EL MUNDO › LO QUE DEJO EL CASO DE DOMINIQUE STRAUSS-KAHN

De la cima al abismo

El agujero negro no parece tener fin para quien fue, hasta hace unos meses, uno de los hombres más poderosos del planeta. Un socialista convertido en liberal.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

La vida puede parecer muy corta o muy larga. De pronto irrumpe eso que llamamos destino y que son nuestros actos y todo cambia. Algunos van de la nada a la cumbre y otros, como el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn, de la cima al abismo. Ese agujero negro no parece tener fin para quien fue, hasta hace apenas unos meses, uno de los hombres más poderosos del planeta, el casi próximo presidente de Francia y el paradójico abanderado del liberalismo con una trayectoria en el Partido Socialista francés. De izquierda pero trabajando en el corazón del enemigo, a donde llegó luego de un previo acuerdo con el presidente francés, el ultraliberal Nicolas Sarkozy, de quien obtuvo su apoyo. Sarkozy quiso alejarlo de Francia para aplastar al PS. Ese tramo de la historia es ya una novela en sí: un socialista convertido a las virtudes liberales al mando del organismo que gendarmea los planes de ajuste del planeta. Strauss-Kahn era también el elegido por todas las encuestas de opinión para ganar las elecciones presidenciales de abril-mayo próximos, pero cayó en las puertas de la gloria final. El último acto del ocaso se parece al primero: una oscura trama con mujeres en donde aparecen confabulados policías de alto rango, servicios secretos, un hotel internacional, hombres políticos, empresarios, una red de prostitución, proxenetas y demás cafiolos que rondan en las cercanías de los apetitos del poder. Strauss-Kahn volvió a la cárcel en Francia nueve meses después de haber sido detenido e inculpado de agresión sexual en los Estados Unidos por otro tenebroso episodio con una mucama del hotel Sofitel de Nueva York. Salió ileso de ese caso, pero su apetito sexual lo volvió a arrinconar en Francia: después de un día y medio de arresto, el ex director gerente del FMI se apresta a ser inculpado el 28 de marzo por “complicidad de proxenetismo agravado en banda organizada” y “ocultamiento de abuso de bienes sociales”. Poder y polleras. Un cóctel mal mezclado que se volvió fatal.

Los cargos que pesan sobre este hombre político y brillante economista pueden costarle hasta veinte años de cárcel. El hilo de esta madeja sexual es por demás alucinante y puede dejar perplejos a los más experimentados guionistas. Cuando parecía que el enredo que se inició en Nueva York le ponía fin al ciclo, las compuertas se abrieron en Francia con el caso del Hotel Carlton de la ciudad norteña de Lille. En ese hotel operaba una red de prostitutas manejada por un proxeneta belga de cuyos servicios, tanto en París como en Washington, Strauss-Kahn gozó repetidas veces. Las ahora llamadas “noches libertinas” de DSK –así se lo conoce en Francia– tenían altos costos: viajes intercontinentales, hoteles de 5 estrellas y champagne en abundancia. La Justicia sospecha que Strauss-Kahn sabía perfectamente que aquellas damas viajeras eran prostitutas e intenta saber de dónde venía el dinero para pagar esos servicios. Los detalles se fueron filtrando de a poco en la prensa hasta que el telón se corrió y dejó al descubierto las más exquisitas intimidades. Los SMS intercambiados entre DSK y algunos protagonistas del caso son una colección de historias para adolescentes en los que hombres del gran poder pactan noches con prostitutas y fiestitas de mucho vuelo.

La red de mujeres estaba dirigida desde Bélgica por un presunto proxeneta, dueño de locales de masajes que eran burdeles, Dominique Alderweireld, apodado Dodó La Salmuera. En total, los actores centrales de este club son ocho: Dodó y su mujer, dos oficiales de policía (uno de ellos es el comisario Jean-Christophe Lagarde, un alto responsable de la región norte), uno de los responsables de la empresa BTP Eiffage, el director y el jefe de relaciones públicas del Hotel Carlton de Lille y DSK. Dodó La Salmuera manejaba para el grupo las atenciones especiales de señoritas de varias nacionalidades que venían a Francia desde Bélgica y también iban a Washington, donde DSK vivía y en donde está la sede del FMI. Durante su arresto, Dominique Strauss-Kahn dijo que no podía imaginar que aquellas chicas fueran prostitutas, ya que algunas de ellas “se las presentaron funcionarios de policía”. Las investigaciones determinaron también que unos cuantos viajes de las prostitutas fueron organizados y financiados por dos empresarios del norte de Francia, Fabrice Paszkowski, directivo de una empresa de material médico, y David Roquet, ex director de una filial del grupo de obras públicas Eiffage. Ser cliente de prostitutas es legal en Francia, no así la “complicidad con el proxenetismo agravado en banda organizada” y el “encubrimiento de abusos de bienes sociales”. La ilegalidad está en aceptar que otros costeen los favores sexuales a cambio de prebendas a los amigos empresarios.

La última excursión intercontinental de las mujeres tuvo lugar en Washington entre el 11 y 13 de mayo, justo en vísperas de la detención de Strauss-Kahn por el caso de la mucama del hotel Sofitel de Nueva York Nafissatou Diallo, quien acusó a DSK de agresión sexual. En ese episodio quedaron flotando innúmeras dudas en las que se basó la Justicia de Nueva York para abandonar los cargos contra DSK. También subsiste la sospecha de un complot o de un error estúpido de DSK inmediatamente aprovechado por sus rivales políticos para derribarlo. Los videos del hotel Sofitel muestran que hay un abismo entre lo que la mujer alega y lo que se ve. El escándalo del Carlton es distinto y no hace sino confirmar por otra vía el frenesí sexual de un hombre que fue socialista y se puso al mando del FMI, que iba a ser presidente y que ahora está enredado en una baja historia de prostitutas, policías, empresarios y proxenetas de barrios dudosos.

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DSK era el favorito para las presidenciales de abril.
 
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