ECONOMíA › UN INFORME OFICIAL MUESTRA QUE LA MAYORIA DE LOS PRODUCTORES GANAN MAS DE LO QUE PREVEIAN

Un debate clave por la rentabilidad

La Secretaría de Agricultura elaboró un documento que compara los márgenes brutos esperados por productores de soja, girasol, maíz y trigo al momento de sembrar y lo que obtienen cuando cosechan. En todos los casos, ganan más. La respuesta de la Sociedad Rural.

 Por David Cufré

Un análisis de los resultados de la presente campaña agrícola demuestra que la mayoría de los productores de soja, girasol, trigo y maíz están ganando más plata al momento de la cosecha de lo que habían previsto cuando sembraron, debido al notable aumento de los precios internacionales de esos cereales, y a pesar del incremento de las retenciones en los dos primeros casos y de la fijación del criterio de movilidad. El estudio fue elaborado por la Secretaría de Agricultura. Esos niveles de rentabilidad explican que el precio de la tierra se mantenga firme, con aumentos de entre 22 y 39 por ciento para los campos de la provincia de Buenos Aires en abril pasado –en plena pelea del sector con el Gobierno– respecto de mayo de 2007, según datos de la Compañía Argentina de Tierras (CAT), revelados el último jueves por el diario La Nación.

A pesar de esos indicadores de pujanza de la actividad rural, tanto oficiales como del sector privado, las corporaciones agropecuarias plantean que la imposición de retenciones móviles deja a miles de productores de cara a una crisis. Afirman que la rentabilidad tenderá a evaporarse y, frente al riesgo, muchos saldrán del circuito productivo. La consecuencia será, pronostican, una caída de la superficie sembrada y una reducción de los volúmenes de cosecha en las próximas campañas. Argumentan que los costos de los principales insumos acumulan aumentos de entre 40 y 170 por ciento en el último año y la perspectiva es que sigan creciendo. Si a eso se suman derechos de exportación más gravosos, el horizonte se torna oscuro.

La mayor debilidad de esa exposición de los hechos es que no se trata de la primera vez que la formulan, sino que los vaticinios fueron exactamente los mismos desde la primera vez que se fijaron retenciones, en 2002 y, hasta el día de hoy, la realidad los contradijo en toda la línea. “Las retenciones representan una real confiscación y una causa de de-saliento que pone en peligro la rentabilidad de las explotaciones”, advirtió el 30 de marzo de 2002 (diario Clarín) el ex titular de Sociedad Rural Guillermo Alchouron. “La devaluación nos trajo el doble de complicaciones y hasta ahora ningún beneficio”, describió el 27 de mayo de ese año (La Nación) el presidente de Federación Agraria, Eduardo Buzzi. El 18 de julio de 2002, el entonces presidente de Sociedad Rural, Enrique Crotto, sostuvo que a causa del reciente aumento de retenciones la producción de soja “se reducirá esta campaña por lo menos 20 millones de toneladas respecto de la anterior”.

Sin embargo, la superficie sembrada de soja, que era de 12,6 millones de hectáreas en 2002 –cuando la tonelada valía 155 dólares– trepó a 16,9 millones en la campaña 2007/2008 –el precio de la soja en octubre pasado, al momento de la siembra, era de 356 dólares la tonelada, y el viernes cerró a 463–. El aumento del área sembrada fue del 34 por ciento. La producción, en tanto, pasó de 34,8 millones de toneladas en 2002/2003 a 41,6 millones en 2006/2007, 37 por ciento más, según datos de Agricultura.

Todos esos antecedentes corresponden a una etapa en que las retenciones no eran móviles y se encontraban, en el caso de la soja, en un nivel que como máximo llegó a 27,5 puntos, en octubre pasado. Ahora las retenciones son móviles y están en 40,4 por ciento, de acuerdo con el precio de la soja del último viernes. De allí la importancia de contrastar cómo quedan los números de los productores con el nuevo esquema. La Secretaría de Agricultura hizo una estimación de los márgenes brutos para distintas zonas, teniendo en cuenta los rendimientos promedio de los campos que se están dando en la presente campaña.

El margen bruto es la rentabilidad que le queda al productor después de descontar de los ingresos –la venta de la cosecha– los gastos de siembra, de cosecha y de comercialización. No toma en cuenta los costos de estructura, que en el caso de la producción agrícola son menores, y pasan desde el honorario del contador, los gastos del casero y el uso de la camioneta, hasta el “salario” del dueño del campo por su trabajo diario.

El margen bruto que esperaba un productor de soja de la zona norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe y sur de Córdoba en octubre de 2007, cuando encaró la siembra, era de 1404 pesos por hectárea. El que obtendrá ahora, con la cosecha ya casi finalizada, es de 1624 pesos. Es decir que si el negocio era rentable cuando esperaba ganar 1404 pesos, ahora lo es más: la diferencia es de 15,6 por ciento, aunque a esa mejora hay que descontarle la inflación que se produjo de octubre a mayo. El mayor beneficio se da a pesar de que la retención pasó de 27,5 por ciento en octubre (fija) a 39,05 en el promedio de mayo (móvil). Y se produce porque el precio del cereal aumentó todavía más. Como se indicó más arriba, cuando los productores sembraron, la soja cotizaba a 356 dólares en el mercado internacional, y el viernes pasado cerró a 463 dólares.

Si se analiza lo que ocurrió en la zona oeste de Buenos Aires, menos fértil y productiva que la anterior, los resultados también son nítidos. El margen bruto esperado en octubre era de 1027 pesos por hectárea, y ahora escaló a 1222 pesos. Y en el caso del sur de Buenos Aires, con tierras todavía menos ricas, el margen bruto pasó de 804 pesos en octubre a 966 en mayo.

El informe de la Secretaría de Agricultura se reproduce para el girasol, el trigo y el maíz. Las conclusiones son similares. El margen bruto crece en todos los casos en la comparación entre octubre y mayo (ver cuadros aparte).

Página/12 consultó al economista jefe de Sociedad Rural, Ernesto Ambrosetti, para conocer su visión de esos números. Prefirió basarse en sus propias estadísticas, elaboradas con datos de la revista Márgenes Agropecuarios, que revelan caídas del 20 al 40 por ciento en los márgenes brutos en el último año. Si se sembrara hoy, la rentabilidad caería en esos niveles respecto de lo que se esperaba a esta altura el año pasado. Esto se debe, dijo Ambrosetti, a que los costos de los principales agroquímicos (glifosato) subieron 168 por ciento en doce meses, los precios de los fertilizantes treparon 144 por ciento, los de la urea lo hicieron 142 por ciento, otros insumos se encarecieron 60 por ciento y el gasoil subió 40 por ciento. “Los márgenes brutos se habrían vuelto negativos en zonas como Santiago del Estero”, indicó el economista.

La discrepancia entre sus números y los del Gobierno se debe a los diferentes momentos considerados para estimar los márgenes brutos. La Secretaría de Agricultura parte de octubre del año pasado, cuando los productores afrontaron el 70 por ciento de sus costos totales, que son los de la siembra, y esos incrementos de precios en los insumos que menciona Ambrosetti no habían sido tan pronunciados. El informe oficial toma en cuenta cuál era la expectativa de rentabilidad en el momento de la siembra y cuál es ahora, cuando cosechan. Como se vio, en todos los casos los márgenes brutos son mejores ahora que antes. Ambrosetti, en cambio, estima qué pasaría de frente a la próxima campaña.

En Agricultura reconocen que los aumentos de precios de los insumos y el nuevo nivel de retenciones podría achicar los márgenes brutos hacia futuro, pero advierten que a ese cálculo le falta un elemento esencial, que es saber qué ocurrirá con los precios de los granos más adelante. De todos modos, remarcan que los márgenes seguirán siendo positivos y que la producción no caerá. Ambrosetti, en cambio, afirmó que espera “un estancamiento o una caída en las áreas sembradas” y “una baja de la producción”. “Caerá el uso de paquetes tecnológicos porque los costos de los insumos aumentan más que los ingresos y eso repercutirá en una baja de los rindes”, estimó. El tiempo dirá.


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