EL MUNDO › OPINIóN

Un premio para un luchador

 Por  Larry Siems y Sarah Hoffman *

El Centro Americano PEN (la asociación mundial de escritores más antigua del mundo) celebra la noticia de que nuestro colega chino Liu Xiaobo, crítico literario, escritor y activista político, condenado a once años de prisión en China, haya sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz. El presidente de PEN, Kwame Anthony Appiah, profesor de filosofía de la Universidad de Princeton, nominó a Liu para el premio en enero de este año.

“Estamos absolutamente complacidos de que Liu Xiaobo, nuestro colega de PEN y un nominado que tuvo el apoyo de muchos de nuestros miembros en diferentes países, haya sido distinguido con el Premio Nobel de la Paz”, dijo Appiah hoy. “Esperamos que las autoridades chinas reciban esta sabia decisión, hecha por el comité del Nobel, tal como el resto del mundo lo acaba de recibir: como un reconocimiento al poder de sus ciudadanos para guiar y dar forma a su propio futuro de manera pacífica. Les pedimos a los ciudadanos y a los líderes de cada nación que se sumen al pedido para que el gobierno chino honre el espíritu de este premio liberando a Liu Xiaobo y al resto de sus colegas que hoy están en prisión.”

“PEN ha estado siempre a favor de la libre expresión y del intercambio cultural entre las naciones”, continuó Appiah. “Creemos que todos tenemos mucho para ganar al prestar atención a China. Una China con mayores libertades de expresión no sólo será mejor para los ciudadanos chinos sino que otorgará también a su propio gobierno una voz más fuerte en la comunidad de naciones.”

Liu Xiaobo fue arrestado en diciembre de 2008, poco después de la publicación de la “Carta 08”, una innovadora declaración de la cual fue coautor llamando a una reforma política, a un mayor respeto por los derechos humanos y al fin del régimen del partido único en China. El documento obtuvo el apoyo de más de 10 mil firmas de ciudadanos de diversas partes de China.

A partir de ahí, Liu fue mantenido incomunicado en un lugar no revelado a las afueras de Pekín por más de seis meses antes de ser formalmente acusado de “incitar a la subversión contra el poder del Estado”. Fue juzgado en un tribunal cerrado el 23 de diciembre de 2009 y el 25 del mismo mes fue declarado culpable de todos los cargos de las acusaciones derivadas de la “Carta 08” y de seis ensayos de su autoría. Liu fue sentenciado a once años de prisión, la sentencia más larga nunca antes aplicada a este tipo de cargos.

Liu apeló la decisión, pero su apelación fue rechazada en febrero. El 24 de mayo de 2010 fue transferido a una prisión en Jinzhou, en la provincia de Liaoning, cientos de kilómetros lejos de su familia que está radicada en Pekín. A su esposa, Liu Xia, sólo se le permite visitarlo una vez al mes.

En 1989, Liu protagonizó una huelga de hambre en la plaza de Tiananmen en apoyo a las manifestaciones estudiantiles, a la vez que llamó a sentar las bases de un movimiento democrático más amplio y sostenible. Al mismo tiempo, fue artífice en la prevención de cualquier otro derramamiento de sangre haciendo un llamado a la no violencia por parte de los estudiantes. Por esto, Liu debió cumplir con más de dos años de prisión y otros tres años de “tareas de reeducación”.

En 1996, por cuestionar públicamente el rol del sistema de partido único y por llamar al diálogo entre el gobierno chino y el Dalai Lama.

En 2004, su línea telefónica y su conexión de Internet fueron cortadas poco después de la publicación de su ensayo crítico contra el recurrente cargo de “subversión” usado para silenciar a periodistas y activistas. A partir de ahí se convirtió en blanco del control y del acoso policial.

Liu Xiaobo también ha sido distinguido con el premio Barbara Goldsmith Freedom to Write, otorgado por PEN en 2009, que honra a figuras literarias internacionales que han sido perseguidas o encarceladas por la defensa y el ejercicio de la libertad de expresión.

Por lo menos 54 escritores se encuentran hoy en día presos en China por su actividad literaria. Cuatro hombres, incluido Liu Xiaobo, son miembros del Centro Independiente Chino de PEN (ICPC, por sus siglas en inglés), el cual está integrado por 300 escritores que viven dentro y fuera de China. El mismo Liu ayudó a la fundación de este centro y ha sido su presidente en años anteriores.

Desde que la organización PEN de China fue fundada, en 2001, sus reuniones han sido regularmente interrumpidas y canceladas por las autoridades. Sus miembros suelen ser vigilados y muchos de ellos han sido arrestados e interrogados sobre las actividades del centro. Al mismo tiempo que PEN de China comenzó a surgir en el país como una importante voz a favor de la libertad de expresión, ha estado bajo una creciente presión, sobre todo en los últimos tres años.

Durante ese período, PEN American Center ha llevado adelante una campaña internacional por la liberación de los escritores y por la protección de los derechos de expresión en China, destacándose la movilización de fin de año por la liberación de Liu Xiaobo tras su condena, así como su nominación al Premio Nobel de la Paz por parte del presidente de PEN, Kwame Anthony Appiah.

Ahora, según el presidente de PEN, la noticia del otorgamiento del premio a Liu es un estímulo para que nuestra organización continúe con su tarea a favor de la libertad de expresión en todo el mundo.

El mismo Appiah recordó que “en una carta enviada a sus abogados luego de ser condenado, en diciembre pasado, Liu Xiaobo dijo que ‘para alguien que siente la necesidad de libertad en un país dictatorial, la prisión es el primer umbral. Ahora he traspasado ese umbral y la libertad está cerca’. Es a través del sacrificio de escritores como Liu Xiaobo que la libertad de expresión gana terreno. Y es a través de la solidaridad internacional, representada por los premios Nobel de la Paz, que todos aquellos que hacen este sacrificio reciben apoyo y pueden ser liberados”.

Dirigiéndose directamente a Liu Xiaobo, Appiah concluyó que “no pararemos de luchar por ti, amigo, hasta que seas finalmente liberado”.

* PEN American Center.
Traducido por Jorge Majfud.

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