EL MUNDO › UNA TRANSICION QUE LANGUIDECE

Tahrir no se rinde

 Por Eduardo Febbro

Desde El Cairo

La plaza Tahrir volvió a ser el eco del pueblo. Esta vez, el objeto de la ira popular del viernes no eran los sobrevivientes del sistema Mubarak, sino el mismo ejército. Miles de personas llenaron la plaza bajo un lema que retrata por si sólo la cuerda floja en la que vive el país: “Recuperar la revolución”. Uno de los carteles más visibles era todavía más explícito: “Logramos que Mubarak se fuera, pero a cambio nos ganamos un mariscal”. Egipto está hoy gobernado por un Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, CSFA, a cuya cabeza está el mariscal Hussein Tantaoui.

Los manifestantes recriminan al ejército que dirige el país desde la caída del presidente Hosni Mubarak –febrero– el mantenimiento e incluso el refuerzo de las leyes represivas heredadas del antiguo régimen, las modalidades confusas de las elecciones legislativas anunciadas esta semana –28 de noviembre–, la gestión turbia del país y el fin de los miles de juicios que están en curso contra civiles ante tribunales militares.

El ejército tiene enfrente a los mismos revolucionarios que, en el curso de la revolución de la plaza Tahrir –enero y febrero– lo halagaban por la forma en que evitó participar de manera violenta en la represión. Pero la transición democrática languidece sin que se traduzcan en hechos los anhelos de cambios. El calendario electoral revelado el miércoles es de una impresión peligrosa. Si bien fija la elección de la Cámara baja para el próximo 28 de abril, la de la Cámara alta el próximo 29 de enero, la fecha de las elecciones presidenciales no figura en la hoja de ruta. Se hace una mención al paso con una fecha posible hacia finales de 2012. Peor aún, la agenda electoral tiene un vicio impolítico que suscitó la ira de los partidos políticos, incluidos los Hermanos Musulmanes. El CSFA estableció que dos tercios de los candidatos provendrán de listas cerradas y el resto de listas abiertas. El tercio restante, exclusivamente a los candidatos independientes. Ello deja la puerta abierta para que los ex mastodontes del sistema Mubarak vuelvan al poder gracias al artículo 5 de la Ley electoral. La coalición democrática que agrupa a una treintena de formaciones políticas de todos los horizontes, incluidos los partidos laicos y los Hermanos Musulmanes, amenazó con boicotear las elecciones de noviembre si el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas no retiraba el polémico artículo 5.

Los cambios no llegan y el poder militar se escuda detrás del argumento de la “estabilidad”, es decir, según el CSFA, si el país no se estabiliza es imposible introducir las transformaciones democráticas. Este argumento fue puesto en tela de juicio a mediados de septiembre por Waël Ghonim, el ejecutivo de Google que pasó a la historia cuando, en plena revuelta, montó una página en Facebook que contribuyó de forma decisiva en el desencadenamiento de la revolución. En una carta enviada al CSFA, Ghonim escribió que “luego de meses y meses y con el pretexto de la estabilidad, el modo de gobierno no ha cambiado en nuestro país”. Waël Ghonim pide al ejército “fechas precisas” para la transferencia del poder a los civiles y resalta que la “juventud está frustrada” ante la “ausencia de cambios fundamentales”. La determinación de una parte de la sociedad egipcia parece inalterable.

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