DEPORTES › LOS PROBLEMAS DE JUAN ROMAN RIQUELME EN ESPAÑA

Una estrella que brilla por su ausencia y sus caprichos

El presidente de Villarreal, Fernando Roig, le aflojó la red de protección al volante y recortó sus privilegios.

 Por Javier Perez
Desde Villarreal

A Riquelme se le acabaron los privilegios. Fernando Roig, el presidente del Villarreal, dijo basta. Harto de los caprichos de la estrella argentina, de bajo rendimiento en la actualidad, el presidente de la entidad castellonense dio un golpe sobre la mesa para dejar claro quién ejerce la autoridad. “Riquelme es un jugador que tiene que cumplir lo que el club dice y nada más. Si no está dispuesto a hacerlo tendrá muchas dificultades. Si no lo hace, veremos qué pasa”, advirtió Roig, cansado de los conflictos internos entre los jugadores sudamericanos y los españoles y la fría relación de algunos de los futbolistas, entre ellos Riquelme, con el DT chileno Marcelo Pellegrini.

El detonante de la ira de Roig vino por la propuesta del plantel de prolongar tres días las vacaciones navideñas. Tras la humillante derrota del domingo pasado ante Osasuna (1-4), Roig dialogó por espacio de una hora en el vestuario con los jugadores y cuerpo técnico del conjunto amarillo. El bajo nivel individual que la mayoría de los futbolistas del Villarreal ofreció en las 16 jornadas disputadas de la Liga no fue un obstáculo para que éstos reivindicasen más tiempo de descanso.

A la cabeza de la rebelión se puso Riquelme, quien hasta amenazó con no presentarse a entrenar el 29, día para el que están citados los jugadores para reiniciar los entrenamientos. Villarreal quiere evitar que, tal como sucedió en la temporada anterior, tras once días de descanso navideño, los jugadores pierdan ritmo de competencia.

Villarreal compró a mediados de 2005 el pase de Riquelme a Barcelona a cambio de 10 millones de euros, por lo que el ex Boca estaría realizando su segunda temporada como jugador del club, luego de haber jugado dos temporadas en el equipo amarillo cedido a préstamo por el conjunto catalán. Y no es la primera vez que Riquelme se enfrenta con un entrenador del club, ya que en su primera temporada chocó con el asturiano Benito Floro, quien renunció esgrimiendo “incapacidad de maniobra dentro del club para sacar más rendimiento al equipo”. Riquelme ganó la pulseada.

Pero Roig ya no puede mirar hacia otro lado ante los caprichos de su estrella. Riquelme decide su presencia y sus ausencias en los entrenamientos y en los partidos. El argentino es especial. Lo mueven sus sensaciones. Desde su llegada al Villarreal, entre partido y partido, en pocas ocasiones completó una semana de entrenamientos. El decide si su estado físico es el idóneo. Si está bien para jugar –ante Racing el pasado miércoles se ausentó por una supuesta dolencia–, o si, tras una lesión, tiene que recuperarse en Argentina. Todo se le consiente.

Incluso hace escasamente un mes, se le permitió ausentarse más de una semana para viajar a Argentina para estar al lado de su mujer en el nacimiento de su tercer hijo. Villarreal lo ha tratado siempre como a una estrella. Hasta los recuperadores del club son argentinos, para que se sienta como en casa. Su enorme calidad ha omitido sus rarezas. Sin embargo, tras el penal fallado en la semifinal de la Liga de Campeones ante el Arsenal inglés y su discreto mundial con la Selección Argentina –y su posterior renuncia–, Riquelme, más melancólico que nunca, bajó sus prestaciones. Y Villarreal decayó en su juego y en los resultados.

Roig se ha cansado de mirar hacia otro lado. Y dijo basta.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Juan Román Riquelme, defendiendo la casaca amarilla.
 
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