EL MUNDO › DIJO QUE EL CANDIDATO REPUBLICANO REPRESENTA LA CONTINUIDAD DEL GOBIERNO DE BUSH

Obama ya se lanzó a competir contra McCain

El candidato demócrata deja casi resueltas las primarias tras su triunfo en Carolina del Norte. Faltan seis estados por decidir y él es favorito en tres. A esta altura las matemáticas dicen que un triunfo de Hillary es casi imposible.

 Por Antonio Caño *

Barack Obama tiene matemáticamente en el bolsillo la designación como candidato presidencial demócrata tras su contundente victoria en Carolina del Norte y su mínima derrota en Indiana. Sólo un error mayúsculo o una sorpresa monumental pueden apartarlo del histórico objetivo de convertirse en el primer negro que compita en el duelo final por la Casa Blanca. “Este es nuestro momento de responder a la llamada que otras generaciones han tenido antes que nosotros para demostrar que el sueño americano sigue vigente”, dijo el senador el martes por la noche en un discurso que parecía representar el último capítulo de su batalla contra Hillary Clinton y el primero de la guerra contra John McCain.

Obama pronosticó un camino lleno de obstáculos hasta la presidencia. Anticipó que le espera una carrera tan áspera y sucia que hará parecer ésta de las primarias una excursión campestre. Pero aseguró que si el Partido Demócrata es capaz de unirse y de encontrar un mensaje positivo –y eso es un gran sí–, la victoria en noviembre está asegurada. “Lo importante no es la campaña que ellos harán –manifestó–, lo importante es lo que nosotros haremos. Lo importante es que podamos responder a las necesidades de los ciudadanos diciéndoles la verdad.” Obama aseguró que ni medidas populistas, como la eliminación temporal de los impuestos sobre la gasolina, ni continuistas, como la prolongación de la guerra en Irak, van a tener respaldo entre un electorado que, según él, ansía el cambio.

“Un voto para McCain es un voto a favor de un tercer mandato de George Bush, y este país no puede permitirse cuatro años más de George Bush”, afirmó el senador de Illinois, anunciando lo que seguramente va a ser la consigna central de la campaña.

Pero todavía queda algún tiempo para ese momento y Obama tiene antes que echar el telón a las primarias. A falta de elecciones en seis estados de donde saldrán los 217 delegados que restan para completar la convención demócrata, a Obama, que es favorito en tres de esos estados, le bastaría obtener poco más de un 30 por ciento de esa suma para ser primero en el recuento final. Ante esa perspectiva, es políticamente inconcebible que los superdelegados (dirigentes y notables del partido) que todavía no se han pronunciado lo hagan para revertir la voluntad de las urnas. Eso sólo parece posible si surge algún escándalo.

Pero Obama ha demostrado ser, pese a su juventud e inexperiencia, un candidato con aplomo y fortaleza. La mejor noticia para él en esta última noche de gloria, después de la victoria en sí misma, fue la comprobación de que el efecto de la polémica suscitada por el reverendo Jeremiah Wright ha sido inferior a lo que se sospechaba. Obama ganó por 14 puntos en Carolina del Norte –uno de los 10 grandes estados del país– y se quedó a poco más de 20.000 votos de ganar también en Indiana, uno de esos estados industriales con un electorado dominado por trabajadores blancos que habitualmente se han puesto del lado de Clinton.

El caso Wright no sólo no ha perjudicado a Obama entre los negros, sino que lo ha fortalecido. Tampoco lo ha afectado seriamente entre los blancos, entre los que ha mejorado su comportamiento electoral respecto de Ohio y Pensilvania. La mitad de los votantes en Indiana y Carolina del Norte confesaron en los sondeos que el episodio del antiguo pastor de Obama había influido en su voto, pero no parece que en todos los casos haya sido de forma negativa.

Obama avanzó ligeramente entre las mujeres. En Indiana, por citar el Estado más difícil para él, llegó al 36 por ciento del voto femenino, seis puntos más que en Ohio y cinco más que en Pensilvania. Mantiene su fuerza arrolladora entre los jóvenes –obtuvo el 71 por ciento del voto de los menores de 30–, pero no consiguió convencer a los mayores de 65 años, de los que un 71 por ciento votó por Clinton.

Quedan seis elecciones en las que el propósito de Obama es el de probar mensajes que respondan a las carencias manifestadas hasta ahora. Obama ha construido una sólida coalición de futuro: negros, jóvenes, hombres universitarios, habitantes de grandes ciudades (ha ganado prácticamente todas las mayores urbes), nuevos votantes e independientes. Le falta añadir a una parte importante del electorado tradicional demócrata: mujeres, trabajadores y latinos.

Obama prometió en su discurso del martes trabajar para hacer realidad esa gran coalición y evitar que la división producida en estas primarias se consume en las presidenciales. Aseguró que será el candidato de un partido unido en torno a una visión común de este país. Pero advirtió que la única manera de conseguirlo es renunciando a las viejas formas de hacer política y haciendo del Partido Demócrata “un partido de principios”.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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Tras festejar en Carolina del Norte con su esposa Michele, Obama le apuntó sus cañones al candidato republicano, John McCain.
Imagen: AFP
 
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