EL PAíS › CRISTINA FERNáNDEZ DE KIRCHNER SE REUNIó CON JOSé MUJICA Y CRITICó EL CORTE POR LA EX BOTNIA

“Sólo perjudica a Fray Bentos y Gualeguaychú”

Los presidentes acordaron definir en sesenta días cómo se hará el monitoreo conjunto del río Uruguay. La argentina dejó entrever que después de eso espera que se levante el piquete.

 Por Fernando Cibeira

Desde Colonia

Cristina Kirchner y José Mujica acordaron un plazo de 60 días para resolver cómo se hará el monitoreo conjunto a la planta de la ex Botnia y al río Uruguay, una de las cuentas pendientes a partir del fallo de la Corte de Justicia de La Haya. Aunque no lo dijo en forma taxativa, la Presidenta dio a entender que luego de esta medida espera que se levante el corte de ruta que hace más de tres años mantienen los asambleístas en Gualeguaychú, el persistente reclamo uruguayo que ayer reiteró Mujica. Como pocas veces antes, Cristina Kirchner fue crítica con la protesta. “A los únicos que perjudica es a los entrerrianos que viven en Gualeguaychú y a los uruguayos de Fray Bentos”, consideró. También dijo que ella no comparte la metodología del corte “que se instaló en el país desde la década de los ’90”, pero insistió en que para el Gobierno “la represión no es la solución” y que en ese sentido agradecía la “comprensión” de las autoridades uruguayas. “Nosotros tenemos que ayudar a la sociedad argentina”, avaló Mujica y, en un mensaje para consumo interno, remarcó que “el piquete que está cortando Arroyo Verde no lo va a levantar el gobierno de Uruguay”.

Hay que remontarse a varios años atrás para recordar un encuentro bilateral entre los gobiernos de Argentina y Uruguay como el de ayer en la Estancia Anchorena, en las afueras de Colonia, que incluyó a los presidentes y buena parte de sus gabinetes para firmar una lista de acuerdos que venían pendientes. De hecho, en el centro de visitantes ubicado en la entrada de la estancia, donde están detallados los grandes eventos realizados en el sitio, figuran dos visitas de Raúl Alfonsín y dos de Carlos Menem, ninguna de los Kirchner. En la Casa Rosada ya recuerdan como un “período negro” el mandato de Tabaré Vázquez, durante el que estalló el conflicto por las papeleras que aún busca su resolución. Desde que asumió Mujica –Pepe, lo llama en público Cristina–, el clima es otro.

“Una agenda política que se fue llenando de temas en estos años en que nuestras relaciones estaban bastante congeladas”, dijo en su habitual tono sincero y campechano Mujica al inicio de la conferencia de prensa conjunta. Los argentinos llegaron poco antes del mediodía de dos maneras: la Presidenta en helicóptero desde Olivos y los ministros en avión. Primero hubo un encuentro de Mujica y Cristina Kirchner a solas, luego se agregaron los cancilleres Jorge Taiana y Luis Almagro. Después fue la rueda de prensa y, a su término, el almuerzo.

Los ministros quedaron reunidos un tiempo más para cerrar la letra chica de los acuerdos. Del lado argentino completaron la comitiva el ministro de Planificación, Julio De Vido; el de Agricultura, Julián Domínguez; el de Salud, Juan Manzur; la de Defensa, Nilda Garré; la de Producción, Débora Giorgi, y el viceministro de Economía, Roberto Feletti.

Cristina Kirchner y Mujica ingresaron para la conferencia a lo que alguna vez fue la caballeriza de la estancia, corriendo una de esas típicas puertas de madera de establo. Además de las banderas argentina y uruguaya, detrás del estrado se veía una foto de Jorge Newbery y su globo “Pampero”, quien junto al antiguo dueño de la estancia, Aaron Anchorena, realizó el primer vuelo a través del Río de la Plata a principios del siglo pasado.

“¿Qué vamos a hacer con el río Uruguay, con la planta de celulosa y con la salud de todo el río?”, aceptó el presidente uruguayo que era el principal foco de interés en ambos países a propósito de la cumbre. En sus anteriores encuentros, a Cristina Kirchner y Mujica se los notaba incómodos cuando los consultaban por el tema. En esta ocasión, de movida, se metieron de lleno. “No quiero esquivar el bulto”, dijo la argentina. Los asambleístas de Gualeguaychú exigen que el monitoreo se haga en la planta de Botnia y no únicamente en la orilla argentina, una postura que adoptó la Casa Rosada. Ayer, los dos presidentes recalcaron que el monitoreo que se consensuará en 60 días incluirá a Botnia y “todo” el río Uruguay. Pero los detalles seguramente serán motivo de nuevos tironeos. Los cancilleres se reunirán 15 días antes de que se cumpla el plazo de 60 para cerrar el acuerdo al que los presidentes luego le pondrán el moño.

“Vamos a abordar un monitoreo serio”, prometió Cristina Kirchner, acorde a los “estándares de nivel internacional”. La Presidenta no quiso responder, si luego de atender ese nuevo reclamo de los asambleístas –ya había subrayado que el Gobierno había acudido a La Haya tal como ellos se lo pedían–, estimaba que el corte debía ser levantado. Pero lo dio a entender al analizar la protesta de una manera más crítica de la que acostumbra. Primero, al sostener que sólo perjudicaba a la gente de Fray Bentos y de la propia Gualeguaychú. “Botnia sigue produciendo y ya tiene un millón de toneladas, los argentinos que venían al Uruguay lo siguen haciendo –lo harán por Buquebús–, los uruguayos que venían a la Argentina no han dejado de hacerlo”, enumeró.

Al criticar los piquetes, también planteó que en Argentina no había ningún condenado por hacer cortes y que incluso miembros de la Corte Suprema no la consideraban una metodología ilícita sino en todo caso ilegítima. “Yo no soy jueza”, subrayó, e insistió en que el Gobierno no reprimiría “porque no está en nuestra identidad política e ideológica, en nuestro ADN”. Les recordó a los uruguayos que la represión de una protesta en el Puente Pueyrredón había derivado en una crisis institucional tal que obligó al gobierno de Eduardo Duhalde a adelantar las elecciones presidenciales.

“¿Cómo salimos de esto?”, se preguntó luego la Presidenta, quien retomó la cuestión del monitoreo y la decisión de respetar “a rajatabla” la sentencia de La Haya. “El único gobierno de la República Argentina que no respetó un fallo internacional fue la dictadura de Jorge Rafael Videla, en 1978, cuando se levantó contra el fallo adverso por el Beagle”, recordó.

Entusiasmada, por poco no deja a Mujica responder a la repregunta sobre el corte, ítem sobre el que giró casi toda la conferencia de prensa. El presidente uruguayo vive con la presión de la oposición y de la opinión pública de su país que le adjudica ser muy blando frente a la postura argentina. Por ejemplo, por haber votado a Néstor Kirchner para la secretaría general de la Unasur sin asegurarse antes de que recibiría algún gesto en contrapartida. La expectativa uruguaya ante el evento de ayer era que se avanzaría en una resolución definitiva respecto a la situación en Gualeguaychú.

Acodado en la tarima, en un tono un poco más alto que el murmullo, Mujica evaluó lo del río Uruguay como “un problema emblemático”. “Esperamos que el gobierno argentino pueda madurar los consensos para resolver el piquete; lo tiene que resolver el pueblo argentino con su gobierno y su sociedad”, lanzó. Y agregó: “¿Cuándo va a ser? No lo sé, pero tengo claro que hay que perseguir una política en ese sentido”. Y cerró con una frase con su sello: “Queremos que las dos sociedades pasen por ese puente. Lo vamos a lograr porque lo imposible cuesta un poco más”.

Dicho esto, se volvió a correr la puerta del establo y los presidentes y sus ministros salieron para compartir el almuerzo. Mujica los agasajó con cordero y batatitas glaseadas.

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Cristina Kirchner y José Mujica hablaron del conflicto por la ex Botnia y firmaron una serie de acuerdos.
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