EL MUNDO › ITALIA REPELE EL éXODO MASIVO DE LIBIOS

El drama de los que emigraron

 Por Elena Llorente

Desde Roma

“Masacre en Libia. Se teme un éxodo bíblico”, titulan algunos diarios italianos al referirse a la represión en el país norafricano. Internet ha hecho su parte una vez más en todos los casos de las revueltas en los países del norte de Africa, tanto difundiendo mensajes entre la gente como incentivando al alzamiento. Pero también ha servido a todos ellos para poder ver qué significa vivir con un discreto pasar económico como sucede en los países europeos. Para los que surcan el mar en barcazas de pescadores, en botes más o menos grandes, en grupos de 30 o 40, sin documentos y a la espera de ser acogidos como refugiados o como simple mano de obra, pagando para poder llegar, a veces varios cientos de dólares a los traficantes de seres humanos, tocar tierra europea es como el sueño americano para los emigrantes italianos de principios del siglo pasado.

Pero muchos de ellos no saben que el destino que les espera no es todo lo rosa que parece. El centro donde, en principio, son hospedados los inmigrantes que llegan a la isla italiana de Lampedusa, que está a pocas horas de navegación de la costa africana, tiene actualmente 995 personas –su capacidad máxima–, muchos de ellos a la espera de ser trasladados a otros centros del país. Pero cada día llegan más, sobre todo tunecinos. El 22 de febrero por la noche llegaron 197 personas, el 23 por la mañana otras 38.

Cuando se produjo la revuelta en Túnez, en pocos días llegaron a las costas italianas cerca de 5000 personas. Por eso el gobierno italiano piensa ahora que si los desórdenes continúan en Libia, en Túnez, en Argelia, en Egipto, muchos podrían lanzarse a la conquista del territorio italiano. El ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Franco Frattini, dijo ante la Cámara de Diputados que se esperan entre 200 mil y 300 mil personas en los próximos meses (otras fuentes hablan de la posibilidad de que esa cifra supere el millón) y que Italia no podrá afrontar por sí sola esa emergencia. “Europa debe cumplir su rol”, enfatizó Frattini, dando a entender que se debe buscar entre todos los países europeos una solución para el problema. Se prevé que muchos migrantes intentarán llegar también a las costas de la isla de Sicilia y de las regiones de Calabria y Pulia, al sur de la península.

“Europa debería indicar cómo se debe organizar la cuestión de los inmigrantes libios. Por ahora no han llegado y esperemos que no lleguen. Pero si lo hacen, los mandaremos a Alemania y a Francia”, dijo Umberto Bossi de la Liga Norte, principal aliado de Silvio Berlusconi y actual ministro de las reformas. Bossi y su partido son famosos por su actitud discriminatoria y racista contra los extranjeros pobres, que ellos acusan de venir a Italia para robarles el trabajo a los italianos.

No hay mentira más grande que ésa, dicen las organizaciones humanitarias, porque cuando llegan al país, si tienen suerte, los inmigrantes hacen todos los trabajos que los italianos ya no quieren hacer, como barrenderos, recolectores de basura, albañiles, cosechadores de tomates y de frutas. En el peor de los casos, trabajan ilegalmente en esas mismas funciones, alojados en casuchas o piezas sucias y malolientes, o caen en manos de las mafias que dominan el sur de Italia, que los transforman en vendedores ambulantes de objetos falsificados de famosas marcas, o en pequeños traficantes de droga.

Se sabe que la Unión Europea puede destinar fondos especiales para ayudar a Italia a afrontar la emergencia, pero en ningún momento se contempla la posibilidad de que los inmigrantes puedan ser derivados a otros países. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados hizo un llamado a los países europeos y a aquellos que limitan con Libia, para que no rechacen a la gente que llega desesperada escapando de las matanzas.

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