EL PAíS › HABLA LA MADRE DE UNA VíCTIMA

“Iba a trabajar”

 Por Carlos Rodríguez

“Mi hijo salió de mi casa a juntar cartones, junto con su abuelo. Iban en bicicleta y se volvieron cuando vieron el descarrilamiento. Mi hijo no estaba armado, no era un ladrón, era apenas un chico que se juntaba en la esquina con sus amigos del barrio y juntaba cartones para ayudar a su familia.” María Elena Ramos, de 38 años, es la mamá de Mauricio Ramos, de 17 años, uno de los dos chicos asesinados el jueves pasado. “A mi hijo no le dispararon por la espalda. Tenía un balazo que entró un poco más abajo del hombro izquierdo. Eran balas policiales, ellos fueron los que lo mataron. Yo pido justicia. Todavía ningún funcionario se comunicó con nosotros, de manera que no tenemos información sobre una reunión con ellos”, que se realizaría hoy por la mañana.

“Ellos, mi hijo y el abuelo, se estaban yendo para el Cinturón (Ecológico del Ceamse). Mi hijo no salió a robar nada. Iba a trabajar, a juntar cartones. Lo que pasó es que pegaron la vuelta porque vieron el descarrilamiento y se acercaron para curiosear”, explicó la madre de Ramos. “Los que dispararon fueron los milicos. Vinieron un montón, del lado del Camino del Buen Ayre”, donde está el predio del Ceamse. “Mi hijo y el otro chico cayeron heridos en el cruce de las calles Aguado y 2 de Abril. Al otro pibe (se refiere a Franco Raúl Almirón, de 16) le pegaron un tiro en la cabeza. Tiene siete tiros. Es una barbaridad lo que hicieron estos milicos.”

También se refirió a lo ocurrido con Joaquín Romero, de 19 años, quien recibió “tres tiros por la espalda (los familiares del chico hablan de dos disparos). Sinceramente no me puedo explicar lo que hicieron los policías. Si había un robo, podrían haber detenido a los culpables, sin matar a nadie y mucho menos a los inocentes”. En cuanto a la forma en que se produjo el ataque, comentó: “Yo escuché los tiros porque vivimos muy cerca del lugar donde ocurrieron los hechos. Hay testigos que dicen que otros dos milicos entraron al barrio con motos y disparando balas de plomo. Estuvimos hablando con un abogado y lo que le pedimos es que se haga justicia, porque esto fue una matanza sin ningún sentido”.

“Mi hijo tenía unas changuitas, cartoneaba, jugaba a la pelota y se juntaba con sus amigos, pero era una buena persona. Lo mataron como si fuera un delincuente y nunca lo fue”, dijo la mujer con un hilo de voz. Ahora, después de los sucesos del jueves, los chicos y los adultos del barrio no pueden cruzar las vías hacia el Ceamse. Eso les impide recoger cartones y ganarse algunos pesos para sobrevivir.

Hasta ayer, los familiares de Franco Almirón se niegan a dialogar con la prensa. “Están muy mal y muy asustados”, dijo un allegado. Otro de los comentarios que circulan en el barrio es el referido a la existencia de una “banda de ‘transas’” que habrían tirado contra la policía. “Acá se están mezclando los tantos: hablan de tiroteo, pero si lo hubo, fue con una bandita que todo el mundo conoce, sobre todo la policía del barrio. Los chicos muertos y el herido no tenían nada que ver con ese grupo.”

Sobre el estado de salud de Joaquín Romero, que sigue internado en el Hospital Thompson, se dijo ayer que está “un poco mejor, pero sigue delicado”. El diputado kirchnerista Fernando “Chino” Navarro insistió en que la intervención policial provocó “una matanza” y por eso exigió “condena concreta para quienes dirigieron el procedimiento porque los fusilaron a corta distancia”.

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La Comisaría 4ª de José León Suárez, epicentro del escándalo que sacude a la policía provincial.
Imagen: Pablo Piovano
 
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