ECONOMíA › CONVENIO DE PROVISION DE GAS A PARTIR
DE 2007, ATADO AL PROYECTO DEL GASODUCTO NORESTE

Argentina y Bolivia le echan gas a la integración

Aunque Bolivia todavía tiene pendiente de resolución su política de hidrocarburos y la relación con el sector privado –en debate en el Congreso–, ambos gobiernos apuraron un convenio que dará impulso a la construcción del ducto.

 Por Claudio Scaletta

En un clima enrarecido por la decisión del Congreso boliviano de juzgar al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y a parte de su gabinete por las sangrienta represión del pasado octubre (ver página 19), los presidentes de Argentina, Néstor Kirchner, y de Bolivia, Carlos Mesa, firmaron un preacuerdo para la exportación de 20 millones de metros cúbicos de gas diarios para alimentar, a partir del 2007, el futuro gasoducto del Noreste argentino.
El objetivo de los dos gobiernos para firmar un preacuerdo de exportación cuando aún quedan por resolver numerosos problemas legislativos, a la cabeza de los cuales se encuentra la sanción de la controvertida nueva ley de hidrocarburos –que entre otros temas debe establecer el monto de las regalías petroleras y las potenciales retenciones a las exportaciones–, es apurar los plazos para concretar la licitación del gasoducto del Noreste. La idea es transmitir a las empresas que ambas naciones tienen una clara voluntad política de avanzar en la integración.
Las especulaciones en Bolivia sobre la habilitación para juzgar a Sánchez de Lozada señalaban que se trataba de una jugada con un doble rédito. Primero lograría que toda la atención de la oposición no esté puesta en un acuerdo con Argentina, sobre todo cuando aún resta que el Congreso sancione la nueva legislación sobre hidrocarburos que incluye la delicada cuestión de las regalías petroleras. Segundo, porque la posible negociación para evitar que el Poder Judicial avance sobre Sánchez de Lozada será una de las cartas que el oficialismo tendrá para la aprobación de la ley, que requiere una mayoría de dos tercios.
Ayer, el clima preparado para recibir al presidente argentino y su numerosa comitiva, integrada entre otros por los gobernadores de las provincias por las que pasará el gasoducto del Noreste, el ministro de Planificación, Julio De Vido, y los secretarios de Energía, Daniel Cameron, y de Comunicaciones, Guillermo Moreno, era el de una verdadera fiesta. Las calles que unen el Aeropuerto Sucre con el centro de la ciudad se encontraban completamente colmadas de personas que vivaban a la Argentina y alumnos de los colegios con banderas de las dos naciones. La idea del gobierno de Mesa es transmitir a la población la idea de que la explotación de los hidrocarburos constituye la herramienta que el país tiene para resolver sus graves problemas sociales, principalmente la pobreza y la exclusión.
La firma de los documentos fue precedida por sendos discursos de los jefes de los Estados, donde Kirchner manifestó que la Argentina y Bolivia “están dando hoy un verdadero ejemplo de integración energética compartiendo riquezas que van a significar la creación de trabajo y desarrollo económico y la mejora de la calidad de vida de nuestros pueblos”. Kirchner hizo hincapié en la decisión política de los gobiernos de “restaurar para nuestros pueblos la idea de justicia y equidad que se perdió hace muchos años”.
Por su parte, Mesa destacó que la firma de este protocolo se produce luego del referéndum que se llevó adelante para consultar a la población sobre lo que Bolivia quiere hacer con sus hidrocarburos. “Estamos frente a una extraordinaria oportunidad de que el gas sirva a la integración de ambos países en momentos en que Bolivia recuperará para sí la propiedad de los hidrocarburos en boca de pozo en el marco de una ley del sector”, dijo Mesa, en referencia al tratamiento parlamentario que dará el Congreso boliviano al tema. En este sentido, Mesa destacó que “el acuerdo que hoy firmamos con la Argentina respetará rigurosamente las normas que establezca la nueva ley de hidrocarburos”.
El acuerdo energético, complementario a los firmados en abril y julio últimos en Buenos Aires y Tarija, respectivamente, “significará trabajo, inversión y recursos para ambos países”, describió Kirchner, quien además aludió a “nuestros pueblos tan sufridos” que deben combatir permanentemente la pobreza e indigencia.
En medio de críticas por su decisión de exportar gas a Argentina antes de la promulgación de la nueva ley petrolera, que postula la recuperación estatal de los hidrocarburos actualmente en poder de 25 firmas extranjeras, esgrimió que el pacto energético duplicará desde 2007 el valor de las ventas globales bolivianas. “Cómo perder una oportunidad de este tamaño, que no sólo es exportación de gas sino que es también la construcción, en territorio boliviano, de una planta separadora (de líquidos) que marca un valor agregado y un espacio distinto, nuevo y promisorio que debe ser un futuro de industrialización de nuestros hidrocarburos”, afirmó el gobernante boliviano.
El combustible abastecerá principalmente a las provincias de Formosa, Corrientes, Misiones, Chaco y Entre Ríos, por medio de un gasoducto binacional de 1500 km de extensión con una capacidad para transportar 30 millones de metros cúbicos diarios. La obra demandará una inversión de 350 millones de dólares y cerca de 18 meses. El proyecto a mediano plazo es que a partir de un eje Santa Fe-Clorinda (Formosa) se pueda conectar el territorio paraguayo al norte y Uruguay al este. Bolivia detenta la segunda reserva gasífera en importancia de Sudamérica.

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Néstor Kirchner y Carlos Mesa, presidentes de Argentina y Bolivia, exhiben el preacuerdo.
 
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