EL MUNDO › EL PRESIDENTE BEYI CAID ESSEBSI ADMITIO QUE FUERON TRES LOS AUTORES DE LA MASACRE EN EL MUSEO DEL BARDO

Túnez busca a un atacante que se fugó

El gobierno tunecino explicó que en las imágenes de las cámaras de seguridad se ven tres individuos armados. Dos fueron muertos y un tercero ya fue identificado.

La cadena de fallas de seguridad que posibilitaron el atentado en el tunecino Museo del Bardo, perpetrado el miércoles y reivindicado un día después por el Estado Islámico (EI), sumó otro eslabón: el presidente del país norafricano, Beyi Caid Essebsi, admitió que fueron tres, y no dos, los autores materiales del ataque, y que uno de ellos logró fugarse. En una ceremonia celebrada ayer delante de la puerta del museo, escenario de la masacre que en la que perdieron la vida 23 personas –20 de ellas turistas extranjeros– el mandatario explicó que en las imágenes de las cámaras de seguridad se ven tres individuos armados y que el atacante fugado no llegará muy lejos. Se trata de Maher Ben Muldi Gaidi, sobre quien hay un aviso de búsqueda y captura como presunto implicado, según adelantó el Ministerio de Interior tunecino.

Los dos atacantes muertos fueron identificados como Yasine al Abidi y Hatem al Jachnaui, miembros de una célula hasta la fecha desconocida del grupo islamista radical Estado Islámico en Túnez. El padre de uno de ellos reveló el día del ataque que no tenía noticias sobre el paradero de su hijo desde hacía tres meses y que lo último que había sabido de su destino era que había viajado a Siria e Irak para sumarse a la lucha del EI. La confirmación de que Gaidi pudo escapar del cerco policial y desaparecer en las calles de los barrios empobrecidos y radicalizados que rodean la zona de El Bardo intensificó las críticas a las fuerzas de seguridad, a las que la prensa local y los analistas acusan de haber cometido una larga cadena de errores.

El atentado se produjo el miércoles cuando un joven de 20 años abrió fuego contra un autobús de turistas hispanohablantes en el estacionamiento del museo, una zona vallada y vigilada, provocando las primeras víctimas fatales. En las imágenes de las cámaras de vigilancia difundidas antenoche por la televisión tunecina se observa cómo los atacantes se pasean con normalidad por el museo y en un momento se cruzan en las escaleras. A partir de ahí, la versión oficial asegura que dos de los terroristas se atrincheran con los rehenes en una zona ajardinada compartida con el Parlamento después de intentar entrar en ese edificio.

En la operación policial posterior murieron acribillados dos atacantes y otras catorce personas, trece de ellas turistas extranjeros y una empleada del museo, que podrían haber sido utilizados como escudos humanos. No se difundieron hipótesis sobre cómo el tercer implicado pudo huir. Las imágenes, en todo caso, desmienten la primera versión dada por las autoridades tunecinas, que aseguraba que los jihadistas iban vestidos de militares, que intentaron entrar al Parlamento, fueron descubiertos y que sólo entonces se dirigieron hacia los turistas.

“Hay muchas cosas que deben ser explicadas, como la ausencia de vigilancia cuando se habían conocido las amenazas”, explicó un periodista tunecino que prefirió no ser identificado. Ante la cadena de fallos e importunios, el ministro tunecino de Interior, Mohamad Nayem Garzalli, relevó el viernes a los responsables de diez departamentos de seguridad y distritos de la capital considerados sensibles. También cesó en sus funciones al jefe de la dirección general para Asuntos de Fronteras y Extranjería, después de que se conociera que los autores de la masacre habían entrado en el país de forma clandestina desde Libia en diciembre y ordenó abrir una exhaustiva investigación para esclarecer por qué no había guardias de seguridad en la puerta del Parlamento ni en el estacionamiento.

En tanto, la policía arrestó ayer a otras dos personas en la ciudad de Ras Yebel, 50 kilómetros al noroeste de Túnez, que cargaban consigo documentos sobre las operaciones del Bardo y de Bualabam, un pueblo en la región de Kasserin, fronteriza con Argelia, donde el 18 de febrero miembros de la célula jihadista Uqba bin Nafi mataron a cuatro guardias nacionales. A los sospechosos les fueron incautados mapas de las regiones fronterizas y una lista con nombres y números de teléfono de un país vecino que no precisaron las fuentes de seguridad. El atentado del Bardo es el primero que afecta a extranjeros en Túnez desde 2002. Es también el primero reivindicado por el grupo IE en esa región, que opera en la vecina Libia, ocupa importantes zonas de Siria e Irak y tiene en sus filas a centenares de tunecinos.

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Dos atacantes fueron muertos y un tercero logró fugarse.
 
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