EL MUNDO › BETANCOURT NO MENCIONO A LULA SINO HASTA EL VIERNES

Pero no hubo uno para agradecerle a Brasil

 Por Darío Pignotti

La televisión brasileña dejó por una vez de lado su costumbre de ignorar las noticias latinoamericanas para acompañar las declaraciones de Ingrid Betancourt, tras recuperar la libertad después de 6 años en poder de las FARC. Los presidentes Nicolas Sarkozy, Hugo Chávez, Rafael Correa y Cristina Fernández fueron citados por Betancourt durante su primer contacto con la prensa. Relató detalles del rescate y la emoción de reencontrar a su familia, pero no dedicó ni un renglón a Luiz Inácio Lula da Silva. El olvido del miércoles, en un aeropuerto de Bogotá, fue apenas enmendado el viernes durante otra conferencia de prensa en París, cuando Betancourt declaró escuetamente que “Lula conocía mi caso, sé que él hizo lo necesario para que el presidente (Alvaro) Uribe supiera que es posible contar con Brasil para contactos con las FARC”. Si bien esquivó cuestionar a Lula, como lo había hecho su esposo Juan Carlos Lecompte cuando lamentó la “falta de compromiso brasileño”, instó al Planalto a que se sume a la pelea por la liberación de quienes aún están en cautiverio. “Que los brasileños no se preocupen porque si ellos tienen la sensación de que no hicieron lo suficiente, ahora tendrán la oportunidad de hacer más”, compensó Betancourt y adelantó su intención de visitar Brasilia.

El reproche, reforzado por su madre Yolanda Puceiro en declaraciones a Folha de Sao Pablo de ayer, no cayó en saco roto. Marco Aurelio García, consejero de Lula para América latina, rechazó que su gobierno haya eludido comprometerse con la cuestión colombiana. “Hicimos muchas negociaciones, cosas que son más eficaces si se hacen de manera discreta. Teníamos un problema fundamental... no teníamos contacto con las FARC.” En principio la explicación de García es cierta, pues los canales habrían sido afectados tras la detención en 2005, en Foz de Iguazú, del ex cura Oliverio Medina, representante de la guerrilla en Brasil.

García, junto a Hugo Chávez y Néstor Kirchner, participó el 28 de diciembre del rescate fallido de Clara Rojas y Consuelo González, en Colombia. Antes de embarcar, el 27 de diciembre, García declaró en la base aérea de Brasilia que las FARC eran una organización que participa de una guerra hace 40 años. No las llamó “fuerza beligerante”, pero sus palabras iban en ese sentido. El fracaso de la operación de rescate pareció disuadir a Lula, que se había embarcado en la propuesta chavista de forzar el canje humanitario. Fue dentro de esa estrategia que Lula llegó a recibir a la madre de Betancourt en Buenos Aires, durante la toma de posesión de Cristina Fernández. A partir de entonces el gobierno enterró por completo cualquier mención que aludiera a las FARC como una fuerza beligerante, y Lula y el canciller Celso Amorim repitieron que las prácticas de la guerrilla son “abominables”. Expresión que reiteraron la semana pasada cuando Betancourt recuperó la libertad.

En rigor de verdad, Brasil nunca se mostró muy a gusto siendo furgón de cola de la “locomotora” Chávez y su apuesta a la liberación de los rehenes, mismo sin el consentimiento político de Uribe. El Planalto cree que el camino es otro: desechar de momento los esfuerzos por un diálogo entre las FARC y Uribe, y proponer la creación de un Consejo Sudamericano de Defensa, antes de que la crisis colombiana se internacionalice y legitime el principio de los ataques preventivos de Bogotá sobre países vecinos. Para Brasil es prioridad que el conflicto colombiano no lesione la integridad territorial de los estados.

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