EL MUNDO › ANTE LA MESA DE DIáLOGO DE PAZ INTERRUMPIDA

Suspenso en La Habana

 Por Katalina Vásquez Guzmán

Desde La Habana

El Palacio de Convenciones está solo y ha llovido. Los periodistas merodean el lobby del hotel contiguo para ver si se asoma, por casualidad, uno que otro guerrillero. Pero hace cuatro días que no dan declaraciones. Desde que el presidente de Colombia ordenó cancelar el viaje de la delegación oficial que negocia con las FARC en Cuba, todo es suspenso en la sede de los diálogos. Con una publicación en la web, la guerrilla rompió ayer el silencio de todo el fin de semana: “Ha sido activado el Acuerdo Humanitario Especial que retornará mañana (por hoy) a la libertad a los soldados profesionales Paulo César Rivera y Jonathan Andrés Díaz, desde un lugar de las sabanas del Arauca”, dice el comunicado emitido desde La Habana. Se trata de dos de cuatro militares y una mujer civil que las FARC tomaron en su poder, provocando la suspensión del ciclo 31 de la mesa de conversaciones que cumplió dos años de marcha justo en medio del obligado receso.

El pasado 18 de noviembre se realizó el primero de once encuentros como es habitual en cada ciclo, cuando diez delegados del gobierno y diez rebeldes conversan, discuten, se ponen de acuerdo parcialmente y descansan por una semana para retornar al próximo ciclo. Para esa fecha, las cosas fueron diferentes. Ya la guerrilla había confirmado que sus hombres en Colombia “retuvieron” en la provincia de Chocó, por primera vez, a un general del ejército colombiano, Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Titán; a la abogada Gloria Urrego, que trabaja para la misma institución; y al cabo José Rodríguez, quienes –en circunstancias que aún no son claras– viajaban en lancha por el río Atrato vestidos todos de civil, y fueron “interceptados” por tropas de la guerrilla.

Cuando supo de su secuestro, el presidente Juan Manuel Santos sentenció que hasta que no los devuelvan a la libertad, junto con los dos soldados retenidos en Arauca y que serían liberados hoy, no autorizaba el regreso de sus negociadores a la isla. El jefe de la delegación, Humberto de la Calle Lombana, ha dicho que espera regresar pronto a La Habana. Pero parece que las liberaciones en Chocó tardarán más de lo anunciado y que en la guerrilla ya no la ven tan fácil. Hasta el cierre de esta edición, sólo habían llegado a manos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) las coordenadas de Arauca donde estarían los dos soldados, y las FARC sentenciaron que “habrá que hacer diversas consideraciones” para volver a la mesa.

Según lo anunciaron los rebeldes y el gobierno mismo, hoy se entregarían al CICR los dos primeros del grupo de cinco rehenes en poder de las FARC en Arauca, entre las zonas de Tame, Saravena y Arauquita. Emiro Goyeneche, reportero del municipio de Saravena, le dijo a Página/12 que en esa zona fronteriza con Venezuela “no hay desembarco, ni presencia mayor de militares en la zona; las operaciones efectivamente están suspendidas y se puso en marcha el operativo humanitario”.

Entretanto, en Chocó, límite con Panamá a orillas del Océano Pacífico, continúa la acción militar de la Fuerza Pública de Colombia. En un comunicado de ayer, las FARC aseguran que hay un “ruidoso operativo desplegado por el ejército en el río Atrato, en el olvidado y saqueado departamento del Chocó, presentado por el Ministerio de Defensa como un despliegue para proteger a la población”, que incluye bombardeos, desembarcos, sobrevuelos de inteligencia técnica y choques terrestres con la guerrilla. Para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, ésta no sería “otra cosa que una aventurera y arriesgada pretensión de rescate del general y sus acompañantes”.

El protocolo establece suspensión de operaciones militares, mas no el despeje de áreas geográficas, explicó al respecto el viceministro de Defensa colombiano, Jorge Bedoya. Mientras, la sociedad civil, congresistas, defensores de derechos humanos, la Iglesia y las víctimas claman por un cese bilateral al fuego como condición no sólo para que los cinco secuestrados recobren su libertad prontamente sino para sentarse a la mesa de conversaciones en La Habana por el tiempo que reste de las negociaciones de paz. Desde que se instaló dicha mesa, incluso la guerrilla ha pedido una tregua que el gobierno ha negado, aduciendo que la insurgencia la aprovecharía para sus fines. En la coyuntura actual, Timochenko –máximo líder de las FARC– insistió en criticar la decisión de Santos de suspender los diálogos, acusándolo de violar el acuerdo inicial de realizar “conversaciones directas e interrumpidas” aun en medio de la confrontación armada y sus consecuencias.

En el Hotel Palco, los enviados de prensa siguen con cámaras en off esperando que se dé inicio al ciclo. Ahora no es seguro, al menos por parte de los rebeldes revolucionarios, que con la liberación de los cinco secuestrados se retomen las conversaciones en La Habana. “El presidente, con su suspensión, tumbó el tablero donde jugábamos la partida, destruyó la confianza. Las cosas no podrán reanudarse así nomás, habrá que hacer diversas consideraciones”, dijo Timochenko desde las selvas en un comunicado conocido ayer. Mientras tanto, la delegación de las FARC en Cuba espera que “el Ministerio de Defensa actúe con prudencia y sindéresis para no obstruir la liberación del general Rubén Darío Alzate, del suboficial José Rodríguez Contreras y de Gloria Urrego”. En Colombia, Cuba y el mundo se espera el desenlace de la más aguda crisis del proceso de paz, que justo esta semana cumplió dos años de iniciado, con el objetivo de comenzar el fin de un conflicto que lleva más de medio siglo.

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El comandante de las FARC, Félix Muñoz Lascarro, leyó un comunicado el 18 de noviembre desde Cuba.
Imagen: EFE
 
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