pasado casi cinco años y no levantó la quiebra, cuando debería haber apelado a fondos de su sociedad o incluso a los 6.500.000 dólares que la institución posee en un plazo fijo del Banco Provincia. El contrato que firmó se lo permitiría.
Sin embargo, ni el empresario quiere desprenderse del negocio a cambio de nada –exigiría 4 millones de dólares para retirarse– ni Lalín desea precipitarse. Este polémico personaje que solicitó la quiebra ahora optó por esperar a que Blanquiceleste se cayera sola. Incluso, en el mismo y fortuito encuentro con los hombres de prensa, habría deslizado que Marín ya no tiene plafond entre sus socios. Aunque no aclaró si se trataba de las offshore Elmtree Investment Company Limited (con sede en las islas Vírgenes británicas) y Bergo Anstalt (radicada en Liechtenstein) o de los accionistas locales, Fernando De Tomaso, Carlos Honorio Mocorrea y Anabella Cento.
El intento de seducir a Lalín y la prolongación de la quiebra hartaron a un grupo de asociados liderado por Oscar Cribari. Este ex militante de la Juventud Peronista que mantiene buenos contactos con funcionarios del gobierno nacional consiguió por una denuncia que, en octubre de 1999, De Stéfano y el propio Lalín fueran a parar a la cárcel durante un puñado de días por presunta “administración fraudulenta en concurso real con quiebra fraudulenta”. “Queremos que se repita lo que pasó en Ferro, donde se rescindió el contrato de la gerenciadora por incumplimiento. También exigimos que se lleven los empleados que Blanquiceleste le transfirió a Racing. Y por supuesto, que se levante la quiebra”, afirmó Cribari, quien el 22 de octubre pasado logró que el secretario de Deporte, Claudio Morresi, lo recibiera en su despacho para tratar la situación del club.
Manos hasta ahora anónimas arrojaron varias bombas molotov sobre la casa que Cribari habita en Avellaneda junto a su esposa y dos hijos, de 8 y 10 años. El episodio ocurrió en la madrugada del 4 de noviembre, cuando ingresaba con el auto y comprobó que el portón de entrada estaba quemado por dentro y por fuera, además de que en el interior de su vivienda había un humo blanco que se propagaba por las escaleras. El agredido radicó una denuncia por el ataque que podría terminar en la misma UFI Nº 7 donde se investiga desde el verano de 2004 a Blanquiceleste y al órgano fiduciario designado por Gorostegui, también por administración fraudulenta.
El atentado incendiario tendría vinculación con unos afiches que aparecieron pegados en la Capital y el Gran Buenos Aires donde se responsabiliza por igual al juez, sus colaboradores principales, los ex presidentes De Stéfano, Otero y Lalín y al propio Marín de la debacle que se cierne otra vez sobre Racing. La víctima, por ahora, no quiere incriminar a nadie, pero recordó que en Avellaneda hubo un hecho similar que vivió la hija de Julio Grondona hace varios años. “Es de un estilo parecido”, aseveró y colocó puntos suspensivos.
En diciembre, Blanquiceleste debería pagar una nueva cuota de la quiebra, cuyo monto total, según un abogado que conoce algunos pormenores del expediente judicial, “asciende a 14 millones y otros 9 que surgirían de la revisión de los créditos presentados”. Esta suma de 23 millones se cancelaría si la gerenciadora echara mano al plazo fijo de 6.500.000 dólares (a 1,40 peso más CER), a un par de cuentas en divisas por 2.000.000 que Racing mantendría abiertas en el exterior y a otros recursos.
La presente y delicada situación del club despertó el interés del presidente de la Nación, uno de los tantos hinchas famosos de la Academia. “Me parece que mi amigo Fernando (Marín) tiene algunas cosas por cambiar y yo estoy al borde de pasarme a la oposición”, apuntó Néstor Kir-
chner el mes pasado durante una entrevista radial. Una de las cuestiones pendientes de solución es la transformación del discriminador estatuto del club. Blanquiceleste consiguió que se modificara para que pudieran votar nada más que los socios plenos y no los que van solamente a la cancha. Y así perpetuar con mayor facilidad sus intereses. Si Racing es grande, se debe a que fue y será capaz de sobrellevar males semejantes.

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Daniel Lalín aparece nuevamente en la política racinguista. Fernando Marín, titular de Blanquiceleste, que pretendería irse.
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