EL PAíS › OPINION

Una luchadora incansable

 Por Alba Lanzillotto *

El viernes 10 de abril falleció Mabel Gutiérrez, histórica presidenta de Familiares de De- saparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Su hijo Alejandro había sido secuestrado el 24 de julio de 1978.

Se nos fue Mabel. Su corazón no pudo soportar tanto dolor, tanta injusticia, tanta infamia. Debimos cuidarla mucho más, estaba expuesta a demasiados e imperdonables golpes. En estos últimos tiempos se la veía como vencida. Ella, que durante años fue un verdadero puntal de los movimientos de derechos humanos, no podía con los injustos ataques que le venían desde quienes hasta hace poco eran sus compañeros.

Mabel es, sin duda, la más lúcida, la más coherente, la más honesta, la más consciente entre los militantes por la vida, la verdad y la justicia. Era, para muchas de nosotras, alguien a quien acudir en los momentos de duda, de desasosiego, de desconcierto, cuando no encontrábamos explicación para situaciones incomprensibles.

Donde actuaba se convertía naturalmente en eje y su palabra sobria, sabia, educadora, estaba donde era necesaria. Un ejemplo clave de esto es su presencia tan escuchada, tan respetada en el Instituto Espacio por la Memoria. A su iniciativa se deben muchas de las estrategias para llevar adelante la lucha por la verdad y la justicia, por la aceleración de los lentos juicios. Si Mabel hacía o sugería algo, sólo se oponían los descarrilados, los que pelean por otros intereses que ni siquiera se atreven a confesar. La mayoría sabía que de ella no podía salir nada que fuera contradictorio con el espíritu de lucha ética y moral que Madres, Abuelas y Familiares y el pueblo habían emprendido desde el comienzo del tiempo oscuro del horror.

La dictadura le había arrancado a su hijo Alejandro y esa herida, por cierto, aún sangraba, pero le daba fuerzas para seguir la lucha. En cambio, las nuevas heridas abiertas por la cerrazón política de algunos, o la falta de conciencia u otros intereses, fueron minando su natural energía.

Ahora nos deja a muchos en la más dolorosa orfandad. Quienes creemos sabemos que ella descansa ya de los dolores y los sufrimientos causados por enemigos y presuntos amigos y también que tiene su lugar en la luz de los bienaventurados porque fue perseguida y golpeada por luchar por la causa de la justicia.

* Abuelas de Plaza de Mayo.

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