ECONOMíA › NUEVO CRUCE ENTRE EL GOBIERNO Y SHELL POR LOS PRECIOS

La nafta baja, pero la tensión sube

La secretaria de Comercio envió ayer al escribano del Gobierno a Shell para que Juan José Aranguren ratifique o rectifique su afirmación de que la baja de precios provocará desabastecimiento.

Ni siquiera la rebaja de hasta un 14,9 por ciento en el precio de las naftas, implementada ayer por Shell, logró bajarle la tensión al enfrentamiento que mantiene con el Gobierno. La petrolera negó el jueves que la medida fuera una consecuencia de la presión oficial. Su presidente, Juan José Aranguren, sostuvo que “la decisión se tomó luego de analizar la evolución del mercado junto a nuestros operadores de las estaciones de servicio y con los dirigentes empresarios nacionales”. “Con la reducción de los precios hay más demanda y peor es el abastecimiento”, aclaró luego provocativamente. La respuesta oficial no se hizo esperar. El escribano general de Gobierno, Pedro Natalio Echegaray, se presentó ayer por la tarde en el edificio que la empresa tiene en Diagonal Norte al 700 para intimar a Aranguren a que ratifique o rectifique sus declaraciones.

“La Secretaría de Comercio entiende que la empresa tiene que aclarar las manifestaciones respecto de que, si los precios bajan, va a haber menos abastecimiento de combustibles”, afirmó Echegaray apenas llegó al lugar. Media hora después, al salir del edificio, indicó que le notificaron al abogado apoderado general de la compañía, Héctor Jurado, ya que Aranguren no estaba, y aclaró que la secretaría le concedió al directivo 72 horas para que reconozca como propios los dichos publicados ayer en varios diarios. Página/12 se contactó con una fuente de la Secretaría de Comercio para saber qué medidas tomará Moreno si Aranguren no responde en el plazo establecido, pero no quiso dar detalles sobre los pasos a seguir. Algunos analistas sostienen que lo que está haciendo el Gobierno es intimidar a Shell para forzarla a alinearse con la política oficial o, en su defecto, empujarla para que venda sus activos y se retire del país.

El conflicto con Shell comenzó en marzo de 2005, cuando el ex presidente Néstor Kirchner convocó a la población a boicotear a la firma luego de que ésta decidiera aumentar sus naftas un 3 por ciento. Algunos analistas especularon entonces con que la reacción presidencial también estuvo influida por la decisión de Shell de no venderle su filial en Argentina a la petrolera venezolana Pdvsa. Desde entonces, la relación nunca se recompuso. La petrolera se negó a importar gasoil para proveer el mercado interno a mediados de 2006 y en noviembre de ese año comenzó a recibir sanciones millonarias por desabastecimiento. En agosto de 2007 se vivió un nuevo pico de tensión cuando el secretario Guillermo Moreno pidió ante la Justicia la detención de los integrantes del directorio local por violar la Ley de Abastecimiento y la pelea recrudeció nuevamente luego de que el Gobierno cerrara las exportaciones a comienzos de este mes para tratar de que las petroleras retrotrajeran los valores de sus naftas al que estaba vigente en noviembre.

El viernes 11 de enero Repsol, Petrobras y Esso se comprometieron ante el Gobierno a bajar sus precios. Un día después lo hicieron y una semana más tarde se los autorizó a exportar. Sin embargo, los directivos de Shell no se reunieron con Moreno para negociar la baja. Los precios siguieron sin cambios hasta ayer y las exportaciones, cerradas. Durante ese plazo hubo una nueva presión del Gobierno, que le aplicó una caución de 66 millones de pesos, pero la compañía negó que la flexibilización de su posición tuviera alguna vinculación con esos hechos.

“La decisión no está vinculada al otorgamiento o no de permisos de exportación de productos que no son requeridos para abastecer el mercado interno, por cuanto no existe norma legal que así lo disponga”, señaló la empresa en un comunicado con tono provocativo. Luego Aranguren fue más allá al afirmar que el negocio de la exportación dejó de ser atractivo desde que se modificó el esquema de retenciones a la exportación de crudo y naftas a fines del año pasado, con un fuerte aumento del impuesto en todos los casos. “Antes, cuando regía el viejo esquema, exportar era la crema del negocio, pero ahora ya no es conveniente”, sostuvo.

Además, el empresario criticó la actitud de Repsol, operador dominante del mercado local. “La pregunta que hay que hacerse es qué es lo que pasa para que una compañía tome una decisión que le va a poner más presión a la demanda, porque no hay más capacidad de refinación. ¿Cuál es el motivo por el cual el competidor más importante bajó los precios? Pregunten en Repsol por qué bajaron los precios”, declaró Aranguren.

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“Con la reducción de precios hay más demanda y peor es el abastecimiento”, dijo Aranguren.
Imagen: Alfredo Srur
 
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