EL MUNDO › TRAS 192 DIAS SIN DIRIGENCIA, CINCO PARTIDOS LLEVARAN EL MANDO

Bélgica consensuó un gobierno interino

 Por Ana Carbajosa *
desde Bruselas

Bélgica respiró ayer. Después de casi siete meses sin gobierno, el primer ministro saliente Guy Verhosftadt logró arrancar a una coalición de cinco partidos el acuerdo para formar un Ejecutivo que se ocupará de los “asuntos urgentes del país” hasta finales de marzo, fecha en la que deberá constituirse un gobierno definitivo. De momento, con el provisional, Bélgica pone fin a la parálisis institucional y empieza de nuevo a funcionar.

Es, sin embargo, un cierre en falso. El pacto no resuelve ninguna de las cuestiones, como el reparto de competencias que enfrentan a las dos grandes comunidades lingüísticas del país: flamencos en el norte y valones en el sur, que han mantenido al país en vilo durante un tiempo record de 192 días y que han desatado los temores de escisión del país. Los temas espinosos quedan aparcados hasta dentro de tres meses y el destinado a alcanzar el consenso será el democristiano flamenco Yves Leterme, vencedor de los comicios del 10 de junio pasado, llamado a ser primer ministro.

A Leterme, que ha sido incapaz de sacar adelante un gobierno con mayoría suficiente durante estos siete meses, le toca ahora trabajar en la formación de un Ejecutivo definitivo que debe estar en pie a finales de marzo y algo aún más complicado: acometer la famosa reforma del Estado que otorgará mayor poder a las regiones, como exigen los flamencos. El partido de Leterme, en coalición con los nacionalistas flamencos que piden abiertamente la escisión de la rica Flandes, ha convertido el traspaso de competencias a las regiones –fiscales, seguridad social y vial y justicia entre otras–, en un requisito para la formación de un gobierno, según prometió en las elecciones. El desacuerdo con los partidos francófonos sobre el alcance de la reforma impidió hasta ayer el pacto, que Leterme aceptó por tratarse de un gobierno provisional.

Verhosftadt optó, sin embargo, por dejar estos temas de lado y poner de acuerdo a cinco partidos políticos, dos flamencos y tres francófonos, que cubren casi todo el espectro político belga –desde el nacionalismo flamenco exacerbado hasta los socialistas francófonos, pasando por los liberales y los democristianos de Leterme–, con mayoría suficiente para sacar adelante los asuntos urgentes como el presupuesto o las ayudas para la subida de la calefacción que se han acumulado a las puertas del Parlamento durante los últimos casi siete meses. El mandato de la Casa Real indica también que el gobierno interino debe sentar las bases para la reforma del Estado.

Así, Bélgica respira, pero de forma asistida y con una fecha de caducidad de tres meses. Será entonces cuando se vuelva a abrir el melón, putrefacto tras más de medio año de tensas negociaciones entre los partidos. Al enrarecimiento del clima político contribuirán las elecciones regionales en Flandes y en Valonia al año siguiente, que mantendrán a los políticos en precampaña durante la delicada fase de la negociación de la reforma del Estado. El camino hacia la normalización de la vida política belga se dibuja pues repleto de incógnitas y más que probables sobresaltos. El anuncio del acuerdo para formar un gobierno provisional se produjo en la madrugada de ayer, después de que Verhosftadt reuniera a los grupos políticos y se enzarzaran en las ya tan habituales como interminables negociaciones. “El primer ministro ha desbloqueado la situación”, anunció ayer su portavoz. El liberal Verhosftadt, uno de los grandes perdedores de los comicios de junio tras ocho años al frente del país, se apunta un importante tanto tras haber conseguido en dos semanas lo que Leterme no consiguió en seis meses.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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