EL MUNDO › LA ASUNCION DE PPK EN PERU FUE RECIBIDA CON FRIALDAD POR UN CONGRESO CON MAYORIA FUJIMORISTA

Una jura sin anuncios rimbombantes

En su discurso, PPK puso énfasis en temas como la democracia y la lucha contra la corrupción, dos razones que le dieron el voto de un electorado que quería evitar el retorno de la corrupción y el autoritarismo fujimorista.

 Por Carlos Noriega

Desde Lima

Tras asumir la presidencia en el Congreso, PPK saluda en la entrada al palacio de gobierno.

Sin mayoría parlamentaria, el economista y líder del derechista partido Peruanos por el Kambio, Pedro Pablo Kuczynski, juramentó ayer como presidente del Perú pidiendo el respaldo del Congreso para gobernar. “No lo puedo hacer solo, necesito la ayuda de este Congreso”, dijo Kuczynski, mirando a los congresistas, en su primer discurso como presidente, dado en el hemiciclo del Parlamento unicameral de 130 bancas. Sentados frente a él, los 73 legisladores de la mayoría fujimorista recibieron el pedido de apoyo con frialdad, en silencio, mientras otros aplaudían. Gesto que parece anunciar que al nuevo presidente no le será fácil conseguir ese respaldo parlamentario que necesita.

A pesar de coincidir con el nuevo gobierno en su defensa del modelo económico neoliberal, desde que Keiko Fujimori perdió en las urnas, los fujimoristas han mantenido una postura confrontacional contra Kuczynski. La hija del ex dictador Alberto Fujimori envió por las redes sociales un breve mensaje, en el que, en esa línea confrontacional, recordó que su partido tiene la mayoría parlamentaria y anunció que usará esa mayoría para “convertir las propuestas de nuestro plan de gobierno en leyes”. Kuczynski recibió la banda presidencial de manos de la presidenta del Congreso, Luz Salgado, una fujimorista de la vieja guardia, que fue estrecha colaboradora de Alberto Fujimori, figura clave para encubrir violaciones a los derechos humanos y denuncias de corrupción. El rostro de Salgado, y de toda la bancada fujimorista, era de velorio.

Durante la ceremonia estuvieron presentes cinco presidentes latinoamericanos –los de Colombia, Chile, Ecuador, México y Paraguay–. El presidente argentino, Mauricio Macri, viajó a Lima para la ocasión, pero no estuvo en la toma de mando de Kuczynski. Regresó a la Argentina minutos antes de la ceremonia, argumentando compromisos ya pactados. El miércoles en la noche, poco después de su llegada a la capital peruana, Macri se reunió con Kuczynski en la casa de éste. Ambos comparten la misma cercanía con el empresariado y el neoliberalismo económico.

En los 39 minutos que habló en la jura, el nuevo presidente, que comenzó diciendo que el suyo era “un mensaje de esperanza”, insistió en sus llamados a la unidad y la concertación. Puso énfasis en temas como la lucha contra la corrupción y la democracia, dos razones que le dieron el voto de un electorado que quería evitar el retorno de la corrupción y el autoritarismo fujimorista. Los fujimoristas escuchaban en silencio. No habló de política internacional.

Entre los pocos anuncios de medidas específicas estuvo el aumento de sueldo para policías y militares, y la rebaja en un punto –de 18 a 17 por ciento– del Impuesto General a las Ventas, equivalente al IVA. De la reactivación de una economía en proceso de desaceleración, el presidente no dijo mucho. A los empresarios les ofreció “el mejor clima” para sus inversiones.

Una notoria ausencia en el mensaje de PPK fue el tema de la diversificación productiva, algo considerado fundamental por diversos economistas para romper la dependencia de la economía peruana de las exportaciones mineras y poder retomar un crecimiento importante que sea sostenible.

Los sondeos dicen que la inseguridad ciudadana es la mayor preocupación de los peruanos. Kuczynski dijo que esa será una de sus prioridades, pero, en la línea de su discurso, no dio detalles de qué acciones se tomarán. Habló de una reforma judicial y policial, pero no dijo en qué consistirán.

Destacó en su mensaje sus referencias a la igualdad de género, a luchar contra la discriminación que sufren las poblaciones indígenas, a enfrentar los conflictos sociales con diálogo y no con represión y a cumplir con la pendiente reparación a las víctimas de la guerra interna de los años 80 y 90. Pero en ninguno de estos temas hubo anuncios de políticas concretas.

Al final de su discurso, Kuczynski resumió sus prioridades: llevar agua potable y desagüe para todos; asegurar servicios de educación y salud pública de calidad; avanzar en la formalización de la economía informal, que ahora abarca a dos tercios de la economía del país; construir infraestructura y “liberar a nuestra patria de la corrupción, la discriminación, la inseguridad, el delito, luchando con toda transparencia contra estos flagelos históricos”.

Por la tarde, el presidente tomó en el patio de Palacio de Gobierno el juramento a sus ministros, entre quienes predominan los empresarios, economistas y gestores de intereses empresariales. Amante de la música clásica, después de la jura del gabinete ministerial, Kuzcynski dio un breve concierto de flauta traversa. Pero a su gobierno, con un Congreso opositor dominado por un fujimorismo con sangre en el ojo por su derrota electoral, no le espera una música tranquila.

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