ECONOMíA › SE RENUEVA LA DISPUTA COMERCIAL ENTRE ARGENTINA Y BRASIL

Como si estuvieran en la cancha

Los acuerdos vigentes para regular el comercio de electrodomésticos, calzados y harinas corren riesgo de caer, por reclamos cruzados y falta de una estrategia de desarrollo integrada. Sigue la disputa por ganar mercados como en etapas pasadas.

 Por Cledis Candelaresi

Las declaraciones que Ivan Ramalho formuló poco antes de viajar a Buenos Aires para participar ayer de una de las periódicas reuniones de monitoreo del comercio bilateral prueban la remanida estrategia de golpear para mejorar la posición negociadora. El viceministro de Comercio y Desarrollo del Brasil, reconocido acá como un negociador gentil y de posiciones mesuradas, desechó en San Pablo la posibilidad de renovar un acuerdo entre los fabricantes de línea blanca (heladeras, cocinas y lavarropas) de ambos países que impusiera a los propios la obligación de limitar sus exportaciones a la Argentina. Después de un día de prolongadas reuniones en esta Capital, la resistencia paulista no fue del todo vulnerada, aunque ambas partes hicieron un esfuerzo por recomponer el clima de las discusiones. Hay promesas de acercamiento por calzados y harinas, otros rubros en los que el vínculo comercial se tensa fácilmente.

Las negociaciones en torno del comercio de productos de línea blanca son una muestra de los vericuetos que tiene el sensible vínculo comercial bilateral, que en enero acusó un déficit de 151 millones de dólares, desbalance que se repite consecutivamente desde hace cuarenta y cuatro meses. En ese renglón existió hasta principios del 2006 un acuerdo para que los fabricantes brasileños, los principales proveedores del mercado local, autolimiten sus ventas. Ante su negativa a renovarlo, en diciembre pasado Argentina impuso licencias no automáticas de importación, un permiso que el país otorga arbitrariamente y de hecho frena aquellas operaciones.

Brasil consideró la medida como una provocación injustificada, en particular frente a la recuperación que tuvo la industria local, tal como destacó Ramalho desde la capital del principal socio del Mercosur: “Ya hicimos nuestro aporte a la recuperación”, advirtió. Ayer, se llevó la promesa formulada por el propio secretario de Industria, Miguel Peirano, de que ese instrumento no será utilizado para limitar las importaciones brasileñas y que se utiliza, básicamente, para darles certidumbre a los inversores locales. Finalmente, el funcionario de Economía aseguró que esa herramienta será desechada apenas se renueve un acuerdo sectorial. Presión contra presión.

El caso de las heladeras es ilustrativo. Las made in Brazil tienen una preeminencia absoluta respecto a las de cualquier otro origen. Pero hay otras cuestiones igualmente ciertas, que dan cierto fundamento a las advertencias de los brasileños. Una es que los fabricantes locales no han perdido posición relativa a partir de esas ventas. En 2005, cuando estaba vigente el acuerdo con Brasil, la producción argentina aumentó un 50 por ciento respecto del año anterior. Otro punto es que las compras de heladeras a Brasil tuvieron un aumento del 20 por ciento en valor total durante el año pasado por suba de precios, pero prácticamente se mantuvo la cantidad de unidades. En el mismo lapso, repuntaron drásticamente las que se importan desde Perú.

Otro ítem del comercio bilateral que suele ser conflictivo es el de calzado, en el que la producción argentina está protegida por una doble vía: el acuerdo de autolimitación y las licencias no automáticas. Ayer se acordó suspender esta valla por los próximos 60 días y seguir ajustando el intercambio a las pautas del pacto entre industriales hoy vigente: Brasil puede exportar hasta 13,5 millones de pares por año, más el equivalente al aumento del PBI y la producción sectorial argentina, lo que subiría aquel volumen a unos 15 millones de pares.

De las reuniones grupales que ayer comandaron Peirano y Ramalho surgió la coincidencia de que se subirá el Arancel Externo Común al 35 por ciento para los zapatos, tal como quiere la administración de Lula. Se trata de una restricción orientada a frenar cualquier eventual invasión desde Asia. Considerando el conjunto de las importaciones brasileñas de enero, China se ubicó como el segundo proveedor de la nación vecina, desplazando de ese lugar a la Argentina.

Del cónclave de ayer tampoco surgió un acuerdo cerrado respecto de las exportaciones de trigo argentino que Brasil suele frenar con medidas paraarancelarias. Los productores e industriales harineros de ambas naciones conformarán una mesa de trabajo que se inaugurará los primeros días de marzo con el objetivo de acercar posiciones que a priori parecen irreconciliables. Los argentinos se quejan por aquellas restricciones a sus ventas. Su competidores, porque consideran que éstas aumentaron proporcionalmente en exceso.

No faltan pruebas de las rispideces del vínculo comercial. Ejemplo de ello: Argentina denunció a Brasil ante la OMC por imponer “un antidumping muy agresivo” al pet argentino (resina para la fabricación de los llamados “envases de plástico”), convocando a terceros para zanjar las diferencias con el vecino. Un punto que será debatido hoy.

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Miguel Peirano, titular de Industria y de las negociaciones. Mucha reunión, pocos acuerdos.
 
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