DEPORTES › POR QUé SE DIO VUELTA GRONDONA

Dinámica de lo impensado

 Por Pablo Vignone

Los diarios de hace una quincena parecen haber sido escritos un siglo atrás. Cuando el fútbol de Primera División reclamaba un rescate oficial para hacerle frente a la crisis porque “la AFA ya no tiene dinero para repartir”, como les avisó Julio Grondona a los presidentes de los clubes, evitaba incomodar a los propietarios de los derechos de televisación del fútbol, con los que acumulaba más de veinte años de sociedad. El receptor del reclamo económico era el Estado, y la moneda de cambio la posibilidad de privar de fútbol a la sociedad argentina.

Por entonces, la figura del lazo salvador tomaba la forma del Prode bancado, el sistema de apuestas por Internet que significa caja pero también un sinnúmero de dramas latentes. Fue el ex jefe de Gabinete Sergio Massa, ligado al club atlético Tigre, el primero en hacer público el freno. “Primero la televisión, después el juego, ¿y después qué?”, se preguntó sobre fines del mes pasado. La AFA estiraba su propia estrategia hasta anunciar la suspensión con obvio tono intimidatorio.

Pero entonces el discurso dio un giro perceptible cuando el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández –hincha de Quilmes y de aceitada relación con José Luis Meiszner, ex presidente de ese club y uno de los hombres de mayor confianza de Julio Grondona en la AFA–, mandó al fútbol a “resolver sus problemas con la televisión o con quien quieran pero no con el Estado”, apuntándole a “un montón de lugares de donde se puede sacar el dinero, la televisión o de otros lugares”.

Grondona, que buscaba dialogar con Fernández y no tenía plafond, de pronto se reunió el martes 4 con el titular de la AFIP, Ricardo Etchegaray, en medio de un gran despliegue promocional: la agencia convocó a los medios para que cubran la reunión. ¿Había anuncios? ¿Había la fotografía de una nueva comunión de intereses? De allí emergió la cifra (300 millones de pesos de deuda de los clubes) y una sonrisa ladina de Grondona: “Salgo plenamente satisfecho”. Ante esas mismas cámaras, aseguró: “Si me dan 12 pesos por abonado de cable, todos los partidos serían libres (...) y hasta la Selección”.

Ya no se hablaba de Prode bancado ni quién corre con los gastos de los operativos de seguridad. Los reclamos al Estado se evaporaron. La ofensiva se desplazó hacia las arcas de la TV. Había que estar mirando otro canal para no intuir que Grondona, normalmente en la mira de todos los gobiernos democráticos desde 1983 a la fecha, había trazado los lineamientos de una curiosa, por inédita, alianza.

Para conocer esos límites basta recordar las veladas amenazas de los propietarios de esos derechos presuntamente intocables hasta 2014, cuando en junio pasado circularon rumores de un interés estatal por el fútbol. En ese momento, Enrique Macaya Márquez, la cara televisiva del fútbol argentino de los últimos cuarenta años (paradójicamente arrancó en canal 7), utilizó la plataforma de Fútbol de Primera, el mascarón de proa de TyC, para recordar el caso Perú, la intervención del gobierno de ese país en la federación local y la inmediata marginación, por parte de la FIFA, de los equipos peruanos de todas las competencias internacionales. Recuerden, dijo Macaya, que el año que viene se disputa el Mundial de Sudáfrica...

Fue el mismo fantasma que ayer pretendieron esgrimir, como manotazo de ahogado de último momento, los ex propietarios de los derechos: “Los ojos de la FIFA están muy atentos”, anunciaron en el ciberespacio en su obsesión por retener la arena fina del contrato entre los dedos. Atenta a una justicia propia, superior a la jurisdicción legal en cada país, la FIFA sólo reacciona si hay injerencia del Gobierno en la asociación local, lo cual, claramente, no es este el caso.

No estuvo ajeno al espectacular giro una sensacional admisión del personaje que considera a la AFA como un bien de familia: después de años de especulaciones acerca de la sucesión de su hijo Julio, el presidente de Arsenal, Grondona sorprendió el jueves 30 de julio admitiendo en un reportaje de La Nación que puede competir por un noveno mandato, tras haber anunciado durante muchos meses que en 2011 se iba a su casa.

Desde la tapa de la edición de agosto de El Gráfico, la decana revista del deporte argentino, que acaba de cumplir 90 años y que desde 1998 es propiedad de Torneos y Competencias, sonríen con beatitud Grondona y Joseph Blatter, el presidente de la FIFA. No son pocas las anécdotas que subrayan el ascendiente del dirigente argentino sobre el ex coronel suizo. Los popes ex propietarios miran la tapa y tratan de rebobinar para descubrir qué fue lo que hicieron mal.

Cuentan que la ausencia de un interlocutor válido en TyC arruinó los últimos tiempos de la relación con la AFA. Que la enfermedad de Luis Nofal, el hombre fuerte de la productora y acostumbrado a dialogar con el veterano dirigente en un idioma común, resintió el vínculo. Cuentan también que la AFIP no sólo tenía la mira puesta en los clubes y que la indiscreción de semejante mirada también aceleró el proceso, el giro de 180º, que hasta último momento no pocos temieron que pudiera transformarse en uno de 360º.

Pero el proceso estaba cerrado cuando TyC quiso reaccionar a fines de la semana pasada, convocando a los presidentes de los clubes para abrir el juego e intentando, de paso, aislar a Grondona. ¿Cómo pudo ser posible que ignoraran lo que cualquier hincha silvestre de fútbol sabe de memoria? Que en la AFA se vota a mano alzada lo que propone el impulsor del Todo Pasa.

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