ECONOMíA › EL TEMOR AL DESABASTECIMIENTO SIGUE MANDANDO

La nafta y sus fantasmas

La mayor oferta de combustible no pudo normalizar el mercado, ante el exceso de demanda de quienes viajan el fin de semana y temen que se agote para entonces. El fracaso de la desregulación.

 Por Raúl Dellatorre

Anoche volvieron a formarse largas colas de automovilistas en las estaciones de servicio del centro y norte de la Capital Federal, ansiosos por asegurarse el combustible para el fin de semana. Las características de las unidades rodantes dejaba a las claras de que no se trataba, en general, de gente obligada a salir a trabajar hoy a la mañana con el tanque lleno por ser fleteros, remiseros o viajantes de comercio. Los autos que hacían cola anoche frente a los surtidores de Figueroa Alcorta y Mariscal Castilla (Barrio Parque), Avenida del Libertador y Tagle (Recoleta), Libertador y 9 de Julio (Retiro) o Paraguay y Rodríguez Peña (Barrio Norte) eran, en general, de alta gama y de modelos recientes. Desde las petroleras, en tanto, aseguraban ayer por la tarde que la salida de combustibles desde las refinerías “tiende a normalizarse”, y que en las próximas horas (hoy, a más tardar mañana), el mercado quedará plenamente abastecido. “Si no hay urgencia de cargar antes del jueves, no tiene sentido hacer la cola”, explicaban. Pero los desesperados automovilistas no les creyeron: se imaginan, tal como lo hacían ver algunos medios, un fin de año sin luz, sin combustible y sin plata en cajeros automáticos. Ayer, al menos, pretendían asegurarse el segundo.

Hasta el inicio de esta semana, las refinerías de Esso y Shell seguían operando por debajo de su capacidad instalada. YPF, a su vez, se enfrentó con problemas de logística el último fin de semana para reponer la nafta en las estaciones que agotaron la carga recibida el jueves. Petrobras aseguró estar trabajando “a pleno” en sus cuatro refinerías. En esas condiciones, la oferta global no dio abasto para responder a una demanda otra vez excedida por encima de lo esperable. Esta vez, lo que pesó sobre la decisión de los usuarios fue la expectativa negativa respecto de qué iba a suceder el próximo fin de semana. Con un escenario de desabastecimiento en la mira, los automovilistas con viajes en sus planes prefirieron no esperar y buscaron la nafta allí donde se encontrase, aunque tuvieran que hacer cuatro horas de cola para conseguirla.

Esta actitud cambió el panorama que se esperaba para lunes y martes. En vez de renacer la calma, se extendió la tensión. Pero también cambia el panorama para los días siguientes, aseguran fuentes de las firmas petroleras. “Los que adelantaron la carga de sus tanques, ya no vuelven. Y las estaciones de servicio volverán a tener reposición prácticamente normal entre miércoles y jueves (hoy y mañana)”, señalan desde una de las firmas con posición fuerte en el mercado. “A partir del viernes empieza el éxodo de turistas y de quienes pasan las fiestas afuera. Eso va a descomprimir el área urbana. Y en el interior, por ejemplo en la costa atlántica, prácticamente no se registraron inconvenientes”, explicaban.

El Gobierno también parece creer en ese diagnóstico. Eso justificaría el aparente silencio con el que las autoridades del área de planificación y energía siguieran todos estos acontecimientos. A lo sumo, habrá alguna “sugerencia” para que las empresas y gremios transportistas colaboren con la logística de distribución para facilitar el manejo de las naftas cuando la demanda presione. “Lo estamos conversando”, confían en fuentes petroleras, sin agregar más.

Quizás, entonces, el problema quede superado en las próximas horas. Pero dejará como experiencia la necesidad de revisar el funcionamiento del sector. No es por escasez de crudo el cuello de botella, como se podría haber supuesto en perspectiva años atrás, frente a reservas probadas que no crecían ni llegaban a reponer las que se consumían. La demanda interna de combustibles creció, pero a nadie podría sorprenderle, y ni siquiera superó la tasa de aumento de la actividad económica. El verdadero problema se presentó en el eslabón intermedio: la refinación.

La escasa (casi nula) inversión en ampliación de capacidad de planta abrió más la brecha entre demanda y oferta. Encima, la estrategia de las compañías retrajo, en vez de agregar, disponibilidad de combustible, al buscar redireccionar el mercado hacia las naftas premium (de precio mucho más elevado) y adaptar los procesos de refinación para obtener “más premium” y “menos super” por metro cúbico de petróleo procesado.

El problema no es por precio (visto como “incentivo” a la inversión, en versión empresaria). Tampoco, por retenciones a la exportación (que son más altas para el crudo que para la soja y, además, móviles). Hay un conflicto de intereses entre los objetivos sociales de un servicio público y la gestión privada de la producción con fines lucrativos. Entre uno y otro, la desregulación del mercado de combustibles dejó un vacío.

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Largas colas en los barrios más acomodados. El que viaja nafta quiere.
Imagen: Pablo Piovano
 
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