EL MUNDO › SéPTIMO DíA DE BOMBARDEOS, MáS DE 430 MUERTOS Y MILES DE HERIDOS EN LA OFENSIVA SOBRE FRANJA DE GAZA

Israel golpeó a Hamas en casas y mezquitas

Doce palestinos murieron ayer, cinco de ellos niños, durante otro día de bombardeos, esta vez concentrados en los líderes de Hamas. La salida de un grupo de palestinos enfureció al resto. Sólo queda en pie el Ministerio de Sanidad. Cohetes en Ashkelon.

 Por María Laura Carpineta

En el séptimo día de bombardeos contra la Franja de Gaza, el gobierno israelí permitió la salida de cientos de palestinos con doble nacionalidad. Fue el único gesto de Tel Aviv.

Durante toda la madrugada y la mañana el ejército más poderoso de Medio Oriente atacó el norte de la Franja, principalmente las casas de los máximos dirigentes de Hamas y una de las principales mezquitas. Doce palestinos murieron, cinco de ellos niños. El saldo de muertos ya superó los 430 y los heridos los 2500. Del otro lado de la frontera, en la ciudad israelí Ashkelon, dos personas resultaron heridas durante una lluvia de doce cohetes palestinos.

Con toda su dirigencia en la clandestinidad y ante los rumores de un inminente ataque terrestre (ver aparte), el grupo radical Hamas juró vengar a todos sus muertos, especialmente a Nizar Rayan, el dirigente asesinado el jueves. “Todas las opciones están abiertas, inclusive las operaciones de martirio, para contrarrestar la agresión y atacar los intereses sionistas en todas partes”, dijo el vocero de Hamas en Gaza, Ismail Rudwan. Hace tres años que el grupo islámico declaró una tregua unilateral con Tel Aviv y suspendió los ataques suicidas.

Mientras tanto, de los casi 450 palestinos extranjeros que Israel autorizó a salir por el paso Erez, en el norte de la Franja, sólo lo hicieron 250. “Muchos no consiguieron un permiso para sus familias y no los quieren dejar atrás”, explicó a este diario Alberto Arce, uno de los pocos trabajadores humanitarios extranjeros que aún siguen en el territorio palestino.

La orden de evacuar a los palestinos con doble ciudadanía no hizo más que irritar a los cientos de miles de palestinos que hace más de dos años están confinados a los 360 kilómetros cuadrados de la Franja de Gaza por decisión del gobierno israelí. La escena del pequeño éxodo en Erez ayer contrastaba con los enfrentamientos y la tensión que se vivió toda la semana en el paso de Rafah, en el sur. Egipto ordenó el cierre del paso fronterizo y disparó cada vez que pequeñas multitudes de palestinos intentaban tirar abajo la valla.

La desesperación ha ido en aumento en esa región desde que los bombardeos israelíes destruyeron gran parte de los túneles que comunicaban clandestinamente los dos territorios. Por allí pasaban armas, pero también alimentos, agua, medicamentos y combustible para abastecer a toda la Franja.

En la ciudad de Gaza apenas queda un puñado de negocios abiertos, pero los precios se fueron a las nubes. El salario promedio de un palestino que aún tiene el lujo de tener trabajo –el desempleo ya alcanzó el 80 por ciento, según cifras oficiales– es de unos 600 shequels (casi 160 dólares). Un kilo de carne puede costar hasta 20 shequels, un litro de leche 7 y un paquete de 20 cigarrillos unos 17 shequels.

Antes de la ofensiva militar israelí, la ONU ya estimaba que al menos dos tercios de la Franja vivía por debajo de la línea de pobreza. Ahora, después de siete días de ininterrumpidos ataques, las ONG internacionales ya no tienen comida o medicamentos para entregar. Las Naciones Unidas es la única organización que aún tiene reservas, aunque ayer advirtió que sólo para un mes más. Un representante de Hamas en Gaza, que pidió no revelar su nombre durante una entrevista telefónica, aseguró que el movimiento tiene comida y agua para entregar durante un par de semanas, no más.

El 80 por ciento de la población de la Franja que está desocupada logra sobrevivir gracias a la ayuda oficial y de la ONU. “Pero el problema es que cada vez se hace más difícil acceder a ella”, advirtió Arce, un español que llegó a Gaza hace meses con la organización humanitaria Gaza Free. Hamas, explicó, entrega la ayuda a través de las mezquitas, pero ahora los templos se han convertido en objetivos militares y la gente teme ir a buscar sus raciones.

Ayer por la mañana los F-16 israelíes bombardearon hasta destruir la principal mezquita del campo de refugiados de Jabalia, el más grande y antiguo de la Franja. Según un comunicado del ejército, en el edificio había misiles escondidos.

Los ataques israelíes se centraron, nuevamente, en la ciudad de Gaza. Más de 30 bombas cayeron ayer en las casas de 15 dirigentes de Hamas y sobre los pocos edificios gubernamentales que quedaban. El Ministerio de Justicia y el edificio donde se emitían los documentos nacionales y se guardaban los archivos personales de toda la población fueron dos de los objetivos elegidos. La única oficina gubernamental que ayer seguía funcionando era el Ministerio de Sanidad, encargado de administrar los hospitales.

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Una mezquita en el norte de la Franja tras ser bombardeada por la fuerza aérea israelí en el séptimo día del ataque.
Imagen: AFP
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