Mientras, entre nosotros, el relator del régimen Marcelo Araujo vociferaba con más entusiasmos que convicciones que era “apasionante” la definición del torneo Clausura entre Argentinos Juniors y Estudiantes de La Plata, un rato antes uno disfrutaba con la “exquisita” definición de la Liga española entre Barcelona y Real Madrid. Pero por el disfrute lúdico, vale más quedarse con la maravillosa exhibición futbolera del Camp Nou, en el que Barcelona le ganó 40 a Valladolid, que con los encuentros vernáculos de Parque de los Patricios y Santa Fe.

Es que el contagio les ganó a aquellos menos dotados como Puyol, por ejemplo, que al compás del toqueteo de primera de la gran mayoría de sus compañeros, se convirtió en uno más de los que fue entendiendo que aunque se sea defensor –por lo menos en los papeles– a la alegría de jugar se la defiende jugando como el domingo y tantas otras de las últimas tardenoches lo hizo el equipo que nos hizo volver a creer en que vale la pena ilusionarse con el fútbol. Y que justamente la alegría es lo que en estas cuestiones y en tantas otras hay que defender. Ni más ni menos que como canta otro catalán que la devuelve de primera y jamás le pega para arriba.