EL MUNDO › ENTREVISTA AL ECONOMISTA CHINO YIPING ZHOU, DEL PNUD

“La relación Sur-Sur maduró”

El experto de Naciones Unidas encabeza desde hace más de 30 años un programa para coordinar acciones en diferentes ámbitos entre países en desarrollo. Regresó a Argentina, el país donde empezó todo, para diseñar sus nuevas metas.

 Por Ailín Bullentini

Yiping Zhou sueña con trazar una red sobre el Hemisferio Sur del mundo que una a cada uno de los países que lo conforman, considerados en vías de desarrollo, con el resto. En eso quiere convertir a la Unidad Especial Cooperación Sur-Sur del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que dirige desde hace más de 30 años: una matriz de lazos de cooperación que ayudaría a disminuir las necesidades urgentes de cada una de las naciones. La unidad coordina acciones de cooperación en diferentes ámbitos entre países en desarrollo. Se trata de intercambios en el área política, económica, solidaria, o en aspectos que apunten a mejoras sociales entre países localizados tanto geográfica como políticamente en el Hemisferio Sur del planeta. Zhou regresó a Argentina, el país donde empezó todo, para comenzar a repensar la estructura de la unidad y a diseñar sus nuevas metas. “Hoy, las relaciones Sur-Sur evolucionaron multidireccionalmente y multisectorialmente, debemos responder a esa maduración”, apuntó en diálogo con Página/12.

La primera vez que se planteó tímidamente la posibilidad de construir redes de cooperación entre países subdesarrollados fue en Indonesia, en 1955. Pero la elaboración formal de la primera agenda del programa tuvo como escenario a la Argentina en 1978, el año más feroz de la última dictadura militar en ese país. El director de Cooperación Sur-Sur aseguró que el contexto local no afectó ese primer gran paso, y remarcó: “Argentina es y continúa siendo un líder en la creación de la arquitectura del programa de Cooperación Sur-Sur y es tiempo que de que lidere la nueva era”.

–¿Qué cambió desde que nació la unidad hasta la actualidad en cuanto a la puesta en marcha?

–Entonces, una de las prioridades de Sur-Sur era fomentar la firmeza de los países que por aquel tiempo recién alcanzaban la independencia. Eran países nuevos, que se habían desecho del colonialismo en épocas recientes, sobre todo en Asia y Africa. Y para eso, existían países en desarrollo, pero ya establecidos, que podían colaborar para fomentar la capacidad de las nuevas naciones para diseñar sus estrategias políticas y que no dependan de los arreglos con los países industrializados. Aquella etapa fue meramente técnica, basada en la transferencia de recursos humanos técnicos, de know how, de formación de cuadros allí. Hoy, las relaciones Sur-Sur evolucionaron multidireccionalmente y multisectoralmente, debemos responder a esa maduración. Son más sofisticadas, ya que incluyen no sólo intercambios técnicos, sino también la creación de un piso común de negociación global, que actualmente la enmarcamos en la Organización Mundial del comercio (WTO por sus siglas en inglés). El objetivo es construir posiciones y encontrar espacios comunes entre los países en desarrollo. Algunos de los países que participan de la Cooperación Sur-Sur abrieron sus mercados a otros para poder comerciar sus productos sin barreras de impuestos. India ya lo hizo, China está en vías.

–Entonces, ¿el intercambio comercial es el nuevo eje de la unidad especial?

–No, no el único. Otra gran área de trabajo es el intercambio de tecnología. La transferencia tecnológica de los países centrales, y productores de la misma, a los que están en vías de desarrollo no tuvo éxito y el avance de esas naciones en este ámbito fue muy duro, costó mucho porque el mercado es fundamentalmente privado con lo cual el Estado quedaba siempre afuera. El desafío que nos toca, ahora, es fomentar el traspaso de capacidad de producción tecnológica a los países en desarrollo. Pero los problemas de tinte social no quedan afuera: urgencias sanitarias como el VIH sida, la seguridad alimentaria, el cambio climático siguen formando parte de la agenda de temas a solucionar, o por lo menos a menguar.

–¿Por qué es necesario reconstruir la estructura y las maneras de operar de la unidad especial?

–Lo que hace falta es una esfera de acción institucional que sea transcontinental y que una a todos los países en desarrollo de todos los continentes. Existen la región latinoamericana, la región africana, la asiática. Pero no existe una arquitectura global que las aúne, cosa que necesitamos imperiosamente para que la cooperación, hoy, dé resultados. En primer lugar, porque muchos de los desafíos que se propone Sur-Sur son comunes a la mayoría de los países. El cambio climático es un desafío global. La seguridad alimentaria también, aunque para Africa sea más urgente. La lucha contra el sida requiere respuestas globales. Sin duda, en la actualidad la unidad especial cuenta con una pontencialidad que nunca tuvo. Sin embargo, aún no contamos con los instrumentos necesarios para convertir en realidad todo ese potencial. Necesitamos un espacio central de iniciativas a nivel global desde donde pensar metas colectivas y no individuales. Se requieren organismos institucionales con los que desarrollar ese marco y bajarlo al terreno.

–¿Por qué las Naciones Unidas no pueden funcionar en este sentido?

–Para Cooperación Sur-Sur, los foros de Naciones Unidas son espacios de discusión que suman ideas al marco teórico desde el cual luego plantear las necesidades más urgentes para armar la agenda. Pero la ONU no es el cuerpo específico desde donde poner en marcha la unidad especial. No puede reemplazar el organismo necesario, integrado por autoridades de cada país más especialistas en políticas de salud, medio ambiente, investigadores y demás. No creo que la ONU deba meterse en la coordinación de los programas de Sur-Sur, menos en la agenda de problemas a resolver.

–¿De dónde sale la financiación de la cooperación?

–Cooperación Sur-Sur no se mide por el monto de recursos financieros que circula de un país a otro. Las debilidades de algunos países son las fortalezas de otros. Los países proveedores, como Argentina, por ejemplo, ayudan a Burkina Faso en el entrenamiento de médicos de hospitales públicos. No se necesita la inversión de fondos si se cuenta con la solidaridad de los gobiernos. Cooperación Sur-Sur no se mide por los fondos ocupados, sino por la calidad y los efectos que provoca lo compartido y la utilidad para el que recibe.

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“El objetivo es construir posiciones y encontrar espacios comunes entre los países en desarrollo.”
Imagen: Sandra Cartasso
 
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