EL MUNDO › ENTRE LA EMBESTIDA DE BERLUSCONI Y LA CAíDA DE POPULARIDAD POR LA SUBA DE IMPUESTOS

Monti quedó al borde del precipicio

Acorralado, el primer ministro anunció anoche al presidente Napolitano que tiene intenciones de renunciar cuando la ley de presupuesto sea aprobada. El centroizquierda y sus aliados podrían conseguir la mayoría en Diputados.

 Por Elena Llorente

Desde Roma

Si algunos en Italia se habían hecho la ilusión de que el ex primer ministro Silvio Berlusconi había desaparecido del mapa, aplastado por los juicios, escándalos y matufias cosechadas en su vida política, esta semana han debido reconocer que, como dice el dicho, “hierba mala nunca muere”... fácilmente. En efecto, después de meses de haberse mantenido en silencio o afirmando que lo más probable era que no se presentará en las nuevas elecciones, esta semana se destapó. No sólo será candidato, anulando las supuestas primarias que iba a hacer su partido, sino que está decidido a tirar abajo al primer ministro Mario Monti cueste lo que cueste. “Vuelvo para ganar”, comentó Berlusconi sonriendo. Monti, por su parte, anunció anoche al presidente de la República, Giorgio Napolitano, que tiene intenciones de renunciar cuando la ley de presupuesto sea aprobada.

Muchos se preguntan por qué cambió de opinión Berlusconi, precisamente en el momento en que el presidente de la República, Giorgio Napolitano, hombre de izquierda y la aguja de la enloquecida balanza política italiana, estaba preparando con todos los partidos una conclusión “ordenada y pacífica” del gobierno Monti. Para eso sería disuelto el Parlamento como establece la Constitución –este mes o a lo sumo en enero– y se habría llamado a elecciones en marzo, que por lo demás era la conclusión natural del período legislativo.

El secretario del PDL (Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi), Angelino Alfano había dicho claramente, a principios de octubre, que Berlusconi estaba dispuesto a no candidatearse y el 24 de octubre el mismo Berlusconi lo confirmó en un video. Pero luego de la condena que pocos días después sufrió en la primera instancia del proceso Mediaset, a cuatro años por fraude fiscal y a cinco de interdicción para ocupar funciones públicas, il Cavaliere cambió de idea. Indignado con los jueces que lo condenaron, a los que acusó de “usar la Justicia con fines políticos”, en noviembre dio señales de que volvería a la batalla política. Dirigentes de su partido, mientras tanto, para darle al moribundo PDL aires de democracia, hablaban de hacer elecciones primarias, justamente en momentos en que el Partido Democrático (PD, centroizquierda), su principal opositor, llevaba a cabo unas exitosas internas.

Ahora, el PDL tiró las primarias a la basura y sacó a relucir para su combate argumentos mucho más contundentes: todas las acusaciones posibles contra el gobierno Monti, sobre todo en materia de impuestos y de no reactivación de la economía, como si el pasado gobierno Berlusconi hubiera dejado un país en perfecto estado. Se asusta el muerto del degollado, como se dice...

No importan los calificativos de “irresponsables” que le lanzó una y otra vez la oposición a Berlusconi y su partido. El objetivo del PDL, después de que recientemente rearmó su alianza con la racista Liga Norte, es hacer caer el gobierno Monti para llamar a elecciones lo más rápido posible. Detrás de estas maniobras hay dos motivaciones principales, ambas ligadas a la disolución del Parlamento. Dos proyectos de ley muy importantes en discusión quedarían en la nada: la reforma electoral, que acabaría con los privilegios fabricados por Berlusconi y su gente y plasmados en la ley electoral vigente –que al no ser derogada se usaría nuevamente para las elecciones de marzo–, y otra ley que prohíbe candidatearse a quienes hayan recibido condenas judiciales de por lo menos dos años. Y condenados en el PDL hay unos cuantos... El centroizquierda, por el contrario, pretende aprobar estas dos leyes antes de ir a nuevas elecciones.

El descontento general contra el gobierno Monti se ha hecho evidente en algunas encuestas, sobre todo en diciembre, en que el aguinaldo se hace más pequeño todavía porque hay que pagar la segunda cuota del impuesto sobre la propiedad inmobiliaria (el IMU). Una de ellas, publicada por la prensa italiana, habla de que el 75 por ciento de los votantes del centroderecha está contra Monti pero que también lo está el 55 por ciento de los votantes del centroizquierda.

Alfano se presentó esta semana ante el presidente Napolitano diciéndole que su partido votaría a favor sólo la ley de presupuesto (ley de estabilidad) pero que sobre las demás leyes en discusión no garantizaba nada. Si las propuestas de leyes del gobierno Monti no logran la aprobación parlamentaria –como en cambio ocurría hasta ahora, aún con innumerables enmiendas– significa que de nada vale que Monti siga en su lugar y al premier no le quedará más remedio que renunciar. O renuncia o el Parlamento le quita la confianza y el resultado final es prácticamente el mismo. Hasta ahora, el centroizquierda y sus aliados podrían conseguir la mayoría en Diputados pero en el Senado no y para conseguir la confianza y seguir gobernando, Monti debe obtener el voto positivo de la mayoría en las dos Cámaras. Esta es la moneda ganadora del PDL.

Para evitar esta debacle y que esto pueda provocar a su vez reacciones muy negativas de parte de los mercados y hundir aún más la economía italiana actualmente en recesión, el presidente Napolitano ha estado actuando como mediador, reuniéndose con todas las partes. El sábado por la noche lo hizo con Monti por más de dos horas. Fue entonces que el premier le comunicó que tiene intenciones de renunciar luego de que sea aprobada la ley de estabilidad.

Consciente de que el problema principal es Berlusconi y el PDL y aun sin nombrarlo específicamente, el premier le tiró algunos dardos envenenados ayer en Cannes, donde asistía a un seminario. “Es necesario evitar que el país vuelva a caer en la situación que precedió a mi gobierno, cuando Italia corrió el riesgo de ser el detonador que podía hacer saltar la Zona Euro”, dijo a los periodistas.

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Monti en su auto tras haberle anunciado a Napolitano que piensa renunciar después del pasaje de la ley de presupuesto.
Imagen: AFP
 
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