ECONOMíA › EL FMI Y EL DOLAR LIBRE

Por ahora, flotan dudas

El dólar cotizó ayer a 2 pesos en una plaza nerviosa por próxima flotación del tipo de cambio. Presiones del Fondo

 Por Claudio Scaletta

Las distintas versiones sobre la pronta adopción de un régimen cambiario de flotación sucia llevó ayer la cotización del dólar hasta picos de 2,20 pesos. Los nerviosos ahorristas formaron filas de horas frente a los bancos oficiales y en menor medida en casas de cambio. En el Banco Nación, donde la divisa se vendía a 1,75 peso hubo escenas de violencia cuando a las 15 se cerraron las puertas (ver página 4). Como en el pasado reciente, el empecinamiento del Fondo Monetario Internacional para que Argentina adopte sus recetas, “flotación cambiaria ya” como primer paso, continúa generando turbulencias en la economía local.
Un régimen de flotación cambiaria “sucia”, con la consecuente eliminación del dólar oficial a 1,40 peso, supone que el Banco Central posea un nivel de reservas de divisas lo suficientemente significativo en relación al dinero circulante más depósitos a la vista. De esta manera el BC estaría en condiciones de soportar una corrida sobre el dólar. Así, si el aumento de la demanda impulsa la cotización más allá de cierto rango, el Central vende dólares en el mercado provocando una baja.
La opinión mayoritaria entre los economistas es que los poco más de 13 mil millones de dólares de los que hoy dispone la autoridad monetaria son insuficientes para evitar una disparada del dólar. Las estimaciones más optimistas consideran que serían necesarios, como mínimo, alrededor de 10 mil millones de dólares adicionales. Se trata de una simple proporción matemática, puesto que al dinero circulante más depósitos a la vista supera los 40 mil millones de pesos.
Si en este contexto el gobierno decide la libre flotación necesitará entonces que el Fondo realice el aporte de reservas faltantes. Lo que, como suele suceder en la relación con el organismo, no supone necesariamente que el desembolso se produzca. Bastará con un crédito “contingente”, es decir que “estará disponible” en caso de que Argentina lo necesite y cumpla con las condiciones de política monetaria y ajuste fiscal comprometidas.
Esta situación es bien conocida por los funcionarios del FMI que, no obstante, decidieron desplegar su conocido juego de condicionalidades. “La flotación del tipo de cambio es un prerrequisito para reanudar la asistencia financiera a la Argentina”, señaló el miércoles el número 1 del FMI, Horst Köhler. “Argentina no flotará hasta que no consiga el apoyo financiero del Fondo”, contestó ayer desde Nueva York el presidente del Banco Central, Mario Blejer. “La próxima semana habrá flotación”, contradijo desde Buenos Aires el director del Central Aldo Pignanelli. “Los técnicos del Fondo no se pusieron de acuerdo con los miembros del equipo económico sobre cuando comenzar la flotación”, explicó ayer un vocero de Economía luego de la reunión entre las partes.
Al margen de las contradicciones, si el FMI no pone el dinero, el dólar corre riesgo de dispararse. Y si lo pone, Argentina deberá aceptar un fuerte ajuste fiscal en plena hiperrecesión. Además, continuará engrosando su impagable endeudamiento público. Parece poco aceptable que la racionalidad económica de las instituciones financieras internacionales continúe reeditando este ciclo.
En este marco, distintos observadores se preguntaron para qué se puso el dólar oficial a 1,40 si se pensaba en una flotación inminente. En otras palabras, para qué se decidió poner un piso a la futura flotación. Según comentaron a Página/12 economistas que trabajaron cerca de Jorge Remes Lenicov, la razón fue que la flotación no se esperaba para antes de seis meses. Las presiones del FMI aceleraron los tiempos.
¿Pero por qué se decidió un tipo de cambio oficial de 1,40? Los modelos econométricos teóricos elaborados a fines del año pasado mostraban que el valor de equilibrio del dólar podría ubicarse entre 1,80 y 2,40 pesos. (El nivel de equilibrio teórico está determinado por las exportaciones necesarias para que, a un nivel de empleo determinado, se equilibre la balanza de pagos, descontando inversiones directas más servicio de deuda ydemás salidas de capitales). Se pensó entonces que la valuación a 1,40 sería óptima para equilibrar el proceso redistributivo desatado con la devaluación, es decir; que minimizaría las transferencias de ingresos.
Ayer, frente a las presiones del FMI para adoptar la flotación, las políticas pensadas para el mediano plazo quedaron obsoletas antes de tiempo. En una plaza signada por el nerviosismo, las cotizaciones mostraron una gran volatilidad. Desde 1,75 peso en las entidades oficiales, aunque con un tope de 300 dólares por persona, hasta 2,45 pesos contra cheque en las casas de cambio. Al promediar la tarde, las operaciones en efectivo llegaron, también en casas de cambio, a 2,20 pesos para estabilizarse al final de la jornada por debajo de los 2 pesos, siempre para el tipo vendedor, el comprador quedó a 1,80. Si la compra se hacía en patacones, había que sumar un 10 por ciento. “Esto ya parece un mercado persa”, señalo a este diario un operador de la city.
En el Banco Nación, que junto con el Ciudad y el Provincia de Buenos Aires colocan dólares a un precio inferior al que rige en casas de cambio y bancos privados, se formó una importante cola de compradores. Ello motivó que, a la finalización del horario bancario, muchos no pudieran ingresar. El hecho generó de inmediato una fuerte protesta con golpes a la puerta de la entidad. El reclamo fue infructuoso.

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