EL MUNDO › INDIA COMIENZA A VOTAR EN UNAS ELECCIONES QUE AMENAZAN EL DOMINIO DE LA FAMILIA GANDHI

Un nacionalista hindú enfrenta a un Gandhi

Narendra Modi es favorito y capitaliza el descrédito de la formación laica gobernante, cuyo candidato es Rahul. Sin embargo, el Partido del Congreso siempre saca mejores resultados que los previstos en los sondeos.

La India se prepara para iniciar hoy un maratón electoral que tendrá nueve etapas a lo largo de cinco semanas y en el que el nacionalista hindú Narendra Modi es el favorito para tomar el mando en la mayor democracia del mundo. El periplo comienza en la ciudad de Assam, ubicada en el nordeste, finaliza el 12 de mayo en Bengala, en el este, y en su trayecto por cientos de miles de ciudades y pueblos aparecen los escollos logísticos que imponen la geografía, la falta de infraestructuras y el caudal de votantes. Unos 814 millones de personas están llamadas a votar de manera sucesiva entre el punto de salida y el de llegada, de los cuales cien millones son jóvenes que se incorporan al censo y cuya participación puede volcar la balanza, sobre todo en las zonas urbanas.

Según observadores locales, la mayoría de los nuevos electores depositarán su confianza en el hindú Bharatiya Janata Party (BJP) de Modi, que aprovechó el descrédito del gobernante Partido del Congreso, movimiento laico de la familia Gandhi de tendencia izquierdista –que presenta a Rahul como su candidato–, para meterse a la clase media en un bolsillo. “La votación de los jóvenes será decisiva, principalmente en las ciudades. Están más involucrados que nunca y muchos de ellos es la primera vez que votan. Creo que lo harán por Modi”, manifestó Tarán Basu, analista de la Sociedad de Estudios Políticos.

El especialista opinó además que la clase media votará de manera masiva en las ciudades, a diferencia de las últimas elecciones, en las que la mayor participación en las zonas rurales que en las urbanas cimentó la idea de que la India es una democracia de pobres. “La clase media siempre es más cínica, y no cree que el voto pueda cambiar la realidad, pero ahora es diferente”, afirmó.

Por otra parte, Basu contrapuso la imagen de triunfador de Modi, que aspira a la jefatura de gobierno con la que proyecta competir contra la formación populista de los Gandhi, acosada por escándalos de corrupción y acusaciones de ineficacia. “Pero el Congreso no ha dicho su última palabra”, matizó el experto, en alusión a la puesta en marcha de la pesada maquinaria electoral de ese partido, tradicionalmente lenta pero bien aceitada por décadas ininterrumpidas de desempeño del poder. A Modi, no obstante, se lo acusa de haber hecho poco para evitar batallas comunales que desencadenaron una matanza de musulmanes en la ciudad de Ahmedabad en 2002, aunque nunca fue condenado.

La formación de los Gandhi es la única con fuerte presencia en todo el territorio indio y, pese a la desvaída estampa de Rahul –heredero de la dinastía y a quien sus rivales tildan de débil de carácter–, siempre saca mejores resultados que los previstos por las encuestas. Tanto Modi como Gan-dhi necesitarán buscar el apoyo de las formaciones regionalistas para poder formar coalición de Gobierno, debido a la fragmentación partidista que desde hace dos décadas se registra en un Parlamento de 552 escaños.

En esa búsqueda Gandhi tiene ventaja sobre Modi, cuya presunta implicación en la matanza de un millar de musulmanes en 2002, en el estado occidental de Gujarat, donde es jefe del gobierno regional, lo priva del respaldo de minorías religiosas y zonas periféricas. El reto para cualquiera de los dos es proporcional, en todo caso, a las dimensiones humanas y físicas del gigante asiático. Cuarenta por ciento de la población denuncia que sufrió las prácticas corruptas que gangrenan a la administración pública y que, según estimaciones de economistas, restan al Producto Interno Bruto (PIB) hasta 1,5 punto anual. El ascenso de la India como potencia emergente fue frenado por los efectos colaterales de la crisis internacional, que disminuyó la inversión extranjera y redujo a la mitad un índice de crecimiento que hace un lustro rozaba los dos dígitos.

Junto a la tensión con el vecino Pakistán, también dotado de armas nucleares, la actividad armada de una guerrilla maoísta poco conocida en el exterior, pero que opera en un tercio de los distritos administrativos, es una asignatura pendiente en materia de seguridad. A ese cúmulo de desafíos se suman carencias endémicas en servicios básicos como luz y agua potable a las que no tienen acceso directo, al menos, 400 millones de los 1200 millones de habitantes de un país que, tras China, es el más poblado del mundo.

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A Narendra Modi se lo acusa de haber hecho poco para evitar batallas comunales en 2002.
Imagen: Télam
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