EL PAíS › JUZGAN AL EX JUEZ BRUSA Y CINCO EX POLICIAS

Los años de plomo en Santa Fe

Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe

El juez federal Reynaldo Rodríguez comenzará hoy a tomar declaración a víctimas del terrorismo de Estado en una causa que revisará los crímenes de la dictadura en Santa Fe por primera vez desde el retorno democrático. El magistrado ya produjo una decisión sin precedentes en la provincia: anuló las leyes de obediencia debida y punto final y ahora recolectará testimonios y pruebas para empujar al banquillo a su antecesor, el ex juez Víctor Brusa, y a otros cinco ex policías. Rodríguez citó a doce sobrevivientes del horror que nunca fueron llamados ante un estrado judicial pese a sus denuncias en la Conadep, la Justicia española y hasta el Consejo de la Magistratura que destituyó a Brusa. Hoy escuchará a Anatilde Bugna y mañana a Stella Maris Vallejos, dos ex desaparecidas que sufrieron el circuito represivo que articulaba centros clandestinos, la seccional 4ª, el servicio de inteligencia y la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), entre otros lugares.
El proceso tiene un precedente: la investigación abierta en octubre de 1998 por el juez español Baltasar Garzón, quien tres años después pidió la captura y extradición de Brusa y los otros imputados: los ex comisarios Mario Facino, Héctor “Pollo” Colombini, Juan Calixto Perizzotti; el ex oficial de inteligencia, Eduardo “Curro” Ramos y la ex carcelera María Eva Aevi. Ramos se entregó el 28 de setiembre de 2001 en el Arzobispado de Santa Fe, a cargo entonces de Edgardo Gabriel Storni. Brusa se presentó ante el juez Gabriel Cavallo, en Buenos Aires. Los seis recuperaron su libertad un mes más tarde por las demoras en el trámite diplomático. Si bien el gobierno argentino rechazó la extradición a España, quedó obligado a juzgarlos en la Argentina.
La causa se reabrió a instancias del fiscal Eduardo Freire, pero por razones de competencia llegó a Santa Fe, donde a mediados de agosto el juez Rodríguez aceptó un planteo del fiscal Alejandro Luengo y declaró nulas las leyes de obediencia debida y punto final. Ya entonces ordenó las audiencias para escuchar por primera vez en diecinueve años el testimonio de las víctimas de la dictadura. Hoy, a las 10, declara Anatilde Bugna y mañana Stella Maris Vallejos. Y la semana próxima lo harán José Schulman, Carlos Pacheco, Ana María Cámara y Patricia Traba. En una segunda ronda podrán testimoniar Rubén Maulín, Orlando Barquín, Beatriz Poi, Patricia Isasa, Susana Molina y Roberto Cepeda.
Bugna fue secuestrada el 23 de marzo de 1977 en su casa paterna. Reconoció entre los integrantes del grupo de tareas a un ex compañero de la escuela primaria, Eduardo Ramos. “Me llevaron en el asiento trasero de un automóvil con custodia armada. Ingresamos a una comisaría que identifico como la 4ª, donde me tomaron los datos, y me alojaron en una habitación. Me encapucharon y ya no pude precisar el tiempo que pasó”, dijo ante el juez Garzón. Junto a otras detenidas, entre ellas Silvia Abdolatif, Ana María Cámara y Patricia Traba, abordó un camión cerrado que la llevó hasta un centro clandestino en las afueras de Santa Fe, donde la obligaron a firmar una declaración bajo tortura. Allí volvió a reconocer a los represores. “Uno de ellos asume el rol del bueno. Era Ramos, quien me aconsejaba: ‘Cantá todo y te largamos’. El rol de malo lo asumía ‘El tío’ y participaba también ‘El pollo’, agregó Bugna.
“Mientras me presionaban llegó otro grupo de represores. Una mujer preguntó: ‘¿A quién me llevo?’. Tiempo después supe que se trataba de María Eva Aevi, quien entró junto al comisario Perizzotti. En la Guardia de Infantería Reforzada, a cara descubierta, pude reconocerlos por sus voces, entonaciones y modismos.”
En 1999, Bugna declaró ante la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura en el proceso de remoción de Brusa y relató su encuentro con el ex juez, en la GIR. “Tenía en sus manos la declaración que me habían obligado a firmar en la tortura. La manejaba con totalconocimiento y frialdad. Le dije: ‘Esa declaración fue bajo presión y tortura’. El me contestó: ‘Bueno, agradecé que lo podés contar’.”
Bugna revivió su larga lucha por la Justicia. “Tuve que ir a otro lado a pedirla, valoro al juez Garzón, pero quiero Justicia en la Argentina”, dijo. Y recordó a su esposo fallecido, Juan José Perassolo. “Lamento en el alma que hoy esté sola. Esta lucha la iniciamos juntos, hace muchos años y sé que está en alguna parte. Esto le hubiera encantado.”

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