EL MUNDO › DESDE HOY HASTA LAS MUNICIPALES DE OCTUBRE HABRá PROPAGANDA AUDIOVISUAL

El fin y los medios en Brasil

Los analistas consideran que el horario político en radio y televisión tiene peso decisivo en las elecciones. No por nada el ex presidente Lula grabó unos 120 spots.

 Por Eric Nepomuceno

A partir de hoy y hasta la primera semana de octubre, una cadena nacional de radio y televisión invadirá la vida de los brasileños dos veces al día, a la hora del almuerzo y de la cena, presentando por treinta minutos a los postulantes a concejal e intendente en todo el país. Además, a lo largo de toda la programación, las emisoras están obligadas a transmitir spots de 30 segundos con propaganda de los candidatos. Se llama “propaganda electoral gratuita” y parte de una buena intención: propiciar a todos los candidatos un espacio para presentar sus propuestas.

Y ahí empieza la confusión. Para empezar, es gratuito para los partidos, pero no para los electores: el costo del tiempo de programación es devuelto a las emisoras en la forma de exención tributaria. Son alrededor de 300 millones de dólares que, a cada año electoral, los grandes conglomerados de comunicación dejan de pagar en impuestos.

Al mismo tiempo, el precio de producción de los programas de radio suele ser altísimo y consume parte sustancial de los millonarios presupuestos de las campañas. Los partidos menos poderosos recaudan menos donaciones que los grandes y la desigualdad se restablece. Invariablemente, los gastos reales superan con sobras lo que se declara a la Justicia electoral. Es decir, hay más dinero ilegal que legal. Todos lo saben, pero se considera parte del juego.

Los grandes donantes privados suelen ser bancos, constructoras y empresas que tienen intereses claros: el destino de los presupuestos públicos y la obtención de licencias de concesión. Las donaciones individuales son ínfimas, frente a las realizadas por el que tiene personería jurídica. Lejos quedaron los tiempos en que los partidos de izquierda obtenían parte significativa de recursos junto a la militancia.

Los analistas consideran que el horario político en radio y televisión tiene peso decisivo en las elecciones. Los expertos en marketing electoral dicen que la temporada es el “divisor de aguas” en una campaña. Por eso el ex presidente Lula, quien se recupera de los efectos de un tratamiento contra un cáncer de laringe, grabó nada menos que 120 spots de radio y televisión para candidatos del Partido de los Trabajadores, el PT, en todo el país. Contar con la imagen y la voz de Lula en una campaña es, o al menos eso creen asesores de marketing, un arma extra.

En la campaña por radio y televisión, el tiempo es dividido por la representación parlamentaria de cada partido. Por eso, las alianzas se hacen inevitables: cuanto más partidos se unen, más tiempo tendrán los candidatos, tanto a puestos ejecutivos como parlamentarios. Así se explican las alianzas esdrújulas de los gobiernos brasileños en todos los niveles (municipal, provincial o nacional), como el número de partidos existentes (treinta).

Buena parte de ese inmenso abanico de partidos está compuesto por grupos de escasísima representatividad real, pero siempre dispuestos a alquilarse para alianzas basadas en prebendas y no en identidad política o ideológica. Decir que existe venta o alquiler de siglas no es fuerza de expresión. Además, la multiplicación de los partidos es algo que sería cómico si no fuese serio: ¿habrá alguien capaz de explicar al electorado la diferencia entre el Partido Laborista Nacional (13 intendentes en un universo de más de 5500 municipios), el Partido Laborista Cristiano (un representante entre 513 diputados nacionales, 12 intendentes) y el Partido Renovador Laborista Brasileño (un diputado nacional, 12 intendentes)? A propósito: ¿qué es ese laborismo que ostentan en sus siglas?

El Partido Patria Libre está al frente de cuatro municipios, el Partido Humanista de la Solidaridad de 10, y cuenta con un diputado nacional. Ya el Partido de la Causa Operaria no tiene ningún intendente, ningún parlamentario, pero cuenta con registro legal, a ejemplo del Partido Ecológico Nacional.

Hoy estrenan los candidatos a concejales. Los brasileños que se animen a prender la radio y la televisión a la hora de la propaganda corren el grave riesgo de ser alcanzados por dosis masivas de soporíferos de efecto inmediato. Entre todos se movilizará una cantidad de dinero que supera, fácil, la marca de los 400 millones de dólares. Más de lo que las arcas del Tesoro dejan de recaudar con los impuestos que las emisoras pagarían. Mucho más de lo que sería aceptable en elecciones disputadas en condiciones mínimas de equilibrio.

Mañana empiezan a aparecer los candidatos a intendente. Y se renueva el festival: estarán los candidatos con reales posibilidades de disputar, estarán otros, que buscan hacerse conocidos para vuelos futuros, y estarán figuras recurrentes que se postulan sin saber exactamente a qué.

Así habrá candidatos a intendente con promesas que son de responsabilidad de gobiernos provinciales o nacionales, diciendo cosas disparatadas o agrediendo directamente a determinado candidato, más para cumplir con el acuerdo cerrado bajo paño con otro postulante que por convicción o divergencia de índole política o programática.

Todo eso es parte del complejo, confuso y muchas veces incomprensible sistema político brasileño. Dentro de un año, las encuestas probablemente indicarán lo mismo que en las pasadas elecciones: más de la mitad del electorado no recordará a quién votó para concejal, y casi la tercera parte ya no sabrá a quién votó para intendente.

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Contar con la imagen y la voz de Lula es un arma extra.
Imagen: AFP
 
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