DIALOGOS › CAROLINA BARRY Y SUS INVESTIGACIONES SOBRE LA PARTICIPACION FEMENINA EN EL PRIMER PERONISMO

La irrupción de las mujeres en la política

El Partido Peronista Femenino es un fenómeno poco conocido dentro y fuera del peronismo. Una organización comandada por Eva Perón que en poco tiempo desarrolló una logística impresionante en todo el país. Cómo fue el proceso que les dio un nuevo lugar a las mujeres, cuál fue ese lugar, cuáles las limitaciones y cuáles las consecuencias son las obsesiones y el objeto de estudio de Carolina Barry, doctora en Ciencias Políticas.

 Por Verónica Engler

–¿Cuáles son los cambios que produjo el primer peronismo en la situación de las mujeres?

–El primer cambio es que se da la ley de voto; ley de voto que iba a surgir de cualquier manera, porque todos los países de América ya estaban dándola. El peronismo, en definitiva, estaba dentro de la oleada general de lo que estaba pasando. Además, ya había actas internacionales del gobierno en las que se comprometía para que fuera así. Es decir, Eva queda como la artífice del voto femenino, pero en realidad es el último eslabón en toda una historia de lucha que venía de principios de siglo, con las feministas, que queda silenciada y que Eva capitaliza a su favor. Simbólicamente se le entrega la ley en sus manos, eso también es un momento fundacional para Eva. Perón le da en sus manos la ley, como diciendo “esta ley que tanto le costó a ella”. Pero creo que más importante aún que eso fue crear los espacios dentro de la política para las mujeres. Es decir, visibilizar a la mujer desde otro lugar, porque cuando se da la ley de voto todos los partidos empiezan a decir “¿y ahora qué hacemos? ¿Qué hacemos con el 50 por ciento del padrón electoral? ¿A quién van a votar? ¿Quién les va a digitar el voto a las madres, a las amas de casa? ¿El cura o el marido?”. Salvo el comunismo y el socialismo, en los que ya tenían militancia las mujeres, el peronismo es el único partido que crea un lugar específico y propio para las mujeres, que es el Partido Peronista Femenino (PPF). Y tuvo la inteligencia de darse cuenta a partir de qué situaciones convocar a las mujeres.

–Leyendo su libro Evita Capitana. El Partido Peronista Femenino 1949-1955 da la sensación de que las mujeres del partido no hacían política sino, como decía Evita, “acción social”.

–Exactamente. Hay que pensar en nuestras abuelas en ese momento. Para ir al cine con un novio las tenía que acompañar un chaperón, o las dejaban estar dos veces por semana en la casa con el novio, pero con toda la familia alrededor. Es decir, era una época en la que en todos los sectores sociales las implicancias morales que tenía cualquier actividad que hiciera la mujer eran muy fuertes. Al mismo tiempo, esta idea de que estas mujeres salieran de sus casas a hacer política no estaba bien vista. Si se tiene en cuenta que el PPF fue una movilización masiva de mujeres, había que darle una connotación diferente. Yo creo que eso fue lo que ponderó el peronismo y al mismo tiempo lo que hizo que esa movilización masiva de mujeres fuera exitosa: darse cuenta de cuáles eran los mecanismos que necesitaban articular para que este paso del hogar hacia afuera, a la vida pública, a la vida política, fuera algo interesante, importante, que no fuera una pérdida de tiempo, y al mismo tiempo que moralmente no estuviera mal visto. Por eso, por ejemplo, las restricciones eran tan exhaustivas sobre el ingreso de los hombres a las Unidades Básicas, había un cuidado muy especial. Generalmente se dice: “¿Cómo, el partido que hace Eva tenía cuidados morales?”. Y sí, justamente, quien es más atacada en este tipo de cosas es la que más cuidado va a tener en preservar estas situaciones.

–En ese sentido, usted hace referencia a un “discurso artificioso” del PPF en torno de las mujeres. La idea era que ellas iban a las Unidades Básicas para realizar tareas que tenían que ver con el hogar y el cuidado de la familia, pero a la vez en ese llamado había otra cuestión, las mujeres iban a hacer política, a participar, a prepararse para emitir el voto (por primera vez en 1951) después de que se aprobara la ley de sufragio femenino en 1947.

–Netamente hacían política, pero no se planteaba como una actividad política. El discurso artificioso es una utilización para atenuar el significado de las palabras. No es lo mismo decir “estoy censando para ver cuántas peronistas hay” que decir “estoy afiliando”, por ejemplo. Al principio aparece el nombre “Movimiento Peronista de Mujeres”, algo que es como un híbrido, que no se sabe bien qué es, pero después empieza a aparecer más taxativamente “Partido Peronista Femenino”, no es lo mismo estar en un partido que estar en un movimiento. Además, la Unidad Básica, por ejemplo, era una prolongación del hogar, no era una entidad política, Eva misma decía “yo no soy una politiquera más”, “la mujer no tiene que tener ambiciones políticas”. Pero tampoco se trata de un doble discurso, sino que es un discurso que busca aplacar las percepciones tanto de mujeres como de varones y los sustos que podía implicar la salida del hogar de estas mujeres. Pero no creo que haya estado pensado deliberadamente, sino que fue surgiendo. En esto también entra a jugar algo muy importante que es el factor Evita. Porque es imposible pensar todo esto sin analizar las connotaciones del liderazgo de Eva. Ella tampoco era vista como una líder política. Estas mujeres seguían a Eva en tanto una misión cuasi religiosa que estaba llevando a cabo Eva a favor de los pobres, de los humildes, de las mujeres, de los niños. Hay una definición muy clara de una de ellas que dice “nosotras nos ocupábamos de los remedios”, como diciendo “nosotras nos ocupábamos de las cosas importantes, útiles, los hombres hacían otras cosas, hacían política”.

–Este “discurso artificioso” genera una situación paradójica. Se convoca a las mujeres a partir de su rol de madres y amas de casa, pero se las habilita en lugares totalmente novedosos desde una perspectiva de género, ya que ingresan al espacio público e inclusive las recoloca en otra situación en el espacio doméstico, que en ese momento comienza a ser valorado como nunca antes, por ejemplo a la hora de exaltar la labor de las mujeres en el hogar como un trabajo que debía ser estimado incluso a la hora de las recompensas.

–Totalmente, por eso se va dando como una superposición de situaciones. Por un lado es “la mujer no hace política”, entonces supuestamente iban a las Unidades Básicas a hacer cosas buenas para el barrio y buenas para ellas en tanto amas de casa: se les enseñaba a coser, a bordar, se les enseñaba a hacer cosas útiles, inclusive también para las oficinistas, tenían clases de inglés, de francés, y también estaban los planes de alfabetización para mujeres que fueron muy importantes. Tenían muchas actividades que ya hacía Acción Católica para mujeres, pero que el peronismo las masifica en las Unidades Básicas. Pero al mismo tiempo, estas mujeres también daban vuelta los tapados, como ellas decían, y se iban a hacer pintadas callejeras, fueron elementos de choque en la campaña electoral de 1951, se tiraron contra Frondizi, rompían actos. En ese momento era un cambio muy importante pensar en que la mujer saliera de la casa, y sobre todo visibilizarla como un factor importante dentro de la sociedad y dentro del ámbito político. Es decir, se potenciaba a la mujer utilizando su mismo ámbito de acción pero dándole un sentido diferente. Esto se ve clarísimo con el Plan de Austeridad y con el Segundo Plan Quinquenal, donde las mujeres se movilizaron enormemente. Para la elección del ’51 estaban altamente movilizadas, una elección que el peronismo ganó exitosamente, en todos los sentidos: más mujeres votaron por el peronismo que hombres, muchas mujeres ingresaron al Parlamento, algo que es totalmente novedoso. Lo que ha sucedido en todos los países es que después de una ley de sufragio femenino generalmente ingresan al Parlamento una o dos candidatas a lo sumo. Pero acá no, en Argentina, entre las legislaturas nacionales y provinciales ingresaron 109 mujeres. Es decir, se da un espacio claro a la mujer, con muchos contrapesos también, porque este liderazgo de Eva aplacaba muchísimo la acción política de las mujeres, pero es un contrapeso para la acción política como la entendemos hoy nosotros a principios del siglo XXI. En ese momento era un cambio muy importante pensar en que la mujer saliera de la casa.

–Usted caracteriza el liderazgo de Eva como carismático, pero ¿cómo pudo ella desarrollar y concentrar un poder que en ese momento era absolutamente impensable para una mujer?

–El tema del carisma lo tomo más que como una característica personal como una característica de relación política de un líder con un grupo. Ella era una primera dama absolutamente anticonvencional. Ese fue el único rol que tenía, nunca dejó de ser primera dama, porque en el Gobierno no tuvo ningún puesto oficial, ella no fue ministra, ni diputada, ni siquiera vicepresidenta, como podría haberlo sido perfectamente. Es decir, ella a partir de este rol de primera dama empieza a construir un poder muy interesante. El primero que le da su apoyo es Perón. Perón necesitaba alguien de su riñón, alguien de confianza. Perón mantenía esa desconfianza innata de los militares, sobre todo de aquellos años, hacia los partidos políticos. Pero también desconfiaba de los sindicalistas, porque ya a esa altura, hablo del año 1946, había mucho movimiento interno dentro de lo que era el Partido Laborista, no era una fuerza fácil para manejar. Entonces, él necesitaba alguien absolutamente leal, y vio en Eva una posibilidad. Después de que asume Perón, ella se instala en el mismo lugar que Perón ejercía como secretario de Trabajo y Previsión. Ese lugar, simbólicamente, tiene una carga muy fuerte, y ése después fue el espacio donde se crea la Fundación Eva Perón. Al principio tendía a ser como una especie de delegada entre Perón y el pueblo, entre Perón y los trabajadores, ella lo dice claramente en los discursos y también en La razón de mi vida. Lo que no podía tener en cuenta Perón es que esta persona iba a construir un poder quizá superior al de él. Tanto la Fundación como el PPF eran organizaciones carismáticas, en las que lo más fuerte que tienen son estas personalidades, estos líderes, pero también es la debilidad más fuerte que tienen, porque no pueden sobrevivir a esto. Por eso una vez que muere Eva tanto la Fundación como el PPF comienzan a diluirse hasta desaparecer.

–¿Cómo actúa este tipo de liderazgo en relación con estas mujeres que ingresaban a la vida política de una manera tan activa?

–Esta relación entre Eva y sus seguidoras, y en general con todo el pueblo peronista, parte de una misión que está más allá de lo político. Lo importante es el tema misional que tiene. De ahí la cantidad de pedidos de santificación, los altares populares, los rezos. El Gobierno también ayudó a que eso fuera así, a que terminara transformándose en una figura mítica. Pero existieron los dos mitos, el mito blanco y el mito negro, y todavía perduran y están bien latentes. El mito blanco es: la santa, la dama de la esperanza, la jefa espiritual de la nación. El mito negro, todo lo contrario: la mujer ambiciosa que lo manejaba a Perón, con orígenes casi de una prostituta. Pero en el medio tenemos una mujer real que vivió un momento histórico, que murió joven y de una forma trágica y en la cúspide de su liderazgo. ¿Y qué pasa en ese momento? La situación contraria de la inicial, Perón trata de incorporar parte de ese legado político que deja vacante Eva. Es muy interesante lo que se va dando en el peronismo con este doble liderazgo carismático, porque Perón también era un líder carismático, con otra naturaleza de poder, diferente de la de Eva, pero que ya cuando empieza de alguna manera, en términos académicos, a rutinizarse su poder, aparece con toda la fuerza el carisma de Eva, entonces eso le da nuevos influjos a esta relación carismática en tanto relación política.

–Estas mujeres del PPF logran organizar exitosamente en dos años a más de la mitad del electorado. Esta organización funcionaba como una maquinaria muy bien aceitada, con una estructura piramidal de cuya cúspide emanaban todas las decisiones. Pareciera que, a diferencia de lo que sucedía en la rama masculina, no había dirigencia intermedia, figuras con peso político-ideológico propio como Atilio Bramuglia (ministro de Relaciones Exteriores), Domingo Mercante (gobernador de Buenos Aires) o Angel Borlenghi (ministro del Interior).

–Sí, totalmente. Una cosa muy sintomática es la primera circular del partido que dice “usted como único ideal tiene al de la patria, único líder a Perón y única misión política de las mujeres es servir a las órdenes de Evita”. Hay que poner eso por escrito y firmarlo. Creo que acá entra a tallar lo que significaba Eva, este carácter casi religioso de la misión que tenía Eva, desde ese lugar se puede entender. Pero es cierto, no se ven estas segundas líneas, porque estas mujeres que son elegidas, las delegadas, son delegadas de Eva, no eran delegadas del partido, eran delegadas de ella. Cada una debía organizar el partido en una provincia, donde tenían mucho poder, las delegadas tenían más aparición en los diarios que los gobernadores, porque se movían mucho, eran mujeres muy ágiles y sumamente leales, y tenían una conexión directa con Eva. Esa misma conexión directa con Eva ya les daba un aura de protección muy importante. Estas mujeres no tenían tradición de participación política, las que sí tenían tradición de participación política, por ejemplo, eran las presidentas de los Centros Cívicos, que son previos a las Unidades Básicas, no pueden ir como presidentas de una Unidad Básica, no pueden ir como subdelegadas, porque ya eran mujeres que venían, como decía Eva, con “vicios” de la política masculina. Es decir, está la idea de invisibilizar deliberadamente a estas mujeres, y la que buscaba visibilizarse, literalmente, quedaba afuera del partido. Dentro de los límites de esta organización, la ambición personal y política era una cosa mal vista. Las mujeres fueron más maleables que los hombres, pero creo que también tiene que ver con esta inexperiencia política, con que era la primera vez que eran convocadas y también con las características de liderazgo de Eva. Estas mujeres se sentían partícipes de una cosa que era mejor todavía que la política, que era diferente, y la ambición política pasaba por estar cerca de Eva. Pero todo esto decae cuando muere Eva. El peronismo pierde este factor y necesitan reemplazarlo de alguna manera y entonces aparecen algunas mujeres que empiezan sus líneas internas y su discusión, como es lógico que se haga en política. Perón trata de aplacarlas, pero no puede del todo. De alguna manera, cuando van a tener más fuerza es durante la resistencia, ahí cobran más vida propia, pero eso ya no tiene nada que ver con esta organización primera, que se da sobre todo en la época de Eva.

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Imagen: Rafael Yohai
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