EL PAíS › COMO NO ENCABEZARA HOY EL TE DEUM DEL 25 DE MAYO, BERGOGLIO DIJO LO SUYO AL CELEBRAR CORPUS CHRISTI

Esta vez el mensaje de la Iglesia llegó antes

El arzobispo porteño afirmó que es tiempo de privilegiar “la unidad al conflicto”, pero no aludió a nadie en forma directa. Cerró así una semana en la que el Gobierno y la jerarquía eclesiástica discreparon sobre la pobreza.

 Por Washington Uranga

Este 25 de mayo no habrá Te Deum en la catedral porteña. La presidenta Cristina Fernández asistirá a un acto interreligioso de acción de gracias que se celebrará en la catedral de Salta, que será presidido por el arzobispo católico de esa ciudad, Mario Cargnello, pero del que participarán también líderes religiosos de otras confesiones. Habrá lugar para las plegarias, pero no para la homilía con señalamientos. Seguramente por ello el cardenal Jorge Bergoglio anticipó ayer sus recomendaciones al hablar en el escenario levantado en la Plaza de Mayo, frente a la catedral metropolitana, con motivo de la celebración del Corpus Christi. “Ni quietos, ni atropelladores, ni ‘dormidos sobre los laureles’ ni crispados”, les pidió a los cristianos. Y los invitó a caminar “con sentido del tiempo cristiano, que es tiempo de amor, tiempo que vincula, tiempo que no levanta muros, sino que tiende puentes entre las generaciones y entre los corazones, tiempo en el que se privilegia la unidad al conflicto”.

Bergoglio, que hoy mismo partirá hacia el Vaticano junto a los otros tres obispos que conforman la Comisión Ejecutiva del Episcopado, invitó también a recorrer un camino mediante el cual, “haciendo memoria del amor de Jesús”, las “calles se transfiguran y se vuelven lugar de projimidad, lugar de encuentro, lugar de solidaridad”. Porque, sostuvo el arzobispo, “es la memoria (del amor de Jesús) que une, el camino que aglutina a un pueblo que quiere permanecer sin disgregarse, que quiere permanecer en el amor y no despreciarse mutuamente”. Fiel a su estilo, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina envió mensajes a todos los actores que participan de la escena nacional sin apartarse de su discurso religioso y sin aludir directa ni explícitamente a nadie.

Desde Azul, el obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne, hizo también una convocatoria para buscar “con audacia y tenaz empeño, caminos para compartir bienes materiales y espirituales”. Pidió Hesayne que “los ricos católicos bajen a reunirse fraternalmente con los carenciados” y que “los carenciados no vendan su dignidad al clientelismo político o a la beneficencia o la dádiva fácil”. El obispo patagónico solicitó que “unos y otros compartan bienes y trabajo” porque “en esfuerzo común, se puede lograr una sociedad más justa y fraterna”.

Estas manifestaciones llegan al final de una semana en la cual la relación entre el Gobierno y la jerarquía eclesiástica se tensó a raíz de las apreciaciones del obispo Jorge Casaretto, presidente de la Pastoral Social, afirmando que “la percepción nuestra es que en estos momentos está aumentando la pobreza”. Los dichos de Casaretto motivaron la inmediata reacción de la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, señalando que “disiento con las apreciaciones formuladas por monseñor Casaretto, porque una percepción es una visión sesgada” y “lo objetivo y evidente es que la pobreza bajó en números absolutos y la calidad de vida mejoró”.

El martes, un día antes de finalizar el lockout agropecuario, la Comisión Ejecutiva que preside Bergoglio había emitido un comunicado en el que recordó que “en democracia los problemas se solucionan en el ámbito de las instituciones, privilegiando el diálogo por sobre toda muestra de violencia verbal o física, buscando más las coincidencias que la acentuación de las diferencias y teniendo como horizonte siempre el bien común”. Y subrayando que “esta búsqueda debe darse en un clima de honestidad y respeto”. La decisión de la jerarquía había sido, en principio, mantenerse oficialmente al margen del conflicto entre la dirigencia agropecuaria y el Gobierno. Sin embargo, ante el agravamiento de la situación y después de muchas consultas internas, se llegó al acuerdo para emitir una declaración de la Ejecutiva.

A la hora de explicar sus palabras, los jerarcas de la Iglesia confiesan en privado su preocupación por el momento político y social del país. Varios obispos han tenido contactos directos con los dirigentes agropecuarios, para conocer sus posiciones pero también para solicitarles la mayor prudencia a la hora de plantear sus reclamos. Tampoco faltaron los diálogos con hombres de las filas oficiales. También allí los obispos manifestaron la necesidad de encontrar soluciones sobre la base del diálogo. No se consideró, como algunos dijeron, la posibilidad de mediación eclesiástica entre la dirigencia agropecuaria y el Gobierno. Además del riesgo político que ello habría implicado para la Iglesia, la jerarquía sabe que hoy no está en condiciones de ser un interlocutor válido y confiable para la Casa Rosada.

Distinto es el roce suscitado entre Casaretto y Alicia Kirchner, dos personas de diálogo frecuente y que suelen coincidir en sus posiciones. Los obispos que trabajan en el campo social no ocultan su preocupación porque a través de su tarea cotidiana y la de sus colaboradores, perciben síntomas que muestran que el mejoramiento que se venía registrando en la situación de los más pobres se estancó y, en algunos casos, se retrocede. En privado, a través de los diversos canales de diálogo institucional que existen entre funcionarios del área social y organizaciones eclesiásticas que trabajan en el mismo terreno, estas preocupaciones ya se habían expresado. Si bien tanto la ministra como Casaretto se mantuvieron en sus afirmaciones públicas, tal como lo señaló el obispo de San Isidro el “diálogo institucional” continúa y el trabajo conjunto no tendrá obstáculos por este motivo. Pero tampoco cambiará el discurso episcopal sobre los riesgos de la pobreza y la exclusión. La colecta de Cáritas, el 8 de junio, bajo el lema “la desigualdad nos duele; recuperemos la capacidad de compartir”, será una nueva ocasión para reforzar las advertencias en esta línea.

La presidenta Cristina Fernández decidió profundizar una medida de Néstor Kirchner evitando las amonestaciones eclesiásticas el 25 de mayo. El ex mandatario eligió sacar el Te Deum de la Catedral de Buenos Aires para no darle a Bergoglio la oportunidad de la homilía. Ahora se dio un paso más. Habrá acto religioso de acción de gracias, pero será interreligioso. En la catedral católica, pero junto a ministros de otras religiones. Más allá de la molestia que la decisión le causa a Bergoglio, otros obispos no ven en ello algo que pueda entenderse en contra de la Iglesia Católica. Pero al mismo tiempo sobran las especulaciones sobre el verdadero sentido del viaje de Bergoglio al Vaticano junto a los arzobispos Luis Villalba y Agustín Radrizzani (vices primero y segundo del Episcopado) y al obispo Sergio Fenoy, secretario general. Oficialmente se trata de una visita de rutina y por razones institucionales. Pero nadie puede desconocer que en la agenda con la cúpula romana estarán presentes temas tales como la negativa vaticana a darle el placet como embajador argentino a Alberto Iribarne y la falta de acuerdo del Gobierno argentino para la designación del obispo castrense que reemplace a Antonio Baseotto.

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Jorge Bergoglio saluda a los feligreses en Plaza de Mayo durante la celebración de Corpus Christi.
 
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