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Un mensaje contra el ajuste

 Por Oscar Guisoni

Las encuestas anunciaban una paliza que no ocurrió y el Partido Popular saboreaba ya las mieles del poder regional absoluto, ya que se aprestaba a conquistar la huidiza Andalucía luego de tres décadas de dominio absoluto socialista. Para el PSOE, perder Andalucía es equivalente a lo que puede significar para el peronismo perder la provincia de Buenos Aires. Y luego del estrepitoso final del gobierno de Zapatero, se daba también ayer por descontado que los socialistas iban a terminar de estrellarse contra el suelo de su propia incapacidad política para lidiar con la crisis. Pero no fue así. Algo falló a último momento.

El PP apenas estrena gobierno nacional y la ola conservadora ya produjo estragos en las elecciones regionales del pasado año. Al PSOE la única región importante que le queda es Andalucía y la nave insignia estaba a punto de caer. Los conservadores jugaron una carta pesada: Javier Arenas. Presidente de la derecha regional y miembro de la mesa chica del partido a nivel nacional, Arenas intentaba ayer por cuarta vez llegar al poder. Pero la crisis tiene tiempos que la política desconoce y la brutalidad de la reforma laboral propuesta por Mariano Rajoy, sumado al intenso programa de ajuste que –según muchos sospechan– se incrementará a partir de ahora, le puso un freno a la ola neoconservadora apenas tres meses después de su apabullante victoria en las elecciones generales.

El PP perdió ayer “cinco puntos de apoyo y casi medio millón de votos respecto de los resultados del pasado 20 de noviembre”, destacaba ayer el diario El País. Si a esos datos se le suma el extraordinario crecimiento de Izquierda Unida, que consigue con sus 12 diputados transformarse en la fuerza indispensable para que el PSOE retenga el gobierno regional; entonces el revés de Mariano Rajoy adquiere proporciones importantes. A los escuálidos resultados andaluces tuvo que sumar ayer el PP otra derrota, más esperada en la encuestas pero no por ello menos amarga. Repetir resultados en Asturias, donde una fracción por derecha del propio PP les ha arrebatado el protagonismo regional, al tiempo que Izquierda Unida y el PSOE mejoraban ostensiblemente sus resultados anteriores, cierra una jornada electoral que da una pauta de hacia dónde marcha la sociedad española. Los dos grandes partidos perdieron ayer casi un millón de votos en sólo dos regiones.

La abstención del 40 por ciento completa el cuadro. Hay, por encima de todo, un brutal descreimiento de la política, ya expresado en las calles por los “indignados” y un crecimiento exponencial de las fuerzas alternativas que por ahora capitaliza Izquierda Unida. La derecha española recibió ayer su primer mensaje de advertencia. Mariano Rajoy no tiene un cheque en blanco y la velocidad a la que se desgasta su legitimidad empieza a producir vértigo. Sobre todo si el rumbo que confirma ahora el gobierno en Madrid es la profundización del ajuste y la aplicación a rajatabla de las recetas que recomiendan Berlín y los organismos de crédito internacionales. Los socialistas, salvo un derrape inesperado de última hora, conservarán su “provincia de Buenos Aires”. Y la izquierda ha vuelto a demostrar, en apenas tres meses, que es la única fuerza que crece en medio de las tinieblas de la crisis.

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