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El fantasma de Huanuni enlutó el Día de la Democracia en Bolivia

Mientras se encontraban en punto muerto las negociaciones entre los dos bandos mineros que protagonizaron una masacre la semana pasada, la Central Obrera Boliviana se sumó al reclamo de que el gobierno asuma su responsabilidad.

 Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz

El fantasma de los muertos de la semana pasada en la localidad minera de Huanuni –provocados por choques entre mineros estatales y cooperativistas– sobrevoló la conmemoración del 24º aniversario de la recuperación de la democracia en este país andino. A ello se sumó una extraña versión sobre un golpe de Estado programado para hoy. Al empantanamiento de las negociaciones entre ambos bandos de la minería para definir la forma de explotación del cerro Posokoni –motivo de la “guerra” del jueves y viernes pasados– se sumó una marcha de protesta convocada por la Central Obrera Boliviana (COB) y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb) reclamando juicio de responsabilidades para los ministros del gabinete de Evo Morales que no lograron evitar la masacre, “pese a las advertencias, en la madrugada, realizadas por la COB” y la indemnización de las víctimas. El viceministro de Coordinación con los movimientos sociales, Alfredo Rada, respondió que no corresponde indemnización porque no fue el Estado el que provocó las muertes.

El paro de la central obrera no se sintió, pero logró movilizar unas 2000 personas que bajaron desde El Alto hasta el centro paceño con la consigna “No queremos muertos, queremos soluciones”. Su ingreso en la plaza San Francisco mezcló algunos aplausos con la silbatina de los simpatizantes del Movimiento al Socialismo (MAS) que los esperaban, pero dos o tres ensordecedoras explosiones de dinamita fueron suficientes para que la marcha se abriera paso. La sede de gobierno estaba parcialmente paralizada por un paro de transportes que a partir de mañana podría extenderse a todo el país. “Derechistas, vendidos”, les gritaban los oficialistas, a lo que los sindicalistas respondían con insultos similares: “Comprados, pagados”. “Evo no les da importancia un rato y (los mineros) se dan la vuelta, hay que ser consecuente, no hacerle el juego a la derecha”, dijo a Página/12 un contramanifestante que no quiso dar su nombre ni su profesión. “Evo es nuestro presidente, nuestro hermano, que nosotros hemos votado”, gritaba una indígena al paso de los marchistas.

Entretanto, el diario sensacionalista Extra reproducía en letras catástrofe la advertencia del escritor y activista alemán Heinz Dieterich de que está previsto un golpe contra Evo Morales para el miércoles 11 de octubre, es decir, hoy. Lo extraño es que semejante advertencia sólo circula por páginas web alternativas. En rigor, el autor de la nota se limita a juntar hechos de las últimas semanas –desde el paro de Santa Cruz hasta la masacre de Huanuni– e incluirlos dentro de un plan conspirativo. Las repercusiones, sin embargo, obligaron al vocero del Palacio Quemado, Alex Contreras, a referirse al asunto indicando que un posible golpe de Estado en el país no tendría éxito por el respaldo de las Fuerzas Armadas, la policía y los movimientos sociales al presidente de la República y al sistema democrático. “Nos hemos reunido en las últimas horas con el alto mando militar y policial y ellos han ratificado el apoyo y la confianza a este proceso de cambio en el país. Están absolutamente de acuerdo con todas las medidas y además estarán atentos a lo que pueda suceder”, subrayó el funcionario. Y algunos advierten que continuas acusaciones de Morales sobre una conspiración en marcha, ante cada conflicto político o social, corren el riesgo de perder eficacia como denuncia. Ahí está el cuento del pastor y el lobo.

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Unos dos mil convocados por el sindicato de los mineros y la COB marcharon por el centro de La Paz.
 
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