EL MUNDO › SIGUE RAJOY, PERO LOS DINOSAURIOS LO PREFIEREN A AZNAR

El PP español se pepelea

Desde el lacónico “adiós” después de perder las elecciones, hasta su confirmación como único candidato a presidente del partido, Mariano Rajoy ha mantenido un sordo enfrentamiento con el ala más conservadora del populismo español.

 Por Oscar Guisoni

Desde Madrid

Es la peor crisis que sacude al Partido Popular desde su refundación en 1989. Se desató con furia días después de que Mariano Rajoy perdiera las elecciones, en marzo, frente al socialista José Luis Rodríguez Zapatero. A pesar de la virulencia de los enfrentamientos entre sus propios dirigentes durante los últimos meses, sólo Rajoy presentará candidatura para presidir el partido los próximos tres años en el XVI Congreso que se realizará en Valencia ha partir de hoy y hasta el próximo domingo.

Esta aparente unanimidad no servirá para ocultar las heridas abiertas en una guerra en la que participan los viejos dinosaurios de la era Aznar, las nuevas generaciones que piden a gritos un espacio, los sectores que exigen primarias para elegir al candidato que enfrentará a Zapatero en 2012, los que quieren que el partido gire hacia el centro y los que pretenden llevarlo a posiciones cercanas a la extrema derecha. En medio de toda la batalla, dos medios de comunicación: el periódico El Mundo y la radio de la Conferencia Episcopal, Cadena COPE, han jugado un papel inédito pero de vital importancia a favor de las posiciones más conservadoras y retrógradas. Todo esto en el contexto de una situación política y económica muy delicada que ha puesto por los suelos la popularidad de Rodríguez Zapatero, quien en las últimas encuestas empata con Rajoy en intención de voto.

Todo empezó la noche del pasado 9 de marzo, apenas se supo que el PP había vuelto a perder las elecciones. Las derrotas sientan mal a cualquier partido político, pero sus peores efectos llegan a la hora de sacar conclusiones de la debacle. Un Rajoy aturdido por el golpe que le propinaron las urnas pronunció un lacónico “adiós” que hizo pensar a muchos dirigentes y militantes que había llegado la hora de suplantar al líder. Con el rey muerto o en estado de coma, no tardaron en sacar a relucir sus garras los virtuales candidatos al trono. La prensa más cercana, el diario El Mundo y la radio de los obispos, Cadena COPE, emprendieron al día siguiente una operación de acoso y derribo de Rajoy que dejó estupefactos a los propios dirigentes populares y cuyo objetivo de fondo era encumbrar a la “Dama de Hierro” del PP, Esperanza Aguirre –actual presidenta de la estratégica Comunidad de Madrid–, como su natural sucesora.

Apenas se dio cuenta de cómo venía la mano, Mariano Rajoy decidió despejar las dudas acerca de lo que significaba aquel lacónico “adiós” y anunció que volvería a presentarse como candidato a presidir el partido. Sus primeros movimientos, como el nombramiento de la joven y moderada Soraya Sáenz de Santamaría como nueva portavoz en el Congreso, dejaron traslucir una lectura de la derrota que luego el propio Rajoy hizo aún más explícita: las elecciones se perdieron porque el partido estaba demasiado a la derecha y había que girarlo con urgencia hacia el centro. Había que renovar también las caras. Una decisión que ayer reforzó al nombrar a María Dolores de Cospedal, presidenta del PP en Castilla La Mancha, como futura secretaria general del partido. Mujeres en primera línea, moderación política, giro al centro.

Todo ello llevó a los sectores más conservadores, encolumnados detrás de Aguirre y alentados por dirigentes que aún responden al ex presidente José María Aznar, a comenzar una guerra sangrienta como no se veía en el partido desde hacía al menos veinte años. La radio de los obispos y el diario El Mundo se transformaron en la plataforma desde la cual se dirigió el ataque. La situación se volvió tan violenta que el propio Rajoy se vio obligado durante un acto a aclarar que él no era el “candidato de ninguna radio ni de ningún periódico”.

Puestos a tirar dardos, los ultra conservadores no se anduvieron con chiquitas. Aunque les faltó fuelle para presentar una candidatura alternativa, ya que Esperanza Aguirre no se atrevió en ningún momento a dar el paso por el temor al fracaso. De hecho sus apoyos no iban más allá de la capital y de un puñado de reductos del interior, como el País Vasco. Con Aguirre autoexcluida del juego los ataques se centraron en lograr que Rajoy renunciara a su candidatura. El golpe más duro llegó cuando María San Gil, una referente moral y ética del partido por su coraje a la hora de enfrentarse a ETA y candidata a gobernar el País Vasco en las próximas elecciones regionales, anunció que no firmaría la moción política que ella misma estaba escribiendo junto a otros dirigentes para presentar en el Congreso que comienza mañana. San Gil nunca explicó muy bien los motivos de su arremetida. “He perdido la confianza en ti”, llegó a decirle a Rajoy en medio de una de las reuniones más tensas que se hayan tenido en el partido en toda su historia. La dirigente vasca en realidad estaba molesta por el giro que Mariano Rajoy quiere imprimirle a la relación del PP con los partidos nacionalistas vascos y catalanes. En las últimas elecciones la derecha obtuvo nada menos que un millón de votos menos que el PSOE en Cataluña y fue ampliamente derrotada en el País Vasco por su cerrazón a apoyar las reformas de los estatutos de autonomía que los socialistas pactaron con los nacionalistas.

Pero Rajoy es un gallego tozudo y no se dejó intimidar a pesar de que perdió parte importante de su capital político bajo las balas de sus enemigos mediáticos. El último intento de los neocons por tomar las riendas se produjo cuando comenzó a barajarse la posibilidad de que Juan Costa, un moderado que fue excluido por Rajoy en el reparto de la torta interna, presentara candidatura alternativa. El apoyo de los barones regionales del partido a Rajoy fue decisivo a la hora de persuadir a Costa para no emprender la aventura. Así las cosas, el actual líder popular llega al Congreso de Valencia como candidato único, lo cual no le garantiza un partido unido detrás de su figura. De hecho, muchos militantes de base reclaman con fuerza que se apruebe una moción para que el candidato presidencial en 2012 se elija a través de primarias. Una medida que de aprobarse significaría un auténtico soplo de aire fresco para una derecha poco acostumbrada a debatir entre sus propias filas, resabio del autoritarismo franquista que la acompaña desde su origen. Citando a Winston Churchill, Rajoy dio a entender ayer que está dispuesto a llevar al PP hacia el centro político: “Un fanático es alguien que no puede cambiar de mentalidad y no sabe cambiar de tema”, afirmó ante un público que supo entender muy bien a quiénes se estaba refiriendo.

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Rajoy, Fraga Iribarne y Aznar, en la primera fila durante una votación en el congreso del PP.
 
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