DEPORTES › CRISTINA MEIER, UNA DE LAS CHICAS QUE COMPITE EN EL DAKAR

Un rato en moto, otro rato a caballo

Al ver a Cristina Meier dirigirse al vivac de Fiambalá a eso del mediodía, muchos habrían pensado que la corpulenta alemana se había despedido de su Dakar 2010. Pero, lejos de ser el caso, la corredora venía a solicitar asistencia. Meier, una de las pocas mujeres inscriptas en la categoría de motos, había largado la etapa rumbo a Fiambalá y conducía sin excesivos problemas hasta que, transcurridos unos 50 kilómetros, se le paró la moto. No conseguía arrancar su Yamaha. Puesto que el recorrido de la especial era un bucle alrededor de Fiambalá, Meier se dio cuenta entonces de que se encontraba a sólo dos kilómetros de distancia de la tierra prometida, el vivac y su camión de asistencia. No podía rendirse.

“Llegué a caballo”, cuenta divertida. “Un grupo de argentinos me había ayudado a intentar arrancar la moto y, al no conseguirlo, me propusieron que volviera al vivac en un medio de transporte, cuando menos, original.” Tras su visita al vivac, Cristina regresaba al camino acompañada de su asistencia para volver a salir al asalto de la fatídica especial del día. A las 19.16, más de siete horas después, la alemana pisaba de nuevo el vivac de Fiambalá... a bordo, esta vez sí, ¡de su Yamaha!

Meier (clasificada 95ª) es una de las tres “veteranas” del Dakar en el rubro de las motos, junto a la sueca Annie Seel (KTM, 40ª) y la holandesa Mirjam Pol (Honda, 55ª). En la edición 2010 se anotaron dos debutantes, la británica Tamsin Jones (101ª) y la italiana Silvia Giannetti (70ª). La primera corre con una Yamaha del equipo Desert Rose y se está defendiendo: “He tenido algún problemita mecánico, pero cuando el terreno es ideal para mí, lluvia y barro, me siento como en Gales”. En el desierto se retrasó.

Giannetti, con su larga melena al viento, lleva montando en moto desde niña. Con 12 años tuvo su primera experiencia en un circuito. Pero desde 1999 se consagró a los grandes espacios. En Túnez, en 2004, el recordado Fabrizio Meoni, doble ganador del Dakar, la elogió. “Te defiendes bien, deberías disputar rallies.” Silvia, que trabaja como bombero en invierno y en la tienda y bar familiar en la Toscana, no tardó en darle la razón a su mentor, muerto en el Dakar 2005.

Su objetivo final era el Dakar, al que tan sólo se acercó un poco en 2008. En Buenos Aires, el 1º de enero, confesó haber llorado al pie del Obelisco. Para ella, este Dakar del que tanto le había hablado Meoni es “¡Bello, bello!”, hasta tal punto que no le parece duro el recorrido y que todos los días se siente emocionada por la belleza de los vivacs y de la carrera.

Las que ya no están –hace rato– en el Dakar son las reinas de belleza checas que vinieron a Buenos Aires para alentar a sus compatriotas en la largada: Tatiana Kucharova, ganadora del certamen de Miss Mundo en 2006, y Aneta Vignerova, Miss República Checa en 2009. Demasiado polvo para tanto maquillaje.

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Cristina Meier.
Imagen: Alejandro Leiva
 

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