EL MUNDO › CHAVEZ SE LAMENTO DE QUE UNA PARTE DE SUS FILAS NO FUERA A VOTAR POR EL “SI”

“Algunos de los nuestros no jugaron”

Al día siguiente del triunfo del “No” a la reforma constitucional por escaso margen, el presidente venezolano reconoció que eligió un mal momento para someter a consulta su proyecto político. La oposición llamó a la reconciliación y la reflexión, como suelen hacer los ganadores después de una elección reñida.

 Por Santiago O’Donnell
desde Caracas

Después de la tormenta llegó la calma. Durante todo el día de ayer las calles del centro de esta capital parecían desiertas, como si fuera feriado y no un lunes laborable. Quién podía culpar a los caraqueños. El día anterior habían sido levantados con un toque de diana a las cuatro de la mañana y después habían vivido una elección crucial para sus vidas que los mantuvo en vilo hasta bien entrada la madrugada. Durante toda la tarde se sucedieron las conferencias de prensa de observadores electorales, que no tenían nada para decir, y declaraciones de líderes opositores de distinto calibre, que decían lo que había que decir, con estilo macrista-sciolista, es decir, sin mostrar los dientes, hasta que, al caer la noche, Hugo Chávez decidió que era hora de recordar quién estaba a cargo del país y llamó a sus periodistas preferidos, compañeros como los llama él, de la cadena Venevisión. Habían pasado doce horas desde que miles de venezolanos se habían vestido de azul para festejar el triunfo del NO en el referéndum impulsado por el presidente Hugo Chávez para reformar la Constitución.

Sereno, mimoso, seguro de las fuerzas que aún conserva, Chávez se permitió la autocrítica de reconocer que había elegido mal el momento para someter a votación su ambicioso proyecto político. “Hay ocho millones de personas que no dijeron que sí, pero tampoco dijeron que no. Están a la expectativa. ¡Vamos por ellos!”, alentó. “No hemos perdido nada pero esto significa un repliegue, un debilitamiento para el gobierno”, se sinceró. “Yo estoy convencido de que algunos de nosotros no jugaron. Como en un partido de fútbol, se quedaron quietos y dejaron pasar la pelota”, se lamentó. El humor de Chávez vino bien para cerrar un día que había empezado con mucho nerviosismo.

Pasada la una de la mañana, siete horas después del cierre de los comicios, en la sede comando de la Comisión Nacional Electoral el clima era tan espeso que se podía cortar con cuchillo. El anuncio de los resultados, previsto para tres horas después de la elección, se seguía estirando y un grupo de policías antimotines de la guardia civil copaba el recinto, mientras líderes opositores desencajados pedían al aire que el presidente reconociera su derrota. En el Palacio Miraflores Chávez había convocado a una conferencia de prensa que se postergaba cada media hora. Ante la prohibición de difundir resultados de boca de urna, los rumores iban y venían. Que el gobierno había retirado de los diarios los anuncios del día siguiente celebrando su victoria, que la cúpula militar se había reunido para pedirle a Chávez que no reconociera su derrota, que el ex ministro de Defensa chavista Raúl Baduel, ahora enrolado en las filas opositoras, iba a convocar un alzamiento militar en contra del fraude. En distintos puntos del país explotaban cacerolazos.

Todo cambió después de la una y media de la mañana, cuando la presidenta de CNE, Tibisay Lucena, rodeada por los otros cuatro miembros de la comisión, tomaba su lugar en el caótico salón de conferencias para anunciar el triunfo opositor. El No se imponía por menos de 100.000 votos sobre un total de 16 millones, pero la tendencia, con más del 90 por ciento de las mesas contabilizadas era irreversible, dijo Lucena. También anunció que la abstención había superado el 44 por ciento, cifra que sorprendió a oficialistas y opositores, porque la reforma impulsaba cambios radicales en las relaciones políticas, económicas y sociales del país. La reforma impulsaba la reelección indefinida del presidente, limitaba la propiedad privada, les quitaba poder a las alcaldías y municipios, le quitaba autonomía al banco central, suspendía libertades durante estados de emergencia, les daba rango constitucional a los programas sociales, universalizaba el seguro social, impulsaba una profunda reforma universitaria y acortaba la jornada laboral.

No bien terminó de hablar la presidenta de la comisión electoral, un Chávez de camisa roja y rostro sombrío hizo su entrada la sala de prensa del Palacio Miraflores. Esta vez fue directo al grano. Reconoció el triunfo opositor, felicitó a sus rivales, dijo que el acto eleccionario fue un triunfo de la democracia y pasó a explicar los motivos de la demora. Señaló que el anuncio de la junta de que el resultado era irreversible le trajo un gran alivio, porque lo sacó de un gran dilema: esperar los resultados de las actas manuales y desde el exterior, que tardaría dos días y poner al país al borde de la guerra civil, o aceptar la derrota y correr el riesgo de que después la junta dé vuelta el resultado con los últimos votos, lo cual también desataría una crisis de consecuencias impredecibles. “Yo quería esto. No quería que el anuncio se demore más tiempo”, declaró. Defendió las instituciones. “La oposición está aprendiendo que el único camino es el de la democracia”, apuntó.

Después pronunció una frase que arrancó de sus asientos a los periodistas chavistas, que aplaudieron de pie, pero que también crispó los ánimos de la oposición: “Por ahora no pudimos”. Antes recordó cuándo fue la última vez que había pronunciado esa frase. No hacía falta. Los venezolanos recordaban bien que fue después del fracasado golpe de Estado que el entonces coronel Chávez encabezó en 1992. “Hemos sido derrotados hoy, pero la batalla es larga”, remató el presidente.

Cerca de allí, en el barrio La Castellana de Caracas, en el comando del No, estallaba toda la emoción contenida. Apenas Lucena anunció por los monitores de la televisión la cifra de 50,7 por ciento a favor del No, explotó el griterío. Entre abrazos, aplausos, brindis y más abrazos, el líder estudiantil Yon Goicochea se largó a llorar. “Este es un triunfo de todos, no nos vamos a rendir”, alcanzó a decir. Stalin González, otro líder estudiantil, se mostraba más mesurado en medio de la locura desatada. “Hay que ser humildes. No debemos imponer nada a nadie. Es la oportunidad de abrir un camino.” Mientras hablaba, el ex candidato presidencial Manuel Rosales se subió a la tarima flanqueado por más de veinte líderes opositores para aceptar el triunfo en nombre del No. Lo primero que hizo fue pedir mesura en el festejo. “Que nadie levante la bandera del triunfo para ofender”, instó. “Invito a Chávez a que iniciemos el camino de la paz y del reencuentro.” Finalmente tuvo un reconocimiento especial para el periodista, intelectual y ex guerrillero Teodoro Petkoff, asesor del bloque del No, a quien invitó a dirigirse al público.

Petkoff dijo que el triunfo opositor no es un hecho aislado, sino que el gobierno sufrió tres derrotas en los últimos meses: la negativa de tres de los cuatro partidos de su coalición a sumarse a su proyecto de partido único, el rechazo de muchos chavistas a la no renovación de la licencia del canal opositor RCTV y ahora el referéndum. “Estamos viendo una recomposición del espacio opositor con el general Baduel, que fue muy importante en el triunfo del No, el surgimiento del movimiento estudiantil y el partido Podemos, que había acompañado al chavismo, pero quiso ser fiel a su historia y no apoyó esta reforma porque le hubiera hecho mucho daño al país”, analizó Petkoff. También invitó a Chávez a impulsar por decreto los ítem más populares de su reforma, como la reducción del horario de trabajo y la extensión del seguro social para los trabajadores en negro. Acto seguido llamó a Chávez a reflexionar y cambiar el tono. “No puede ser que se la pase insultando a todos los que no estamos de acuerdo con él. No somos imperialistas, ni golpistas, ni gusanos ni serpientes.”

Mientras tanto, en la plaza Francia de Altamira miles de opositores se congregaron alrededor del obelisco para cantar y festejar. “¡Libertad! ¡Libertad!” y “¡Estudiantes!, ¡Estudiantes!”. Fueron los que más se escucharon. Leopoldo López, alcalde de Altamira, cantaba abrazado a su esposa y su hija. “Los venezolanos nos volvimos a reencontrar y le dijimos al presidente que no queremos más polarización. Tenemos que amanecer abrazados en una sola Venezuela. Desde la plaza y distintos puntos del país del interior, caravanas azules partían en distintas direcciones tocando bocina en señal de victoria. No se registraron incidentes.

Por la tarde el chavismo trató de poner su mejor cara. “Felicito a la oposición porque se deshizo del grupo, cada vez más pequeño, de fascistas que intentaban imponerse por la fuerza. El socialismo del siglo XXI sigue vigente. Tendremos que analizar los resultados y hacer correcciones necesarias porque la voz del pueblo es la voz de Dios”, dijo el ministro de Comunicaciones, William Lara.

La oposición, fortalecida, formaba fila ante los micrófonos para llamar a la reconciliación, como suelen hacer los ganadores después de una elección reñida. “Me siento muy orgulloso de la cátedra dictada por nuestro pueblo en el día de ayer”, dijo Ubaldo Santana, obispo de Maracaibo y presidente de la conferencia episcopal.

“El riesgo de Venezuela va a bajar, porque la posibilidad de elecciones competitivas siempre es bienvenida por el mercado”, dijo el financista Jorge Suárez, analista de ING. La bolsa de Venezuela subió más de cuatro puntos. “Fue una victoria del pueblo sobre la maquinaria y los recursos. A partir de ahora estamos hablando de un país distinto porque ahora Chávez tiene fecha de salida (su mandato vence en el 2013). Se abre ahora la caja de Pandora en el chavismo y empieza la lucha por la sucesión”, dijo Angel Quiroga, profesor de la Universidad de Bolívar.

Los ex chavistas Raúl Baduel e Ismael García, presidente de Podemos, debutaron con un triunfo en el espacio opositor. “Todos los venezolanos debemos felicitarnos porque hemos dado una batalla digna, allá en todas la mesas y las máquinas electorales.” Baduel, convertido en el nuevo referente militar de la oposición y contrafigura de Chávez, dirigió su mensaje a las fuerzas armadas, a las que elogió por su comportamiento durante la votación. “Nuevamente han demostrado que no tienen vocación de mansillar nuestra institución, hemos vencido nuevamente el golpe de Estado”, dijo Baduel, un ex general. Sin perder tiempo, invitó a Chávez a convocar una nueva asamblea constituyente para unir al país.

El gobierno norteamericano de George W. Bush se sumó al festejo opositor a través de un comunicado del Departamento de Estado en el que congratulaba a los venezolanos por elegido “vivir en democracia y libertad”.

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“Hay ocho millones de venezolanos que no dijeron que Sí, pero tampoco dijeron que No a la reforma constitucional”, dijo Chávez.
 
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