EL MUNDO › EVO MORALES OFICIALIZó LA CUMBRE SOBRE CAMBIO CLIMáTICO Y DERECHOS DE LA MADRE TIERRA

Planeta o muerte, ésa es la cuestión

Los participantes de la conferencia, entre ellos ambientalistas, académicos, funcionarios y actores sociales, elaboran propuestas para enfrentar la crisis climática ya presente en amplias zonas del mundo. Los objetivos de Kyoto han sido demasiado modestos.

 Por Sebastián Ochoa

Desde Tiquipaya

Comenzaron a sesionar las 17 mesas que elaborarán propuestas para enfrentar la crisis climática ya presente en amplias zonas del mundo. Con la participación de 20 mil personas, en ellas se definirá cuáles son los derechos de la Madre Tierra, cómo debiera estructurarse un Tribunal Internacional de Justicia Climática, cómo tendría que ser el mecanismo de financiamiento de los países industrializados a los afectados por el cambio climático, entre otros temas. También empezó a trabajar la Mesa 18, cuya sola mención da urticaria al gobierno de Evo Morales porque en ella se informa sobre casos de contaminación en poblaciones bolivianas por la acción de empresas con el aval del Estado Plurinacional. Ayer, el presidente convocó a destruir al sistema capitalista, principal promotor del calentamiento global.

“Quiero que me ayuden a decir: planeta o muerte”, pidió Morales a 23 mil personas reunidas en el estadio ecológico de Tiquipaya, distante a 10 kilómetros de la ciudad de Cochabamba, donde transcurre la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra (Cmpcc) hasta el 22 de abril. La concurrencia, venida de 135 países, agitaba diversas banderas nacionales y coreaba “planeta o muerte”. Era una variación del “Patria o muerte, venceremos”, que –por instrucción presidencial– los militares bolivianos deben gritar al final de sus mitines.

La inauguración incluyó la presentación de danzas y rituales de varios pueblos indígenas. De acuerdo con el culto aymara, se realizó una q’oa (que en ocasiones contempla quemar el feto disecado de una llama) para pedir a la Pachamama permiso y que dé sabiduría a los participantes de las mesas. Hasta la ministra de Cultura, Zulma Yugar, cantó unas estrofas para el Tata Inti. “Estamos acá reunidos porque los países desarrollados no cumplieron con sus compromisos de reducciones sustanciales de las emisiones de gases de efecto invernadero. Si hubieran cumplido con el Protocolo de Kioto, esta conferencia no habría sido necesaria”, dijo Morales. En ese documento, los 42 países más industrializados se comprometieron a soltar a la atmósfera un cinco por ciento menos de gases contaminantes desde 2008 hasta 2012.

El gobierno boliviano reconoce que Kioto tiene objetivos muy modestos. Pero no representa un retroceso como el Entendimiento de Copenhague, que los países más contaminantes –a la cabeza de Estados Unidos– intentan imponer para tener menos obligaciones en la reducción de sus emisiones.

En el escenario del estadio ecológico habló Alicia Báarcena, representante del secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon. Este organismo multilateral recibe cuestionamientos del gobierno boliviano porque no cumpliría su objetivo de fomentar el diálogo entre los estados, sino que contribuiría a imponer las determinaciones de Estados Unidos. Muchos de los miles de participantes, en sintonía con el gobierno, empezaron a chiflarla y abuchearla. Hasta que la delegada, también secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), resumió su discurso y se despidió con un “si no quieren que estemos nos iremos”.

En la Univalle y en el Hotel Regina empezaron a sesionar las 17 mesas que el lunes habían definido su metodología de trabajo. Uno de estos espacios plantea realizar un referéndum mundial para que los electores decidan si quieren seguir viviendo en el sistema capitalista o si optan por inventar uno distinto, respetuoso con la naturaleza. Ayer, el vicepresidente, Alvaro García Linera, estuvo en un panel sobre las causas estructurales de la crisis climática. El canciller, David Choquehuanca, discurrió sobre el “sumaj qamaña” (vivir bien en aymara).

En paralelo, comenzó a funcionar la Mesa 18, a tres cuadras de la Universidad del Valle (Univalle), donde funcionan la mayoría de las 17 mesas reconocidas por el gobierno. Este espacio complementario de debate tiene mucha cobertura de los medios de comunicación nacionales, preocupados por demostrar que las relaciones de Morales con sus organizaciones de base “no son una taza de leche”, según el decir boliviano. En esta mesa marginal, que funciona en el restaurante La Portelinha, organizaciones indígenas como en Consejo Nacional de Markas y Ayllus de Qullasuyu (Conamaq) y el Movimiento Sin Tierra (MST) cuentan cómo varias empresas saquean los recursos de sus comunidades. El presidente había invitado a las organizaciones a presentar sus observaciones dentro de las 17 mesas de la Univalle, pero finalmente decidieron seguir con la 18. Ayer participó la investigadora canadiense Naomi Klein. Admitió que vino a Bolivia invitada por el gobierno, pero no le parecía contradictorio estar en la conferencia y en la mesa de las organizaciones a la vez.

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Unas 23 mil personas se dieron cita en el estadio ecológico de Tiquipaya con motivo de la conferencia.
Imagen: AFP
 
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