EL MUNDO › LUIS ALBERTO LACALLE

Duro de roer

 Por Mercedes López San Miguel

Como presidente en los noventa, fue la vívida imagen del neoliberalismo y cimentó una buena relación con su par argentino, Carlos Menem. Poco después de haber dejado el cargo, Luis Alberto Lacalle (1990-1995) se vio salpicado por acusaciones de corrupción contra miembros de su gobierno que parecían marcar el final de su carrera política. Sin embargo, el político de raza de 68 años logró distanciarse de esos casos y ganó la interna del conservador Partido Nacional (Blanco) a Jorge Larrañaga para los comicios de hoy. Le gusta que lo llamen “Cuqui” y se compara con el personaje de la película Duro de matar, por ser un hueso duro de roer. “Bruce Willis, mi gran amigo. Cada vez que veo las películas digo: Vos y yo somos los que servimos para esto”, dijo el candidato blanco.

Un ex ministro de Economía –que también ocupó la presidencia del Banco Central– fue condenado junto a un asesor de Lacalle por abuso de funciones en torno de la venta de un banco a un grupo extranjero. La Justicia también procesó a otros funcionarios de su administración por irregularidades en una licitación. Las denuncias de corrupción llegaron a involucrar a la esposa del ex presidente e incluso algunos integrantes del propio PN le pidieron explicaciones a Lacalle sobre un presunto enriquecimiento ilícito del ex mandatario.

Cuando se le pregunta, Lacalle responde que su gobierno fue límpido como el agua del Río de La Plata. Para estos comicios, propone la derogación de algunos impuestos, un control del gasto más eficiente y una mejora en la seguridad pública, el tema que más han cuestionado los partidos de oposición. A tal fin, tiene pensado aumentar la cantidad de efectivos de la guardia metropolitana y bajar la edad de imputabilidad de los menores. En política exterior, es crítico del Parlamento del Mercosur, porque el bloque, según él, “debe ser estrictamente comercial”.

Nieto del último gran caudillo del partido, Luis Alberto de Herrera, comenzó muy joven su carrera política a su lado, ganó escaños de diputado y senador, para llegar a la presidencia en 1990 a los 48 años. Padre de tres hijos, uno de los cuales es actualmente diputado, al finalizar su mandato en 1995 continuó al frente de uno de los principales sectores de su partido, el herrerismo. “La vida política mía no va a cesar nunca”, dijo en una entrevista reciente con el diario El Observador.

Como hizo anteriormente, el canoso dirigente intentará volver al gobierno. En 2004 perdió las primarias del partido ante su actual candidato a vicepresidente, Jorge Larrañaga, luego derrotado en las elecciones presidenciales por el actual mandatario, el socialista Tabaré Vázquez. Asimismo, había terminado en el tercer lugar en los comicios de 1999, en una de las peores votaciones de los blancos. Hoy los sondeos le otorgan un segundo lugar en intenciones de voto y aspira a ganarle al centroizquierda en segunda vuelta.

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