EL MUNDO › BRASIL ES PRODUCTOR DE ETANOL, PERO SE PREOCUPA POR EL MEDIO AMBIENTE

“Deforestación cero”, el plan de Lula

 Por Darío Pignotti
desde Brasilia

Lento adiós a la globalización del “hambre cero”. La Asamblea General de la ONU, dos semanas atrás, fue el marco escogido por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, para presentar su remozado discurso internacional con vértice en la defensa del medio ambiente. Lula, que la semana próxima recorrerá Africa divulgando las virtudes de los biocombustibles, destacó las credenciales de Brasil como potencia ecológica y recordó que fue la cumbre Eco 92, en Río de Janeiro, el evento que alertó por primera vez sobre las calamidades que se ciernen sobre el planeta.

Para dar prueba de que sus palabras iban más allá de la retórica propuso la realización en Brasil de la cúpula “Río más 20”, en 2012, iniciativa que mostró la sintonía de Lula con el nuevo secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki-moon, quien vería con simpatía una cumbre carioca dentro de cinco años. En su cuarta intervención ante la ONU, el mandatario relegó el tono social de otros años y reforzó el acento en lo ecológico: la “diplomacia verde” de Lula ya no hace pivote en el “hambre cero” sino en la “deforestación cero”.

En esa línea, detalló los avances en la lucha contra los incendios forestales en la Amazonia brasileña, que con sus 3,5 millones de km2 es la mayor floresta tropical del mundo y machacó en la idea de que su preservación es imprescindible para aventar el fantasma del calentamiento planetario.

La gigantesca humareda generada por las queimadas, que el año pasado arrasaron 14000 km2 de selva amazónica, representa el 75 por ciento de los 334 millones de toneladas de CO2 (principal responsable del efecto estufa), lo que convierte a Brasil en el cuarto mayor contaminante del mundo. Acabar con ese flagelo requiere de instrumentos múltiples y uno de ellos es la aplicación de estrategias económica y ecológicamente “sustentables”, esto es: programas que permiten la explotación económica de la región sin depredar la biodiversidad. Sólo así, sostiene el gobierno brasileño, será posible llevar la curva de deforestación hasta cero.

Para lograrlo, la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, oriunda del amazónico estado de Acre, propuso la “corresponsabilidad” de los países desarrollados, que deben cargar con parte del costo de la reconversión económica de la floresta. Marina Silva, que integró la comitiva de Lula en Nueva York, declaró su “respaldo” a la cumbre sobre el cambio climático convocada por Ban Ki-moon en Bali, Indonesia, en diciembre, y señaló que es la ONU el “ámbito adecuado” para debatir asuntos ambientales. Acto seguido, la funcionaria informaba que no tomaría parte de la reunión convocada por George W. Bush en Estados Unidos, dos días después de iniciada la Asamblea de la ONU.

Y es que Lula busca tomar distancia del depreciado Bush y su extemporánea propuesta de crear un club de grandes países contaminantes, en la que se plantea la reducción drástica de emisión de gases a China y Brasil. Se trata de una tesis inadmisible para el gobierno de Brasilia, para el cual ese tipo de políticas amenaza su desarrollo económico.

Lula da Silva repitió ante el plenario de la ONU su fe en los biocombustibles, una bandera que abraza con entusiasmo desde marzo cuando junto a Bush lanzó una cruzada mundial por la producción de carburantes no fósiles. También descartó de plano que la expansión de los combustibles a base de maíz o soja pueda agravar la hambruna mundial al encarecer los alimentos, con lo cual salió al cruce de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y la Comisión sobre el Derecho a la Alimentación de la ONU, que recelan de los favores del etanol y el biodiésel.

Y no sólo eso: al ratificar su convicción sobre las ventajas de expandir los plantíos de soja y caña, Lula dejó planteado en una tribuna mundial su pleito ideológico con sus colegas Hugo Chávez y Fidel Castro, rabiosos opositores a la internacionalización de los cultivos para fabricar etanol y biodiésel.

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