EL PAíS › OTRO CASO QUE COMPROMETE JUDICIALMENTE AL EX COMISARIO LUIS PATTI

Preso de su propio pasado

El represor deberá responder ante la Justicia por la detención en 1976 de Osvaldo Ariosti, quien estuvo dos años preso a disposición del Ejecutivo, militó en el Paufe en la década del ’90 y falleció el año pasado.

 Por Adriana Meyer

En los años noventa trabajaron juntos en el Partido Unidad Federalista (Paufe) y los “paufistas” dicen que Luis Abelardo Patti era su líder. Sin embargo, en agosto de 1986 Osvaldo Ariosti no había tenido reparos en denunciarlo ante la Justicia como uno de los dos policías que lo detuvieron en 1976 y lo llevaron a la comisaría de Escobar, tras lo cual pasó dos años preso. Y tampoco sintió remordimientos en 1992 cuando gestionó la reparación económica por aquel secuestro. A pesar de que Patti negó conocerlo cuando declaró en esa causa, en la conferencia de prensa que dio apenas salió de la cárcel dijo: “Me imputan el caso de Ariosti, que ha fundado el partido con nosotros, una persona querida en Escobar, me extraña mucho”. Este hombre murió atropellado por un tren en octubre, un mes antes de la detención del ex comisario. Cuando la causa llegue a juicio oral el represor deberá responder también por este hecho.

La megacausa Campo de Mayo es, y seguramente seguirá siendo, una caja de sorpresas. Los empleados y funcionarios del Juzgado Federal 2 de San Martín revisaron los 312 casos que contiene ese enorme expediente, la mayoría de los cuales contiene varias víctimas. Entre los hechos ocurridos en Garín y Escobar encontraron tres con un denominador común: las víctimas habían sido secuestradas por Luis Patti, por entonces un oficial de calle de la comisaría de esa localidad. Con el número 290 estaban registrados los secuestros de Carlos Daniel Souto, Guillermo y Luis D’Amico, y Osvaldo Tomás Ariosti. A fojas 67 consta la declaración que Ariosti hizo el 25 de agosto de 1986, cuando vivía en la calle Cabildo de Garín, y en la que denunció que estuvo arrestado, a disposición del Poder Ejecutivo nacional, durante la dictadura. Cuando le preguntaron por quién fue detenido, respondió que fueron “el oficial principal Domínguez y el oficial Patti, a quienes reconoció porque era miembro de la comisión cooperadora de la comisaría de Escobar”. Ariosti describió que lo sacaron de la casa y lo metieron en un Ford celeste, lo llevaron a la comisaría de Escobar y luego a Devoto. Estuvo en la Unidad 9 de esa cárcel hasta el 28 de octubre de 1978. Patti fue citado a declarar como testigo el 30 de octubre, y a fojas 69 dijo bajo juramento que no conocía ni a Ariosti ni a Domínguez.

El año pasado, cuando los colaboradores del juez federal de San Martín, Alberto Suares Araujo, leyeron esto, convocaron a Ariosti para volver a interrogarlo y ampliar sus dichos. La citación volvió al juzgado con la respuesta de que había muerto en octubre al ser atropellado en las vías del ferrocarril. Aunque quedaron algunos detalles por establecer, el juez lo incorporó y en noviembre procesó a Patti también por este caso, sumado al de Souto, los D’Amico, Diego Muniz Barreto, Juan Fernández y Gastón Gonçalves. Sus superiores de la Cámara Federal avalaron la decisión al confirmar el procesamiento con prisión preventiva del represor ex intendente de Escobar y diputado electo. Por lo tanto, cuando esta causa por siete víctimas llegue a juicio oral, Patti deberá dejar de hacerse el sorprendido y responder también sobre Ariosti. “Aunque la víctima haya fallecido el delito queda, no hay forma de desmentir su testimonio y hay que juzgar a quien se encuentre acusado, como ocurre en la causa por el secuestro del periodista Jacobo Timerman”, explicó a Página/12 Pablo Llonto, abogado de Juana Muniz Barreto.

¿Qué hizo Patti cuando se enteró, de que lo habían imputado por el caso Ariosti? Tras salir de la conmoción por la incorporación de la denuncia de alguien a quien consideraba “uno de los nuestros”, instruyó a su abogado Silvio Duarte para que presentara testigos que dijeran que, en los años que trabajó con ellos en el Paufe, nunca les comentó que había sido secuestrado por él. “Los convocaron para que digan que algo no ocurrió, en derecho es elemental que se puede probar un hecho positivo, pero nunca uno negativo”, afirmó Llonto. Todos estos testigos pertenecen al Paufe; uno de ellos afirmó que Ariosti fue chofer de Patti en los noventa; otro dijo que Ariosti era como un icono del partido del ex comisario. Convocada también la hija de Ariosti, expresó que “no quería ser molestada”, que era “muy chica” cuando su padre fue secuestrado pero recordó que “entraron tres tipos de verde fajina a llevarse a su papá, que nunca más quiso hablar del tema”.

Si Ariosti estuviera vivo podría ser preguntado acerca del pedido de reparación económica por su detención ilegal, que inició en 1992 en base a la ley 24.043 (expediente 339181), y que figura a fojas 206 aportado al expediente por las actuales autoridades de la Secretaría de Derechos Humanos. ¿Lo habrá hecho cuando ya participaba de las actividades del Paufe? Quizá Patti, ahora que no niega conocerlo, pueda explicar si fue él quien buscó a Ariosti para sumarlo a sus filas, como hizo con los familiares de otras de sus víctimas.

Luego del Juicio a las Juntas, la Cámara Federal porteña dio instrucciones a las cámaras federales de todo el país para que iniciaran los procesos y así empezar a juzgar a las segundas líneas de responsables. Era eso lo que estaba empezando a suceder en 1986, cuando declaró Ariosti. El alzamiento de Semana Santa del año siguiente y sus consecuencias congelaron todo durante dos décadas. La lista inicial de los detenidos desaparecidos de la zona en la que patrullaba el entonces oficial Patti tenía 37 nombres, ahora son más de 45. En su conferencia, el diputado electo e impugnado afirmó que todos los casos que lo llevaron a la cárcel son nuevos. Aunque Ariosti no pueda demostrárselo en forma personal, su vieja declaración cobra actualidad en el sinuoso historial del represor ante la también errática Justicia.

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El ex intendente de Escobar presentó diversos testigos para desacreditar la denuncia de Ariosti.
Imagen: Rolando Andrade
 
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