EL MUNDO › ¿DóNDE ESTá KHADAFI? > EN PARíS, EL PRESIDENTE SARKOZY RECIBIRá AL PRIMER MINISTRO DE LOS REBELDES, MAHMOUD JIBRIL

Occidente apura la transición en Libia

Las potencias apuntan a tres objetivos: unir a la comunidad internacional en torno de las nuevas autoridades libias; conocer más a fondo la intención de los rebeldes y evaluar el tipo de ayuda que le podrán dar al país en la era post Khadafi.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

Las capitales occidentales no tienen duda alguna sobre el fin de la dinastía de los Khadafi: Gérard Longuet, el ministro francés de Defensa, dijo a la radio RTL que incluso si no se sabe dónde está Khadafi “el régimen ha caído”. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, sacó rápidamente la canasta para recoger los frutos de la victoria de los rebeldes a la cual Sarkozy contribuyó de forma decisiva. El jefe de Estado recibirá mañana en París a Mahmoud Jibril, el primer ministro del Consejo Nacional de Transición (CNT), el órgano creado a finales de febrero y que agrupa a la insurgencia. Sarkozy también pidió la reunión inmediata en la capital francesa del grupo de contacto sobre Libia (está integrado por los países que participaron en la campaña militar) a fin de explorar los medios de consolidar el poder naciente. Alain Juppé, el jefe de la diplomacia francesa, aclaró más tarde que “el Consejo Nacional de Transición necesitará que la comunidad internacional lo acompañe y lo ayude”.

Todo el éxito de la intervención militar y el consiguiente ocaso del reinado khadafista está entre signos de preguntas. ¿Cómo hacer para evitar los enfrentamientos armados en el seno de la despareja rebelión libia y lograr así que ésta encarne una auténtica transición? La Libia post Khadafi es amenazante. Fuentes diplomáticas francesas citadas anónimamente por la prensa revelaron ayer que la reunión del grupo de contacto convocada por Sarkozy en París, de la cual participará el primer ministro británico David Cameron, tiene de tres objetivos: el primero consiste en unir a la comunidad internacional en torno de las nuevas autoridades para “garantizar” que no habrá divisiones internas en momentos en que se inicia la incierta transición: el segundo busca conocer más a fondo las intenciones del Consejo Nacional de Transición y transmitir el mensaje de que este nuevo período “debe integrar” a los responsables del antiguo régimen que no tengan las manos manchadas de sangre: el tercero apunta a evaluar el tipo de ayuda que la comunidad internacional puede suministrar a la nueva Libia.

Francia se ganó un espacio de influencia importante dentro del Consejo Nacional de Transición. París diseñó primero la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU que dio lugar a la intervención militar y luego protagonizó múltiples negociaciones para su aprobación. Antes, Francia había sido el primer país en reconocer al CNT como el “representante legítimo” del pueblo libio y durante todo el proceso militar mantuvo, junto a Gran Bretaña, un apoyo inobjetable. Los expertos coinciden en reconocer que sin la intervención militar de la OTAN, a la cual se opusieron países como China, Brasil, India, Rusia o Sudáfrica, la insurgencia libia nunca habría ganado. Yves Boyer, director adjunto de la Fundación para la investigación estratégica, señaló al semanario L’Express que fue precisamente esa intervención la que “debilitó” al régimen de Khadafi y la que les permitió a los rebeldes lanzar la ofensiva de los últimos días. Según Boyer, “si bien la operación se realizó bajo el mando de la OTAN, los ejércitos de Francia y Gran Bretaña asumieron el 80 por ciento de las operaciones”.

Pero ello no levanta los interrogantes sobre las auténticas intenciones de la insurgencia. El pasado 17 de agosto los rebeldes publicaron una versión corregida del memorando político que elaboraron para el período post Khadafi. Este texto de unas 10 páginas consta de 37 artículos y está presentado como una “declaración constitucional”. Según ese documento, el CNT prevé entregar el poder a una Asamblea que será electa en un plazo menor a un año y también contempla la adopción de una nueva Constitución. Muy poco para gobernar un país fracturado por la guerra y cuyo funcionamiento responde a la mecánica de las tribus.

Occidente seguirá desempeñando un papel activo a partir de ahora dentro de Libia, empezando por el hecho de que las potencias mundiales tienen en sus manos los haberes congelados del régimen de Khadafi (resolución 1970 de la ONU). Saïd Hadad, conferencista en la escuela de altos estudios de Saint-Cyr Coëtquidan y responsable de la rúbrica libia en la revista L’Année du Maghreb, explicó al vespertino Le Monde los pasos que debería dar la comunidad internacional para que el andamiaje de la transición no se venga abajo. Hadad piensa que “los regímenes occidentales deben acompañar la transición y no supervisarla”. Según el experto, “se trata de vigilar, especialmente bajo la égida de la ONU, que la caída de Khadafi no acarree abusos y arreglos de cuentas sangrientos y sumarios”. Saïd Hadad reconoce, sin embargo, que esa misión “sobrepasa la de Occidente”.

El experto observa que es preciso “reconstruir toda una ingeniería en Libia ya que el sistema establecido desde hace 42 años es un sistema paraestatal. Tanto en el plano de las instituciones o las infraestructuras toda queda por construir”. Desde luego, en la misma entrevista con Le Monde Saïd reconoce que “la instalación de estructuras políticas deberá apoyarse en la realidad del país, sin dejar de lado las realidades tribales”. Nadie puede enganarse. Los países latinoamericanos que conocieron extensos períodos bajo las botas militares saben el tributo de tiempo y esfuerzos que cuesta la recomposición de la democracia. 42 años de opresión y delirios no se resuelven con un par de cañones y el envío de consejeros en democracia occidental.

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Un miliciano rebelde hace guardia afuera de una academia militar en la capital, Trípoli.
Imagen: AFP
 
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