EL MUNDO › EE.UU. Y MEXICO NEGOCIAN UN ACUERDO ANTIDROGA

Para blindar la frontera

 Por Maite Rico *

Estados Unidos y México ultiman un acuerdo de gran calado para el combate contra los carteles de la droga. Ayudas multimillonarias, transferencia de tecnología y programas de capacitación cimentarán, a lo largo de los próximos seis años, un proyecto de seguridad regional, el más ambicioso negociado hasta ahora, que pretende ganarle la partida al crimen organizado en los 3000 kilómetros de frontera común.

El nuevo gobierno mexicano de Felipe Calderón está decidido a arrimar el hombro, pero exige reciprocidad: Washington deberá batirse contra el consumo doméstico de estupefacientes y contra las redes que, desde su territorio, facilitan armas y dinero a las mafias mexicanas. El acuerdo antidroga que Estados Unidos y México negocian desde marzo, bajo celosa reserva, abrirá plenamente los cauces de cooperación entre los dos países vecinos. Sobre la mesa está en estos momentos la partida de ayuda que las autoridades mexicanas van a recibir de Washington, y que estaba previsto que sea analizada por los presidentes de ambos países, George W. Bush y Calderón, en una reunión previa a la cumbre trilateral de América del Norte, que EE.UU., México y Canadá celebran en la ciudad de Quebec.

La lista incluye el acceso a instrumentos de alta tecnología, la financiación para equipos de monitoreo, radares, sistemas de escucha y encriptación y la capacitación de recursos humanos. “No se trata de una negociación para conseguir unos cuantos juguetitos”, recalca un alto funcionario mexicano que pide el anonimato. “El paquete de apoyo antinarcótico forma parte de un esquema integral de cooperación”, agrega. ¿De cuánto dinero se está hablando? “De una cifra sustancialmente superior a los 27 millones de dólares que recibe México anualmente”, responde esquivo. Otras fuentes consultadas cifran el presupuesto en unos mil millones de dólares para el sexenio del gobierno de Calderón.

Esa cantidad es una quinta parte de lo que Estados Unidos ha invertido desde 1999 en el llamado Plan Colombia, con el que las autoridades mexicanas marcan distancias para no crear anticuerpos en un país que ha enarbolado la independencia como bandera histórica, y donde todo lo que huela a injerencia levanta ampollas. A diferencia del programa andino, en México no habrá intervención estadounidense sobre el terreno. “Eso ni se ha planteado”, señala el alto funcionario. “Y el Plan Colombia tiene un fuerte componente militar porque implica el combate contra grupos armados irregulares que están en simbiosis con los narcotraficantes. Ese no es nuestro caso.”

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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